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¡El Fariseísmo y otras hierbas!
Desde  entonces se desconfía mucho de la bondad aparente, de la gente demasiado buena.
Miércoles, 27 de Julio de 2016

Una secta judía que juraba encarnar  la perfección, pues eran muy buenos según ellos mismos, fue la de los fariseos. Dueños del rigorismo ético, de una aparente humildad de vitrina y del estricto cumplimiento de la  ley.  Les olía mal los publicanos y la gente común. Fariseos que  tenían mucho poder por allá en el siglo II antes de Cristo.

Eso de aparentar ser tan bueno y practicar lo contrario es asustador. Pues nada es más peligroso que levantar fanatismos con medias verdades y verdades a medias. El fanático termina convencido de una superioridad moral en cuyo nombre se ha producido las marejadas de crímenes más devastadoras de la humanidad en todos los tiempos. Como en el siglo pasado los nacionalismos que en su última edición de la Segunda Guerra, tiró en el césped casi sesenta millones de muertos.

Desde  entonces se desconfía mucho de la bondad aparente, de la gente demasiado buena.

Johan Gotlieb Fichte precursor de los matices nacionalistas alemanes nunca sugirió la teoría del carácter fundamental de la raza Aria, con criterio de maldad o de perversidad, sino de liberación de la coyunda del imperio napoleónico, pero sus hermeneutas posteriores de las ideologías, le agregaron “adobo” vindicatorio y vinieron las calamidades de la humanidad.

Hitler descendió de las nubes de la superioridad aria, con aires de liberador de su nación para construir sobre el carácter fundamental alemán y su religiosidad, en la pureza de su lengua y de la raza un imperio de mil años. Además, para purificar y salvar al planeta y a la humanidad. Benito Andrea Mussolini cuando crea su partido y la “Fasci Italiani di combattimento” para arrasar las fuerzas políticas de izquierda, actuaba con la convicción aparentemente buena, que con la protección a los terratenientes e industriales se evitaba el descalabro social italiano.

¿Y acaso no fue el Falangismo, otra convicción fanática española de la bondad, la versión del Fascismo Italiano? Teoría cimentada en 26 puntos con  la convicción buena del origen divino del poder, de protección de la Iglesia católica, de sacralización de la propiedad y la autoridad envuelto en barniz religioso, que llevó a decir que el Falangismo “alquilaba párrocos y gratificaba sacristanes”. ¿Cuántas víctimas quedaron de la guerra civil española por los fanatismos contrapuestos de ambas partes, aparentemente buenas?

Y Stalin, el frustrado religioso  ortodoxo, en nombre del bien y en defensa de los oprimidos ¿cuántas víctimas dejó en nombre del régimen revolucionario? Los diez millones de “Kulaks” muertos por oponerse a la colectivización, o los dos millones de muertos por ser disidentes en la gran purga de 1937, o las estadísticas desconocidas de muerte de los perseguidos políticas en los Gulags? Todo con el concepto bueno de la defensa de los indefensos. Mao, en nombre del bien y en la defensa de la moral de revolución china, ordenó la muerte de diez millones  de cultivadores y consumidores de opio. Y ahora entre nosotros, nuestras fuerzas revolucionarias guerrilleras, buenas, románticas, nobles y altruistas como dijo hace días  Moisés Wasserman, en nombre de sus ideales para defender el pueblo, se niegan a pedir perdón por las víctimas que le ocasionaron a ese mismo pueblo colombiano.

Como ven, a veces da susto la gente demasiado buena, o mejor crece mucho el temor por la gente demasiado buena al decir de Wasserman. Nos asusta verificar que ellos con tamañas convicciones, con tan absurdos fanatismos, no conciban que la mitad de los colombianos podamos pensar distinto a ellos. Que no podamos discutir sus ideas y pensar en contra, porque ellos son dueños de esa superioridad moral que es farisea.

Adenda: Ayer por la radio me censuraron. Les debo una explicación. Siempre he escogido mis amigos y mis enemigos.  Pero como dijo Lleras Restrepo, “no soy de los que les tiran a los lobos, los restos de los amigos”.

 

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