Lo normal es que las ciudades vayan teniendo dos vidas, igualmente importantes y que deben ser tenidas en cuenta por los gobernantes de turno y todos quienes tienen que ver con su desarrollo. Una es la actividad diurna y la otra es la nocturna.
Y hablando de Cúcuta y el área metropolitana ya tenemos en las noches unas actividades que se están convirtiendo en una vertiente económica importante que genera recursos, impuestos y crea empleos y mueve una cantidad de sectores a su alrededor.
Restaurantes, bares, discotecas, casinos y otra clase de negocios hacen parte de ese mundo que tienen una vida propia en la capital de Norte de Santander, en el que se cuenta con áreas dedicadas a la rumba y zonas gastronómicas, es realmente necesario que cuenten con el respaldo estatal para el desempeño de sus actividades.
Y lógico, como las sombras llaman al delito cuando existen dificultades para que la seguridad impere y nadie tema ir a cenar o a bailar o consumir unos tragos en el bar de sus preferencias, el caos tiende a desbordarse y a empeorar la situación, que a la postre termina haciendo que la clientela no vaya.
Aquí es fundamental que la Policía entre a jugar un papel más activo para que la percepción de seguridad y las posibilidades de contener a los delincuentes tenga una acción real que se refleje en que se activen patrullajes e intervenciones conducentes a devolver la tranquilidad en esas áreas donde la economía nocturna se encuentra activa.
“Hay una situación muy complicada, sobre todo, en horas de la noche, en las que han bajado mucho los clientes por las fallas de seguridad y todo lo que se escucha en cuanto a los grupos criminales que están operando”, es la descripción de Juan Pablo Lóndero, presidente de Acodres.
Y hay un elemento social, de salubridad y de matices económicos que requiere igualmente un tratamiento especial por parte de la Alcaldía de Cúcuta, como es el de los habitantes de calle, que en su deambular nocturno pues muchos de ellos son presa fácil de las organizaciones de microtraficantes, no solo para el consumo sino para el expendio de sustancias psicoactivas.
La seguridad y un plan de acción concreto para la resocialización y recuperación de quienes por su adicción a las drogas deambulan por las calles, son necesariamente complementarias porque como se advierte, si no se hace nada, persisten en generar problemas delicados en la Cúcuta nocturna.
“La indigencia ha aumentado en proporciones gigantescas en Cúcuta; todos los días salen y entran habitantes de calle del río Pamplonita y muchos de ellos son los que se roban las partes de los vehículos”, es la percepción entre la dirigencia gremial de la noche.
Y a este coctel de inconvenientes, los propietarios de los negocios añadieron la galopante inflación y la informalidad, que también han hecho de las suyas en la disminución de la clientela.
“Se requiere trabajar en la gobernanza de la noche, es decir, políticas públicas para la noche para mirarla con unos ojos diferentes, porque no solo de esta economía hacen parte
los negocios nocturnos”, fue lo manifestado por Eduardo Quintero Mantilla, presidente de la junta de Asobares.
Hay que ponerle atención a la anterior afirmación hecha por el empresario. Tiene toda la razón. Debería empezarse a trabajar en ello, con el propósito de estructurarse un plan de acción para dicho renglón de la economía cucuteña, que debería contar con respaldos, por ejemplo, como del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion