Hoy, mientras usted lee esta entrevista, Ramón José ‘Moncho’ Cabrales completará 157 días secuestrado.
El drama de esta familia, a la que el secuestro pareciera haberse anclado como una maldición, inició, por cuarta vez, el pasado 3 de septiembre.
Ese día, hacia las 5:15 de la tarde, un grupo de 4 hombres portando armas largas secuestró a Moncho Cabrales a las afueras de Ocaña, sobre la vía que conduce a la vereda Venadillo.
Meliza Castro Lobo, su esposa, contó a La Opinión lo que han significado estos 5 meses de angustia, en los que el abandono estatal ha sido la constante y en los que la fabricación de fantasías en torno a la suerte de su esposo se ha vuelto una obligación para no afectar a sus dos hijos, de 9 y 3 años.
¿Qué recuerda del día del secuestro?
Ese día estábamos en la casa, él almorzó normal y se despidió porque tenía que hacer unas vueltas como a las 3 de la tarde. Fue al centro de Ocaña, recogió al papá y a un amigo. Luego entró al banco y sacó una plata. De regreso recogió a su mamá y pasó por la casa a llevarse la billetera que se le había quedado. En ese momento mi suegra se quedó en mi casa y él siguió con rumbo hacia la finca en compañía de mi suegro y su amigo.
¿En la finca fue donde lo secuestraron?
La finca de la familia está ubicada a las afueras de Ocaña, sobre la vía a una vereda que se llama Venadillo. Al llegar allá, Moncho le pagó al trabajador y el papá se bajó a recoger unos limones. Allí estuvieron como media hora. Cuando iban saliendo, para regresar a Ocaña, se encontraron con una camioneta blanca que venía a toda velocidad en sentido contrario y de la cual pensaron que no tenía frenos. Moncho frenó en seco para no estrellarse contra este carro y fue ahí cuando del mismo se bajaron tres sujetos portando armas largas y uno más se quedó manejando.
¿Estos sujetos tenían el rostro cubierto o portaban algún distintivo?
No, todos tenían la cara destapada. Tampoco llevaban uniforme ni ninguna identificación a la vista. Uno de los que se bajó le apuntó al amigo de mi esposo pensando que quizás era un guardaespalda. En ese momento de angustia, Moncho no le alcanzó a poner el freno de mano a la camioneta y esta se rodó hacia atrás, yéndose a una cuneta. Ahí fue cuando otro de los hombres armados le apuntó a mi esposo mientras él decía ‘yo no debo nada, yo no debo nada’. Luego se lo llevaron con rumbo hacia el aeropuerto de Ocaña.
¿Cómo se enteró usted de lo que había pasado?
Tan pronto sucedió todo, el amigo que los acompañaba me llamó y me dijo que me comunicara urgente con la Policía porque ‘se habían llevado a Moncho’. Salí corriendo para la estación y allá ya todos estaban enterados de lo sucedido. Me fui a la finca y la imagen de la camioneta encunetada y del amigo de mi esposo llorando me hicieron sentir que se me derrumbaba el mundo. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que realmente estaba pasando.
¿Qué hizo luego de saber que a su esposo lo habían secuestrado?
Empecé a llamar a las estaciones de Policía de varios municipios del Catatumbo para que cerraran las vías o movilizaran hombres a algunas zonas por las que creía que ellos podían pasar con mi esposo. Sin embargo, de tanto llamar se me descargó el celular. Y eso fue lo peor, porque a Moncho lo dejaron hacer una llamada como a la hora y media de haberlo secuestrado. A mí me marcó dos veces, pero solo me enteré cuando prendí el teléfono nuevamente en la noche.
¿O sea que no pudo comunicarse con nadie?
Como mi teléfono estaba apagado, le marcó a un hermano pero este no contestó. Finalmente llamó a la mamá y le dijo ‘mami, no me busquen más que ya estoy muy lejos. Me tienen los señores del Eln; esto es algo económico y político. Te recomiendo a mis hijos, a mi esposa y cuida mucho a mi papá’. Después se colgó la llamada. Eran las 6:30 de la tarde.
¿Qué ha pasado durante estos 5 meses?
