El próximo 7 de agosto se posesiona el primer Presidente de toda nuestra historia que no viene de la tradición política liberal-conservadora; tampoco creo que sea adecuado situar al Presidente Gustavo Petro como de izquierda, porque realmente él proviene de una tradición política que se remonta a la ANAPO (Alianza Nacional Popular) que fue una de las fuentes que dieron origen al Movimiento 19 de Abril (M-19), donde se inició la formación política de Gustavo Petro, hoy el Presidente electo se nutrió de diversas fuentes, no solo en el campo profesional como economista externadista, con una formación mucho más integral y acorde con las teorías y debates contemporáneos. Por ello me atrevería a situarlo más como un hombre de centro-izquierda, pero sin duda con una gran sensibilidad social. Estará acompañado con la fórmula vicepresidencial de Francia Márquez, lideresa social afrocolombiana y abogada, quien viene igualmente de luchas sociales profundas y representa mucho en su nueva responsabilidad.
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Por ello debemos estar preparados para los cambios que vendrán, tanto de forma como de fondo. Porque si el inicio de todo mandato presidencial conlleva cambios, es de esperar en este caso en que sectores tradicionalmente excluidos llegan al poder –por supuesto en coalición con otros sectores políticos- estos cambios sean de mayor significación. No solo porque tendremos muy seguramente un gabinete ministerial –como ya se viene configurando- con dirigentes y expertos con conocimiento y experiencias en sus campos, acompañados seguramente de otros que representan nuevas ‘caras políticas’ y nuevas fuerzas políticas que formaron parte de la coalición que apoyó el triunfo del Presidente Petro y su fórmula Francia Márquez, sino también nuevas políticas públicas que reflejen las propuestas de campaña y su equipo ganador, serán evidentes en la mayoría de los campos: en política exterior pasando a una orientación más profesional de la misma desde la Cancillería –allí va a ser sensible el restablecimiento de las relaciones con nuestros vecinos latinoamericanos-, abandonando la ideologización que caracterizó al actual gobierno, en política económica y social no sólo priorizando un incremento de la actividad productiva –especialmente del sector agropecuario-, sino políticas con fuerte enfoque redistributivo, como lo propuso el Presidente electo, en educación igualmente se introducirán cambios sustantivos que mejoren las finanzas en todos los niveles de estas áreas y en salud el funcionamiento del sistema de salud, especialmente las EPS, que son la base actual del mismo, e implementando el nuevo Ministerio de la Equidad en cabeza de la vicepresidenta.
En el campo de las políticas de seguridad y defensa habrá igualmente cambios importantes, no sólo por la propuesta del Presidente Petro, reiterada después de su elección, de crear un nuevo ministerio de Paz, Seguridad y Convivencia Ciudadana, como lo denominó y donde planteó se situaría la Policía Nacional. Al respecto es necesario señalar, que compartiendo esa propuesta, será un tránsito que ojalá se haga de manera tranquila y concertada, porque no hay duda que implica cambios importantes que pueden incidir en la eficacia y eficiencia de las políticas de seguridad y defensa y, especialmente, en lo relacionado con la Seguridad Pública, campo de indispensable cooperación entre Fuerzas Militares y Policía Nacional, allí hay que precisar lo mejor posible las responsabilidades tanto de militares como de Policías y los mecanismos de cooperación entre ellos; distinto al campo de Seguridad Nacional que es claramente responsabilidad de las Fuerzas Militares y el de Seguridad Ciudadana competencia de la Policía Nacional. En estas reformas debería aplicarse ese dicho que señala, ‘de las carrera no queda sino el cansancio’.
Esperemos que al nuevo gobierno de Petro y al nuevo Congreso les vaya bien en la definición de las decisiones de políticas públicas.
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