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Cultura
‘El arte de pensar’, guía para evitar los errores de lógica más comunes 
El empresario suizo Rolf Dobelli, fundador de una comunidad que agrupa a personalidades mundiales de la cultura y la ciencia, enumera en un texto los errores de lógica que comete la mayoría de las personas.
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Domingo, 27 de Junio de 2021

Nuestro cerebro está programado para llevar una vida como cazadores y recolectores. Sin embargo, hoy vivimos en un mundo radicalmente diferente. Esto conduce a errores de lógica sistemáticos que pueden resultar devastadores para nuestro dinero, nuestra carrera profesional o nuestra suerte. 

Entre 2010 y 2011, Rolf Dobelli publicó una serie de artículos en periódicos suizos en los que exploraba los errores de lógica más comunes entre las personas. La recopilación de esos artículos, en el libro ‘El arte de pensar’, constituyen una buena guía para desenredar la cabeza antes en estos tiempos de pandemia.

El suizo estudia los errores de lógica más imprevisibles para descubrir por qué sobrevaloramos nuestros propios conocimientos, por qué algo no se vuelve más cierto porque millones de personas lo consideran así, y por qué nos enfrascamos en teorías cuya falsedad está comprobada. 

La Opinión publica uno de los 52 errores de lógica que es mejor dejar que comentan otros, como afirma el autor, en su más reciente edición de ‘El arte de pensar’, bajo el sello B de Bolsillo, del grupo editorial Penguin Random House.

La ilusión del cuerpo de nadador

¿Harvard es una universidad buena o mala? No lo sabemos.

Cuando el ensayista y agente de bolsa Nassim Taleb tomó la decisión de hacer algo contra sus obstinados kilos, echó un vistazo a diversos deportes. Los corredores le daban una impresión flaca y triste. Los culturistas parecían anchos y tontos. Los tenistas, uf, ¡tan de clase media alta! Pero los nadadores le gustaron. Tenían esos cuerpos elegantes y bien formados. 

Así que decidió meterse dos veces por semana en el agua clorada de la piscina local y entrenarse en serio. Tardó bastante tiempo en darse cuenta de que había caído en la trampa de una ilusión. Los nadadores profesionales no tienen esa constitución física perfecta porque entrenen mucho. Es al revés: son buenos nadadores porque tienen ese cuerpo. Su constitución física es un criterio de selección, no el resultado de su actividad.

Las modelos hacen publicidad de cosméticos. Así, algunas consumidoras llegan a la conclusión de que los cosméticos las embellecerán. Sin embargo, no son los cosméticos los que convierten a las mujeres en modelos. Las modelos han nacido bellas por casualidad, y en realidad solo por eso se las tiene en cuenta para la publicidad de cosméticos. Como en el caso de los nadadores, la belleza es un criterio de selección, no un resultado.

Siempre que confundimos el criterio de selección con el resultado nos dejamos engañar por la «ilusión del cuerpo de nadador» (swimmer’s body illusion). Sin esa ilusión, la mitad de la publicidad no funcionaría.

Pero no se trata solo de cuerpos atractivos. Harvard tiene la reputación de ser una de las mejores universidades. Numerosas personas de gran éxito han estudiado en Harvard. ¿Significa eso que Harvard es un buen centro? No lo sabemos. Quizá la universidad sea horrible, pero capta a los estudiantes mejor dotados del mundo. 

Yo viví así la Universidad de St. Gallen. Su reputación es excelente, pero la enseñanza (hace veinte años) era mediocre. Por algún motivo —una buena selección de los estudiantes, el clima en el angosto valle, ¿la comida del comedor?—, pese a todo, muchos de sus graduados se han convertido en algo.

Los cursos de MBA (máster en administración de empresas) de todo el mundo seducen con estadísticas de ingresos. Los interesados cuentan con que un MBA aumenta el sueldo en un equis por ciento de media. El sencillo cálculo debe demostrar que las exorbitantes tasas universitarias quedan cubiertas en poco tiempo. Muchos caen en la trampa. No quiero suponer que los centros manipularon las estadísticas. Y aun así sus declaraciones no tienen valor.

Los que no aspiran a un MBA están hechos de una pasta distinta que los que aspiran a un MBA. La diferencia salarial de los últimos tiene cientos de razones distintas del título de MBA. De nuevo tenemos aquí la ilusión del cuerpo de nadador: el criterio de selección se confunde con el resulta-do. Cuando se plantee seguir unos estudios de posgrado, búsquese motivos diferentes al aumento de sueldo.

Cuando pregunto a la gente afortunada dónde radica el secreto de su suerte, suelo oír frases como: «Hay que ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío.» Como si esas personas no pudieran aceptar que han nacido afortunadas y ahora se inclinaran por ver lo positivo en todo. Los afortunados no quieren reconocer que la felicidad es en gran parte innata y permanece constante a lo largo de la vida. La ilusión del cuerpo de nadador también se da como autoilusión. Si después los afortunados encima escriben libros, el engaño se vuelve pérfido.

Por eso, ahora trace una amplia curva para evitar los libros de autoayuda. En el cien por cien de los casos, están escritos por personas con una tendencia natural a la suerte. Pues bien, despilfarran consejos en cada página. Se obvia que hay miles de millones de personas a las que esos consejos no les funcionan, por-que los desafortunados no escriben libros de autoayuda.

Conclusión: en cualquier lugar donde se recomiende algo de valor —músculos de acero, belleza, elevados ingresos, larga vida, aura, suerte—, observe bien. Antes de tirarse a la piscina, eche un vistazo al espejo. Y sea sincero consigo mismo.

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