Ahora que en Colombia estamos en pleno debate sobre si es necesaria o no la reforma total a la salud o si por el contrario es mejor hacer cirugías y aplicar medicinas regenerativas en ciertos puntos del sistema, hay algunas consideraciones que deberían ser tenidas en cuenta dentro de una discusión sana.
El pasado 7 de abril se celebró el Día Mundial de la Salud, que es coincidente con los 75 años de la Organización Mundial de la Salud, que dejó la notificación de hacer algo por el 30 por ciento de la humanidad que no tiene acceso a estos servicios.
En el país, de acuerdo con los datos del Ministerio de Salud, se alcanzó desde mediados del año pasado una cobertura del 99,6 por ciento de la población, correspondiente a más de 24,3 millones de personas en el régimen contributivo y más de 24,7 millones en el subsidiado.
Pero dentro de las diferentes posiciones, aparte de tratar lo relacionado con la suerte final de las EPS y la manera de distribuir y administrar los billonarios recursos de la salud, se encuentra el de si en realidad ese cubrimiento es del todo cierto.
“Si bien tenemos cobertura y soporte financiero, el acceso está lleno de barreras para millones de personas... y creemos en la atención primaria en salud”, ha expuesto el viceministro de Salud Pública, Jaime Urrego, siendo uno de los puntos que ha generado posiciones adversas.
Mientras que la reforma ya se encuentra en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, es llamativo que en territorio sudamericano y centroamericano hay una reflexión generalizada en torno a la importancia de la atención primaria de la salud, como una forma de enfrentar los desafíos actuales y prepararse para enfrentar y atender futuras emergencias regionales y globales.
Un argumento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala algunos de los logros de la atención primaria en las Américas en las últimas décadas, como el aumento de la esperanza de vida, la erradicación de la transmisión endémica del sarampión, la rubéola y la rubéola congénita, y la reducción de la mortalidad infantil.
Al centrarse en que ahí se encuentra la posibilidad de prevenir y evitar graves enfermedades, la institución planteó la urgencia de conjurar en la región los bajos niveles de inversión, la fragmentación de los sistemas y la limitada capacidad de respuesta en el primer nivel de atención, que terminan afectando de forma desproporcionada a los más vulnerables.
La incidencia negativa tiene como medida en el continente a 240 millones de personas que viven con una enfermedad crónica, que en opinión de la OPS podrían superar esta carga con la ampliación y fortalecimiento de ese servicio.
La Organización Panamericana ha llamado a los países a invertir ahora en crear, reforzar e institucionalizar espacios de participación social en los que la gente pueda aprender, participar, comprometerse y exigir responsabilidades a los líderes y sistemas de salud para atender las necesidades colectivas.
Este asunto es relevante y debe tenerse muy presente en las deliberaciones que se están dando en torno al proyecto, porque corresponde a una de las cuestiones que sí deberían contar con un mejoramiento en el país, desde todos los aspectos.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion.