

Esta Semana Santa, que en materia de turismo es muy agitada por los viajeros que salen hacia destinos como las playas o los lugares de descanso en varios lugares colombianos, incluyendo los tradicionales destinos religiosos, llega en un momento de viacrucis del sector aeronáutico y de complejidades para el turismo.
Dos aerolíneas de bajo costo quebradas, lo cual afectó a miles de personas a quienes les vendieron pasajes y después no les devolvieron el dinero y también les incumplieron con el cubrimiento de las rutas que tenían prometido cubrir.
Eso de por sí causa malestar, desazón y baja el índice de percepción de confianza de los usuarios del servicio de transporte aéreo, en plena temporada alta como es considerada la Semana Mayor en el campo de la actividad turística y religiosa.
Todo apunta a que por esa incertidumbre ya empieza a sentirse una complicación para este sector de la economía que muestra una caída del 30 por ciento en las ventas de las agencias de viajes por el desplome de Viva y Ultra.
Ese delicado tema debe de ser tratado con urgencia por las autoridades, porque se requiere una apertura de los cielos, para que lleguen empresas con músculo financiero poderoso y avanzar en la iniciativa planteada por el Gobierno de fortalecer a Satena, que por ejemplo ya cubre la ruta hacia Venezuela.
Los usuarios merecen unas compañías comprometidas y con la suficiente capacidad de la flota de aviones modernos para cumplir las frecuencias, en una competencia abierta a varios operadores aeronáuticos, con el fin de mejorar las condiciones para los viajeros que hoy, sin duda, se encuentran en una burbuja incierta, porque no saben si al montarse a la aeronave e irse de vacaciones, tendrán asegurado el retorno.
Aunque ha resultado favorable el apoyo dado a los pasajeros por parte de la Fuerza Aérea y hasta del avión presidencial, pero este cuadro no debe convertirse en rutinario, porque la labor gubernamental es la de trazar las estrategias para que todo marche y no convertirse en un ‘apaga-incendios’.
Escuchar a Paula Cortés Calle, presidenta ejecutiva de Anato decir que “la Semana Santa se ha caracterizado por ser el punto de partida para conocer el comportamiento que tendrá la industria a lo largo del año, por lo que esta situación nos causa preocupación”, es muy delicado en cuanto al futuro de este importante renglón generador de recursos y de empleo.
Y tiene razón, porque aparte del fuerte impacto que implica que dos empresas cierren operaciones de esa manera abrupta y con grave efecto sobre los usuarios, debe recordarse el incremento del IVA al 19% tanto en los tiquetes como en los paquetes turísticos, al igual que el alza en los costos operacionales que se han presentado en 2023, entre ellos los combustibles.
En nuestra región el panorama pintado por Cotelco es igualmente delicado, porque las tarifas en la hotelería subieron en el 25% al regreso del IVA del 19% a la hotelería a partir de enero, la inflación en Cúcuta del 16,12% anual a febrero, que golpea la capacidad de consumo, y el costo de los servicios públicos, como la energía, “que a pesar de bajar un 10%, sigue muy alta frente a 2021.
Vamos a ver qué hará el Gobierno Nacional, al que se le ha escuchado que el turismo es un rubro estratégico dentro de los planes para inyectarle recursos a la economía colombiana dentro del marco de la iniciativa de buscar que llegue a reemplazar la renta petrolera. ¿Será que sí? El tiempo será el encargado de responder con la realidad que se viva entonces, porque mientras tanto, vamos en el viaje a la incertidumbre.
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