Pertenece a la intensa generación de escritores de los años 60, los mismos que fueron desplazados por la dictadura militar argentina. “Esa fue una época donde lo literario sucumbió a lo político, los escritores que no murieron se fueron al exilio y los que quedamos fuimos sometidos a un exilio al interior del país y permanecimos sin posibilidades de publicar”.

Así relató la argentina Liliana Heker, escritora de ficción, uno de los momentos más difíciles que tuvo que enfrentar en su batallar con el lenguaje y la palabra.

Ella se inició en la escritura a los 16 años como colaboradora de la revista El grillo de papel, que luego fue cerrada ante la emisión de un decreto estatal que prohibía las publicaciones de corte izquierdista. Años más tarde, fundó junto a Abelardo Castillo otro medio que se llamó El escarabajo de oro y funcionó hasta 1974. “Ese medio escrito se caracterizó por generar debates ideológicos y permitir el nacimiento de los grandes de la literatura argentina actual, como Castillo”.

A los 69 años, Heker define su trayectoria como intensa y afirma que trató de estar presente en todos los acontecimientos de su país utilizando como instrumento sus escritos de opinión.

En el campo de la literatura de ficción, sentenció que espera tener la lucidez para escribir hasta el final de sus días. “Lo que da sentido a mi vida es la creación de ficción, y la lectura, pues un ser humano se enamora de la escritura por medio de la lectura”.

Al contrario de lo que muchos piensan acerca de si un literato de ficción vive en un mundo de ficción, responde diciendo que sucede todo lo contrario porque el reto es estar atento a lo que ocurre en la realidad para transformarlo en historias. “Además de los conflictos interiores y los miedos, que sin duda dan origen a relatos de ficción”.

En su país es considerada la heredera de la tradición cuentística norteamericana y una de las más grandes narradoras argentinas.