La estructuración de los cimientos sólidos de una ciudad no solamente se hace con cemento, ladrillo y varillas. No. Hay un aspecto que por etéreo que parezca edifica a los ciudadanos que son la razón de ser de una capital como la nortesantandereana.
Lamentablemente, como parece que eso no da votos ni sus destellos son inmediatos porque hace parte de todo un proceso con etapas, el frente de la cultura que lleva implícito algo que por aquí no ha florecido en las últimas décadas: la cultura ciudadana, es la cenicienta en materia presupuestal en el municipio.
Hacer mejores humanos pasa por la masificación de la poesía, la pintura, la literatura, el teatro, la música, las danzas, por ejemplo, que ayudan a entender a entender el mundo y a comprender a sus semejantes, porque allí lo material pasa a un segundo plano para darle más espacio al análisis, la filosofía y la creación literaria para tener otro punto de vista de la realidad.
En el informe que se presentó ante el Concejo por parte de la secretaria de Cultura, Olga Patricia Omaña, se confirmó que por recursos propios en los años 2020, 2021 y 2022 la alcaldía invirtió solo $522 millones, sin incluir la partida para la presente vigencia.
Es decir, a ella le ha correspondido trabajar con las uñas para sacar adelante la misión de ese despacho que, insistimos, no puede ser inferior ni al de Hacienda, que genera los recursos ni Infraestructura que se encarga de la malla vial ni Planeación que le da la magnitud y la visión futura a los proyectos a desarrollar.
Es que la Secretaría de Cultura es una entidad trascendental para una ciudad como Cúcuta, si queremos que a corto, mediano y largo plazo tengamos ciudadanos más comprometidos con la urbe en que habitan, y es la llamada a sacar necesariamente y de manera urgente e inaplazable un programa robusto de cultura ciudadana que involucre a toda la población rural y urbana.
Si con ese escaso dinero se ha logrado, por ejemplo, que 96.000 usuarios sean atendidos en servicios bibliotecarios y que con los diferentes programas se haya logra impactar positivamente, hasta el momento, a 25.000 niños y generado 21 espacios de participación, imaginemos la gran cobertura que se alcanzaría con más recursos.
“No tenemos el impulso y la fuerza económica para hacerlo más amplio”, escucharon a Patricia Omaña los concejales en el recinto de la corporación.
Ojalá, para decirle a la comunidad que ellos sí hacen parte de la solución y que ese tipo de controles políticos sí le sirven a la ciudad, los cabildantes procedan a exponerle al alcalde Jairo Yáñez que aunque sea en lo que resta de este 2023, le inyecte más dinero a la Cultura de los recursos no ejecutados en otras vigencias por $125.000 millones.
Dejaría una buen mensaje si el gobierno local se la jugara por adicionar de esos recursos una partida importante para dejar elaborado el plan de cultura ciudadana, que pasa por tener una secretaría fuertemente dinamizada económica y operativamente hablando.
La verdad es que hasta el momento, no solo en esta sino en pasadas administraciones, sobre este asunto fundamental se habla mucho pero no se hace nada. La realidad es que ya es hora de poner manos a la obra en este aspecto esencial.
De lógica que muchos despachos municipales deberían hacer parte de este componente, pero el eje debería ser la Secretaría de Cultura puesto que es indispensable crear métodos y formas que faciliten llevar la enseñanza y los mensajes y a la vez masificar el contacto con las artes.
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