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Editorial
Se roban el mobiliario
Esto es un desafío a la autoridad, porque esos robos ya ascienden a $1.000 millones y hasta los cometen al frente de la Alcaldía de Cúcuta.
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La Opinión
Martes, 18 de Abril de 2023

La ocurrencia de ciertos hechos en Cúcuta no pueden considerarse aislados sino que están conectados, generando percepciones negativas frente al manejo de la seguridad, de los problemas de la drogadicción y la proliferación creciente y desbordada de los habitantes de calle.

Y en la oscuridad se ocultan organizaciones que negocian ilegalmente con elementos robados llenando sus bolsillos con importantes ganancias mientras que el microtráfico tiene ahí una fuente de clientes y de expendedores.

¿O sea que no han dado resultado las políticas trazadas desde la administración municipal y la Policía para atacar esos líos que  están enlazados? ¿Se salió de las manos esta crisis?

La respuesta podría ser afirmativa y con contundentes soportes como el detectado en el trabajo periodístico publicado por La Opinión  sobre los millonarios recursos perdidos por el daño y hurto del mobiliario público.

Lo peor del caso es que aquí también se aprecia el impacto negativo de otra situación expuesta recientemente en el Concejo de Cúcuta en uno de los controles políticos, donde se advirtió que la cultura cuenta con muy poco presupuesto en la ciudad. De razón, que no se puede hacer nada para lanzar desde dicha secretaría, que es la indicada para ello, una estrategia de cultura ciudadana que tanta falta les está haciendo a los habitantes de este valle de doña Juana Rangel de Cuellar.

Y no es para menos, porque nadie pudiera entender que el ornato de una obra como el intercambiador Benito Hernández Bustos se encuentre en manos de los vándalos, por llamar de alguna manera a quienes hoy se lo han tomado como ‘botín’ para robarse todo lo que pueden de las luminarias y el cableado del alumbrado que se instaló en ese sitio de la ciudad.

Porque ahí lo grave, además, es que lo están convirtiendo en un foco de inseguridad, pese a que según se vio el día en que fue oficialmente puesto en servicio, que ese puente no es solo para  dar agilidad al tráfico, sino para que la comunidad aledaña cuente con un punto de esparcimiento.

Pero lo que está pasando ahí, que se encuentra en la ruta a la Brigada 30 o en el parque 300 años, a pocas cuadras de la Alcaldía de Cúcuta, es que la delincuencia en sus diferentes modalidades hace de las suyas, como lo confirma el desmantelamiento del ornato y la presencia de expendedores y consumidores de droga, sin que nada pase.

Lo peor de todo esto es que los contribuyentes cucuteños que se esfuerzan por pagar sus impuestos resultan siendo los que pagan esos desmanes de acuerdo con una declaración que a este medio entregó la directora de Planeación Municipal, Marcela Rodríguez: “es un impacto que va directamente al bolsillo de los contribuyentes. Estos hurtos generan pérdidas  de hasta mil millones de pesos”.

Si de esa es la magnitud del robo y destrucción del mobiliario urbano, desde el punto de vista policíaco y de aplicación de la justicia debe hacerse con la mayor contundencia, atacando además a  los llamados reducidores o lugares donde les reciben los elementos hurtados, muchos de ellos ligados con la venta ilegal de sustancias  psicoactivas que nos sigue afectando en grave medida.

A esto no se le puede tratar como un asunto menor, porque el hecho de estarse robando hasta  las sillas del parque Santander, al frente del Palacio Municipal y la catedral, es una señal inequívoca de que hay un desafío a la autoridad por parte de quienes encontraron en el mobiliario urbano y el cableado y las luminarias una fuente ilegal de ingresos mediante su desmantelamiento, hurto y reventa.

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