~El sueño de Emerson Bernal Poveda era salir con sombrero, látigos y pistolas, a descubrir el lejano oeste o las civilizaciones perdidas. Tal como lo veía en las películas de Indiana Jones, sus favoritas cuando la adolescencia aún no había llegado.~
El sueño de Emerson Bernal Poveda era salir con sombrero, látigos y pistolas, a descubrir el lejano oeste o las civilizaciones perdidas. Tal como lo veía en las películas de Indiana Jones, sus favoritas cuando la adolescencia aún no había llegado.

Los fines de semana salía de paseo con su familia a la finca en la sabana de Bogotá. Allá no acababa de bajarse del carro cuando se internaba en el bosque a observar piedras y leer casa espacio del paisaje.

Natural de Zipaquirá y con 40 años, sigue conservando el espíritu aventurero y la curiosidad por descubrir siempre cosas nuevas.

Estudió sicología en la Universidad de los Andes y migró a su verdadera profesión, la antropología. Al graduarse se dedicó a la arqueología preventiva.

“Esta es una profesión interesante y apasiona buscar las cosas del pasado que le aportan al futuro”.

El arqueólogo, invitado a la frontera por el Museo Norte de Santander y Ciudad de Cúcuta para hablar sobre conservación de bienes arqueológicos, contó  su experiencia de vida y de sus proyectos.

¿Qué sentimientos le despierta la arqueología?

Todos. Para mi es rescatar las cosas del pasado, contribuir al presente y llenar de satisfacciones mi vida.

¿El hallazgo más llamativo?

Es maravilloso encontrar desde un trozo de cerámica hasta las herramientas de piedra que pueden arrojar datos como qué personas vivieron en la antigüedad en cierto territorio. Para cualquier persona no dejan de ser tiestos o simples piedras, para nosotros son tesoros.

¿De los hallazgos en Colombia cuál recuerda?

Una excavación muy antigua de Correal en la sabana de Bogotá y que da cuenta de la existencia de seres humanos desde hace 13.000 años en esta zona del país.

¿La travesía más difícil?

Todas las caminatas son muy fuertes. Por ejemplo, en Cúcuta debo caminar diariamente 6.5 kilómetros bajo las inclemencias del sol. Sin embargo, en el recorrido se comparte con la gente y se lee el paisaje.

¿Y la más recordada?

Fue en Manizales. Llegué hasta unas tumbas y había un baquiano con revólver en mano cuidando una guaca. Decía que él la había encontrado y le pertenecía. Tuvimos que convencerlo de que era patrimonio y le pertenecía a todo el país. Al final se convenció de que para que tuviera un real valor debía estar en un museo o en una casa de la cultura.

¿Sitios más visitados en el país?

Los Llanos Orientales. La infraestructura petrolera se estable en esta zona y es labor de la arqueología preventiva estar pendiente de los hallazgos.

¿Lugares de Colombia más propensos para hacer hallazgos?

Hay partes como en Boyacá donde uno abre un hueco y encuentra una olla.

¿Se considera uno más de sus hallazgos?

Hay gente muy experimentada en el tema. Soy un curioso y estoy en proceso de crecimiento como profesional.

¿Piedra más preciosa?

Artefactos líticos en piedra y puntas de proyectiles. Las hachas para mí son hermosísimas.

¿La piedra más grande qué le han sacado?

Dejar de compartir con mi familia por tener que hacer largas temporadas de campo.

¿Hallazgo soñado?

Una rueda, nunca se ha encontrado una en esta parte del mundo.

¿Lugares del mundo por visitar?

Egipto, es la meca de la arqueología. Para mi gusto personal México y Perú.

¿Cómo actuar cuando hay hallazgos?

Hay que reportar la pieza al Instituto Colombiano de Antropología e Historia y ellos permiten la tenencia al ciudadano tras cumplir ciertos requisitos. Muchas personas se ven tentadas a venderlas y eso es un delito.