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Editorial
Motódromos nocturnos
¡Vayan y apliquen las reglas y hagan cumplir el imperio de la ley! Las normas las tienen en su mano. Es fácil.
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Lunes, 10 de Abril de 2023

En la edición dominical, La Opinión publicó un informe sobre la ilegal modificación de motocicletas cuyos tubos de escape suenan como si fueran disparos, generando múltiple impacto de riesgos, porque van a alta velocidad y generan zozobra por donde cruzan.

Quienes las someten a esos cambios en el exhosto, en su mayoría son aquellos motociclistas que participan en los también no autorizados y altamente riesgosos piques que convierten en ‘motódromos nocturnos’ varios sectores de los anillos viales del área metropolitana.

Es decir, ahí se configuran dos situaciones que riñen con las normas legales vigentes, pero que a decir verdad por lo que sucede, ellos siguen haciendo de las suyas ante la pasividad pasmosa de las autoridades de Tránsito.

¿Si el Código de Tránsito no permite que a una moto se le hagan cambios para que al desarrollar velocidad comience a emitir sonidos parecidos a  detonaciones, por qué no multan a sus dueños o conductores?

¿Por qué permiten que en los talleres se hagan esa clase de transformaciones?

¿Si esas carreras no tienen permiso, por qué siguen presentándose de manera descontrolada?

¿Por qué la masa que interviene en esos descontrolados piques van sin cascos, llevan mujeres de parrilleras sin protección debida y hacen, además, peligrosas piruetas?

Lo único cierto es que si los policías de Tránsito, para el caso de Cúcuta o los  fiscales de Tránsito, si hablamos de Villa del Rosario, encuentran a motorizado con su vehículo ‘arreglado’ le pueden aplicar comparendo para una multa de $300.000.

Muy seguramente si fueran rigurosos y montaran operativos inflexibles, los resultados serían los mejores, incluso para evitar esa clase de emisores de ruido ensordecedor que producen contaminación auditiva.

En una región azotada por la delincuencia la lógica indica que tanto las ‘motos que echan tiros’ y los piques sean prohibidos sin contemplación alguna, puesto que hay las consideraciones suficientes para ello.

Dirán desde las entidades gubernamentales: ‘pero si eso está prohibido’. ¡De verdad!, contestará la comunidad extrañada y atemorizada por el frenético desorden y la apabullante velocidad de quienes se creen ahora los dueños de la noche en los anillos viales.

¡Vayan y apliquen las reglas y hagan cumplir el imperio de la ley! Las normas las tienen en su mano. Es fácil. No es nada del otro mundo ni hay riesgos de que vayan a indicar que hay violación de algún Derecho Humano, porque esos motociclistas de las carreras ilegales están atentando contra la vida al excederse en la velocidad y hacer maniobras de alta  peligrosidad al conducir.

Además, ponen en riesgo a los automovilistas y demás usuarios de la vía, porque ellos se lanzan de manera descontrolada y cruzando todos los límites permitidos, además con muestras  evidentes de intolerancia.

Y la fórmula adicional que aquí es posible aplicar, es la que tiene que ver con la seguridad ciudadana, que debe de ser preservada para todos los ciudadanos y que por lo tanto no puede quedar expuesta con prácticas non santas como estas, porque ya las denuncian abundan sobre casos de robos y el consumo de estupefacientes en lugares aledaños a donde ocurren estos piques.

Es simplemente hacer valer la autoridad lo que deben aplicar las alcaldías de los municipios metropolitanos en concordancia con la Policía y los organismos de tránsito para ponerle un freno definitivo a estas prácticas que ya están dando riesgosas muestras de estar volviéndose incontrolables..

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