Luego de haber padecido la pesadilla del desplazamiento forzado debido a la ola de la violencia desatada en las últimas décadas muchos campesinos regresan a las parcelas para desarrollar proyectos productivos en la zona del Catatumbo.
La señora Yudy Torcoroma Soto Bayona dejó atrás esos momentos aciagos donde perdió a su esposo, Édgar Cáceres Guerrero, y retornó a la finca en la vereda San Agustín del corregimiento Agua de la Virgen, jurisdicción del municipio de Ocaña, para resarcir las pérdidas ocasionadas por los efectos del conflicto armado.
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Resaltó el papel de La Unidad de Restitución de Tierras para desarrollar el proyecto agropecuario ‘Un grano para la paz’, una alianza productiva para las personas acogidas con la operación retorno.
El dramático momento
El 7 de abril del año 1999 la tranquilidad en la vereda fue alterada con la incursión de hombres fuertemente armados quienes asesinaron a varios campesinos dejando desolación y muerte en los campos de la provincia.
A Yudy Torcoroma le cambió la vida y tuvo que desplazarse hacia el casco urbano para levantar a sus pequeños hijos adelantando oficios varios.
“Fue bastante difícil esa acción de los paramilitares y muchas familias sufrimos demasiado para adaptarnos a la ciudad porque únicamente sabíamos desarrollar labores agropecuarias”, agregó.
20 años después brilló una luz de esperanza y hoy día con el apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras en alianza con la Cooperativa de Caficultores del Catatumbo se dedica a la siembra de café en aras de restituir el tejido social.
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“Mis hijos crecieron y estamos viviendo momentos especiales con el apoyo institucional bajo el aroma del café Don Antón, tipo exportación, y lo pagan a buen precio”, reiteró.
Las aguas vuelven a su cauce
El campesino, Rodrigo Arias Angarita, de la vereda San Agustín, es otra víctima del desplazamiento forzado. Él ahora trabaja con los proyectos productivos.
A la llegada de los grupos armados bajamos a la ciudad a pagar arriendo y pasando necesidades porque desde niños aprendimos a labrar la tierra. “En Ocaña, pasamos las verdes y las maduras, mientras las entidades hacían las verificaciones de un retorno seguro. A Dios gracias logramos la recuperación de los terrenos y son fértiles para el cultivo del grano”, agregó.
“Eso era muy peligroso, a la señora Yudy le mataron el esposo, no respetaron que estaba embarazada y le tocó dejar todo abandonado”, asegura.
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Indicó que el café es la redención del campo y mantienen un buen precio como motor de la economía rural.
Una mano amiga
El técnico José Franco Villegas de la Unidad de Restitución de Tierras, señala que están comprometidos con aquellas personas que lo perdieron todo por diferentes circunstancias.
“Hacemos el acompañamiento para la recuperación de predios con proyectos productivos en alianzas con las distintas entidades para dinamizar una economía legal y con la sostenibilidad familiar produciendo café”, agregó.
Los lazos de comercialización se fortalecen con la Cooperativa de Caficultores del Catatumbo a través del programa ‘Un grano para la paz’, pues más allá de los procesos de siembra y producción se avanza en la convivencia pacífica.
Los afectados con el fenómeno de la violencia acuden a las distintas unidades y organismos de derechos humanos para entregar la declaratoria y luego se adelanta el proceso administrativo de la devolución de las fincas con un acompañamiento técnico, asociativo y educativo en proyectos productivos y en alianzas significativas con entidades públicas y privadas.
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Hoy día los retornados están seguros, tranquilos en sus predios, gozan de una estabilidad económica y sustentable para los seres queridos.
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