Hoy día cuando se habla de una crisis alimentaria en la zona del Catatumbo, surgió un emprendimiento para reemplazar los cultivos de uso ilícitos en esta región del país.

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El proyecto es liderado por el labriego, José Joaquín Peñaranda, que cambió las hojas de coca por la elaboración de chocolate artesanal para conquistar los mercados regionales.
 
El campesino, mediante plantaciones de cacao ofrece una alternativa y ha conformado una asociación para sacar adelante los cultivos tradicionales en la región.
 
Inicialmente se han agremiado 20 personas de la vereda Agua La Sal en la orilla de la carretera que conecta a Tibú con la capital del departamento. “El objetivo es integrar otros productos para brindar esas oportunidades de cambio y transformación del Catatumbo, donde existen grandes riquezas con la fauna y la flora”, reiteró.
 
Las amas de casa también fortalecen los emprendimientos con pollos de engorde, gallinas ponedoras y estanques piscícolas. No quieren saber nada de la coca, ya que llevó a la zona desolación y muerte.
 
Añoran la ayuda del Estado mediante los programas de restitución de cultivos con proyectos alternativos para conjurar la crisis económica vivida en el sector agropecuario.

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El campesino trabaja por tecnificar el proceso mediante la adquisición de molinos industriales para procesar la pepa del cacao para ofrecer las pastillas tradicionales a las casas de chocolates a nivel nacional.

Cambiar el tren de vida 

Los agricultores de la región por necesidad se vieron obligados a sembrar la mata de coca, debido al abandono del Estado.
 
Los cultivos tradicionales fueron desplazados y las laderas se llenaron con las hojas del arbusto perseguido por las autoridades. “Ya no es rentable para el sector rural y debemos regresar a las buenas prácticas agrícolas porque la situación está bastante difícil”, reiteró el hombre que se cansó de ser raspachín.
 
Confiesa que por falta de oportunidades para estudiar, desde los 15 años estaba en esa ardua labor, maltratándose las manos para conseguir el sustento diario, pues en esa cadena de producción son los que menos ganan a pesar de su esfuerzo diario.
 
Peñaranda decidió dar un giro al tren de su vida y trabajar con los derivados del cacao para mostrar las fecundas tierras de la región. “Aquí, todo lo que se siembra germina para abastecer los mercados de la región y de Colombia”, recalca.
 
Nacido en el municipio de El Tarra, bañado por el río Catatumbo, proyecta una imagen diferente de la región. “Estamos estigmatizados y la gente piensa que es pura violencia y cocaína, no solo de los cultivos ilícitos vive el hombre, también se puede triunfar con otros cultivos. Las tierras son muy ricas y se pueden emprender programas agropecuarios con la ayuda del gobierno”, dijo.

Cansado de la zozobra, incertidumbre y humillaciones proferidas por los grandes comercializadores. “Uno trabaja, cultiva, cuida las plantaciones y a la hora de la verdad es que el menos gana en esa cadena de producción. No es justo que un campesino se dedique a labrar la tierra durante muchos años y tenga que ser ultrajado”, agregó.   La incipiente empresa funciona de una manera artesanal y está convencido del próximo crecimiento si trabajan en equipo. Indicó que nunca es tarde para aprender un arte y brindar un mejor futuro a sus hijos para alejarlos de los vicios rechazados por la sociedad.

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En la dinámica productiva, disfruta del ambiente de la siembra, recolección, tostado, molienda y la elaboración de moldes para configurar el negocio más atractivo a los consumidores con productos libre de químicos.

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