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En Chapinero no saben que es rendirse
1955 fue el año en que inició la historia de Chapinero, como una invasión.
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Kevin Javier Beltrán León
Miércoles, 11 de Mayo de 2022

Diariamente cientos de personas caminan por las calles del barrio Chapinero sin saber que ese sector de la ciudadela de Juan Atalaya tiene una historia de esfuerzo, valentía y cero temor, donde sus habitantes han demostrado que no saben rendirse.


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Todo inició en 1955, cuando unas familias de escasos recursos invadieron unos terrenos sin dueño, construyeron sus casas con tablas y latas de zinc, además de ingeniárselas para cocinar, bañarse, tener electricidad y hasta desplazarse por ese terreno sin pavimentar.

Muchas personas de esa zona de la Comuna 7 hablan de la mítica familia Medina, que fue precursora de ese proceso de toma de terrenos. La Opinión  recorrió las calles de Chapinero para conocer su historia, la afición futbolera de sus habitantes y lo importante que ha sido la vía hacía El Zulia para el comercio.

Una carretera milagrosa

La vía que comunica a Cúcuta con El Zulia y los otros municipios de norte y occidente de Norte de Santander, hace años pasaba por el sector conocido como la X Roja, que atraviesa Chapinero.

La vía que comunica a Cúcuta con El Zulia, anteriormente, atravesaba el barrio. Actualmente no cumple esa función, comunica con el barrio Sevilla.

En ese entonces, para llegar a esa carretera había que pasar por un lodazal, pero no era impedimento para los habitantes de Chapinero, les vendían sus productos a los viajeros y camioneros que transitaban por allí.


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“Había que pasar con botas. Cuando eso no  habían entregado la carretera que hoy se conoce, que atraviesa toda Atalaya desde los alrededores de la Terminal de Transportes y hasta El Zulia, aprovechábamos para comercializar productos”, contó Fernando Moncada, uno de los más antiguos residentes de esa zona.

Luego pavimentaron la vía y diez años después (1965) la Alcaldía de Cúcuta le concedió a Chapinero el estatus de barrio, por lo que la ‘locomotora del progreso’ llegó hasta esa apartada zona.

Poco a poco fueron llegando los servicios básicos para las personas que residían en este lugar: alumbrado público, alcantarillado, acueducto, además de los beneficios sociales y culturales que debían garantizarle a la comunidad.

Un lugar de respeto para la comunidad es la parroquia Santos Apóstoles, ubicada en la  calle 5 con avenida 4, en la que cada domingo se reúnen la mayoría de habitantes para darle gracias a Dios por los favores concebidos y porque, tras varias décadas de inaugurado el barrio, no los ha desamparado.

Acá somos supremamente devotos, porque en pandemia no pasamos necesidades, en los momentos malos hemos tenido calma  y en los buenos las risas no han faltado. La iglesia es parte de la comunidad y es un espacio en el que todos sienten tranquilidad”, señaló Manuela Pérez, habitante de ese barrio.

Los emprendimientos

Chapinero es la ‘cuna’ de negocios prósperos, como un supermercado con varias sedes en  Cúcuta, además de una prestigiosa ferretería. Los cucuteños cuentan por ese mismo lugar con intercambiador vial, para una mejor movilización.

Otros negocios como asaderos de pollo, droguerías, ventas de comidas rápidas, entre otros, han prosperado en esa zona que colinda con los barrios comuneros y Sevilla, que son visitados por docenas de cucuteños.

La meta de varios emprendedores es que las personas de diferentes barrios que vayan de compras se sientan tranquilos, pues en esa zona pueden deleitar su paladar con la diferente oferta gastronómica que también tienen.

Juan Carlos Pallares Fuentes, edil de la Comuna 7 y habitante de Chapinero, indicó que a raíz de las pérdidas económicas por la pandemia de la COVID-19, varios negocios han tenido que cerrar.

El mensaje del líder comunal es para que los cucuteños apoyen la economía local, para que las personas mantengan sus negocios, con los que sustentan a sus hogares.

La cancha sintética

El sueño de varios pequeños deportistas de Chapinero de tener una cancha sintética en la que los futuros futbolistas de la ciudad puedan prepararse, se hizo realidad con el escenario deportivos que renovaron en la calle 7 con avenida 3.

La cancha sintética de Chapinero es una de las mejores de la ciudad, fue inaugurada en 2017 por la Gobernación de Norte de Santander.

Años atrás la cancha no tenía gramilla, sino tierra y piedras, era una de las más grandes de la ciudad, pero a la que varios futbolistas les daba miedo jugar, porque al caerse podía lesionarse o rasparse.

En 2017 la Gobernación de Norte de Santander le dio una nueva cara a ese escenario, con una cancha de fútbol, una de baloncesto y dos de microfútbol.

William Villamizar, gobernador de Norte de Santander en ese entonces, dejó claro que la gente de Chapinero tenía prioridad en el uso de las canchas. “Se ha logrado generar una reglamentación para la utilización gratuita de estas instalaciones, en  donde las escuelas de fútbol, los colegios, las juntas comunales y la comunidad, pueden utilizar la cancha de fútbol y las sintéticas pequeñas…”, indicó el mandatario en su momento.


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El mantenimiento de ese escenario ha obligado a que se cobre una pequeña cuota por el uso de las sintéticas, “la gramilla y los detalles de arreglar constantemente, los estamos cubriendo, por lo que se les pide un pago por el uso, pero la comunidad de Chapinero tiene prioridad y puede ingresar sin problemas”, dijo Pallares.

Drogadicción y malla vial

Pese a las cosas positivas que tiene Chapinero, también hay unos ‘puntos negros’ que preocupan a la comunidad.

Varias calles de este barrio están destrozadas, nadie ha hecho algo por recuperarlas, pese a que los ediles han expuesto la situación a las diferentes administraciones municipales.

El panorama de varias calles de Chapinero es triste, el pavimento se ha deteriorado.

Otro flagelo para la comunidad es el consumo de drogas que se da cerca de la cancha María Lozano, calle 1 con avenida 2, en la que se volvió normal ver habitantes de calle haciendo de las suyas debajo de las graderías o en los alrededores.

También el puesto de salud de Chapinero quedó en el olvido desde 2018, cuando lo abandonaron. La comunidad manifiesta que se han robado las rejas y otros elementos de valor.

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