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No hay causa perdida
Como “anillo al dedo” nos cae el título del libro escrito por Álvaro Uribe Vélez (No hay causa perdida, Memorias, Ed. Celebra, New York, 2012, 344 páginas), que salió a la venta la semana pasada, leí de un solo tirón y recomiendo por su agradable y comprensible lectura, el cual no estará exento de polémica por ser testimonio de un personaje controvertido que ha marcado época y dejado huella en la vida contemporánea e historia nacionales.
Domingo, 7 de Octubre de 2012
Como “anillo al dedo” nos cae el título del libro escrito por Álvaro Uribe Vélez (No hay causa perdida, Memorias, Ed. Celebra, New York, 2012, 344 páginas), que salió a la venta la semana pasada, leí de un solo tirón y recomiendo por su agradable y comprensible lectura, el cual no estará exento de polémica por ser testimonio de un personaje controvertido que ha marcado época y dejado huella en la vida contemporánea e historia nacionales.

No hay causa perdida, es aplicable a cualquier persona, cuando se trata de luchar –con método y constancia inquebrantable, - por lograr objetivos fundamentales de vida, así parezcan insuperables, dificultades y problemas del momento.

Y eso parece ocurrirnos a los nortesantandereanos. Como región fronteriza, estamos en medio de una situación muy difícil y bastante diferente, por lo que se vive en ambos países.

En Venezuela, celebraron ayer una nueva elección presidencial y la decisión democrática de los venezolanos, expresada con su voto sobre el modelo político, económico y social del candidato que resultó ganador entre Chávez y Capriles, querámoslo o no, a los nortesantandereanos nos afectará e incidirá en nuestra vida diaria y bolsillos, dada la activa relación existente en materia económica, social y política.

La atención de nuestro país pareciera depender de la importancia que, en un momento dado, represente Venezuela en función de los intereses políticos y económicos que estén en juego para los gobernantes de turno y empresarios de siempre en Colombia.  

Está comprobado que necesitamos unirnos, porque solos no hemos tenido éxito (excepto en el gobierno de Virgilio Barco) y debemos hacernos sentir para reclamar nuestros derechos,  consolidando un solo bloque a nivel político, gubernamental, gremial, social, institucional, educativo y periodístico con los dirigentes de los demás departamentos que conformamos el nororiente del país: Santander, Boyacá y Arauca.

Y deben empezar nuestros 12 congresistas nortesantandereanos por ponerse de acuerdo en la estrategia a utilizar y en las acciones a emprender.

Después, buscar a sus amigos y colegas santandereanos, boyacenses y araucanos, consolidando un sólido bloque desde el congreso que, por encima de sus intereses personales y de los partidos políticos, exijan la atención del gobierno nacional y en este oportuno momento, cuando están en discusión proyectos de ley muy importantes para el presidente Santos (como la reforma tributaria, los contratos de estabilidad jurídica y de pensiones), le expongan directamente la altísima inconformidad ciudadana existente, resultado de la difícil situación  por carencia de vías e inversión social y no le envíen razones con el Ministro del Interior o con Aurelio Iragorri Valencia.

De no lograrse atención gubernamental por este método o por el que decidan los congresistas, se demostrará una vez más que Norte de Santander carece de prestigiosa y calificada representación política y sin ninguna influencia ante el presidente de la república, salvo muy contados congresistas que, por su gestión legislativa y liderazgo dentro de su partido, la gente les reconoce su valía.

Mientras tanto, sigamos soñando que no hay causa perdida para Norte de Santander y sus gentes.
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