Durante este tiempo han corrido muchos rumores. Al principio decían que todo esto era político, que pasadas las elecciones de octubre lo iban a liberar. Sin embargo, pasaron las elecciones y no lo soltaron. Después dijeron que lo iban a liberar para Navidad y tampoco fue así. Cada día que pasa la tristeza va marcando más y más los corazones de todos los que estamos viviendo esta situación.
¿Han podido establecer algún tipo de contacto con él o sus secuestradores?
A través de algunos sacerdotes de la iglesia católica, que han estado pendientes de todo esto, hemos podido saber que él está bien y que es la guerrilla del Eln la que lo tiene en su poder. Esta guerrilla ha llamado a hacer una exigencia económica por su liberación. Sin embargo, pide un monto que raya en el absurdo.
Hace unos días se conoció una prueba de supervivencia de su esposo. ¿Cómo fue tener noticias de él después de tanto tiempo?
El día que nos llegó el video con la prueba de supervivencia de Moncho, mis suegros no quisieron verlo. Sin embargo, no sabemos cómo eso se filtró a los medios y al mediodía, cuando llegamos a la casa a almorzar, lo estaban pasando por las noticias y mi suegro lo vio. Se quedó inmóvil llorando frente al televisor. Yo saqué a los niños de la casa para que no vieran ese video y traté de esconderme toda la tarde porque empezaron a llegar muchos periodistas a preguntar por eso.
¿Los niños vieron el video?
Mi hija sí. En la noche, cuando estábamos cenando, los noticieros volvieron a pasarlo y ella lo vio. En ese momento empezó a gritar ‘mami, mami, mi papá está vivo, ¡míralo!’, y se puso a llorar.
¿Cómo han afrontado todo esto sus dos hijos?
Al niño pequeño lo que le hemos dicho todo este tiempo es que su papá está en la finca y que allá se va a demorar un tiempo. En algunas ocasiones me dice que vayamos a visitarlo o pregunta si ya pronto regresa, pero por su inocencia aún podemos manejarle la situación sin que se afecte tanto. En cambio para la niña sí ha sido muy duro, porque ella era la consentida de Moncho y tenía la costumbre de dormirse abrazada con él. Tratar de explicarle lo que está pasando no ha sido nada fácil. A ella lo que le dije era que a su papá se lo habían llevado unos señores y que lo iban a tener un tiempo hasta que él arreglara una cosa con ellos.
¿Y le han funcionado esas ‘mentiras’?
Con la niña casi no. Ella siempre me pregunta que si su papá ya va a regresar, que si le podemos enviar en un domicilio la comida que ella sabe que a él le gusta, que si le podemos enviar una chaqueta para que se abrigue del frío. Todo eso me derrumba, me doblega. Últimamente he optado por no tratar el tema de Moncho con ella, pues cuando hablábamos se hacía falsas esperanzas sobre su pronto regreso. Y al final, eso la terminaba afectando más.
¿Qué le han dicho las autoridades en este tiempo sobre lo sucedido con su esposo?
La Policía, el Ejército y el Gaula nos explicaron que la zona donde se cree que tienen a Moncho es una zona con presencia de las guerrillas del Epl, Eln y las Farc, de muy difícil acceso y que tenemos que esperar. Eso ha sido todo.
¿Y el Gobierno?
De parte del Gobierno nacional no hemos recibido ningún tipo de apoyo, no nos han prestado atención ni nos han abierto las puertas. Ni siquiera, en estos cinco meses, nos han dado una sola cita para exponer nuestro drama. Es triste decirlo, pero todo lo que pasa en esta zona del país pareciera no ser importante.
¿Pero ni una sola llamada de algún funcionario?
El ministro del Interior Juan Fernando Cristo se comunicó con mi suegra una vez recién sucedió todo esto y no más. El senador Manuel Guillermo Mora sí ha estado más pendiente del caso. Una mención especial se la lleva el gobernador William Villamizar, quien todo el tiempo está preguntando por Moncho y sabemos que está moviéndose para lograr una pronta solución a todo esto.
Finalmente, ¿cómo cree usted que va a terminar todo esto?
La esperanza que tenemos es que el Gobierno nos dé una mano y que ahora que están próximos a iniciar una fase pública de diálogos con el Eln, ponga como condición para sentarse a la mesa, la liberación de todos los secuestrados que esa guerrilla tiene.