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La nostalgia o ¿si hubiera sido así?
La nostalgia grata es como el viento de la mañana que corre por las manos y deja una sensación de frescura, o como cada gota de rocío, o las perlas de agua que cuelgan en las matas cariñosas, con esa misión hermosa de sensibilizar. Entonces uno piensa y habla consigo mismo, y le pregunta al recuerdo cosas y genera aquella licitud de las ilusiones que está inscrita en los sueños y se muestra en forma de sentimientos.
Lunes, 13 de Octubre de 2014
La nostalgia grata es como el viento de la mañana que corre por las manos y deja una sensación de frescura, o como cada gota de rocío, o las perlas de agua que cuelgan en las matas cariñosas, con esa misión hermosa de sensibilizar.

Entonces uno piensa y habla consigo mismo, y le pregunta al recuerdo cosas y genera aquella licitud de las ilusiones que está inscrita en los sueños y se muestra en forma de sentimientos.

Y vale todo, lo pasado, lo presente e, incluso, el porvenir: unos ojos bonitos latentes y vigentes en el tiempo, un cielo que despierta ante la majestuosidad del corazón, para contar al alma que uno está dispuesto a pensar en la nostalgia, no importa si las cosas, o las personas, no se dan en la realidad.

Es presentir e imaginar, para expandir las aristas del pensamiento, soñar en lo que no ha sucedido y, lo inexplicable, en lo que no va a suceder pero pudo ser.

Es un fondo emocional importante: a los soñadores nos mantiene alertas para eso, para soñar; no importa que la vida sea distinta y su centro de gravedad gire alrededor de una mentira social. Es la utopía, la que da pie para sentir las emociones y no para pensarlas, que es muy distinto.

(El alma, como una hoja de papel, tiene los sueños en el anverso y el pensamiento en el reverso: por eso yo no vuelvo la hoja, y me quedo allí, en el anverso, absorto, imaginando cómo he de avalar ante mí mismo la fuerza de conservar ese derecho solitario de reconciliarme con mi propia genética sentimental, tan diferente a lo que me ha tocado desempeñar).     

Entonces no importa, por ejemplo, que lo amen o no, si uno ama, o que lo piensen o no, si uno piensa, o si lo miran no, si uno mira con el corazón: es aquella misión que parte de uno mismo para sostener el amor y todo lo ideal. Así, con esas condiciones sencillas, supero las fronteras de lo común y me interpreto en la imaginación.

Por eso soy cada vez más feliz, y más solo, porque tengo en ella (la imaginación) a mis amores, a las cosas y personas que me llenan, no importa si existe el viceversa, porque, con sólo soñar, yo puedo nutrirme de su magia emocional. Y así es todo, la filosofía, el criterio de la vida, la experiencia, los sucesos, en fin: en la utopía se dan los espacios y los tiempos maravillosamente dispuestos a dejarlo ser a uno mismo.
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