El rostro del soldado profesional Yeison Martínez Tapia, secuestrado a principios de noviembre, en la vía Tibú-La Gabarra, por miembros del Eln refleja alegría, esperanza y paciencia. Sin embargo, no pudo evitar dejar caer lágrimas de emoción segundos antes de reencontrarse con su familia.
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La tarde de ayer regresó a la libertad, a través de la gestión que adelantaron la Defensoría del Pueblo y la Iglesia Católica, para concretar su liberación en la zona del Catatumbo.
Junto con el militar también recobraron la libertad Galy David Soto Barranco, expolicía; José Álvaro Rodríguez Gélvez, Isaura María Paz Contreras y Yair Daniel Suárez Contreras, quienes fueron señalados por el Eln como informantes.
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“Estoy muy feliz de volver a casa, de estar con mis padres, esposa y mis hijos. Es un día esperado, anhelado, todos los días le pedía a mi Dios que me sacara de ahí”, dijo el militar liberado.
Martínez mantiene una sonrisa latente que conlleva ilusión y satisfacción de haber sobrevivido al secuestro.
Pensar en poder volver a abrazar a sus seres queridos lo hace querer “brincar y gritar de alegría”, como lo expresó minutos después de que un líder del Eln lo devolvió a la comisión de la Defensoría, en medio de una zona boscosa y de un grupo de integrantes de esta organización rodeando el lugar.
Martínez Tapia lleva 13 años de servicio en el Ejército y está adscrito al Batallón de Construcciones Número 50.
Ayer, el soldado profesional llegó a las instalaciones de la Trigésima Brigada del Ejército donde lo esperaban sus superiores, compañeros y su tesoro más preciado: su esposa e hijos y demás familiares.
Cuando el uniformado sintió el recibimiento en medio de aplausos por los demás militares que rodearon el lugar, no pudo aguantar el emotivo momento, mientras en medio de lágrimas de felicidad abrió sus brazos para abrazar a sus hijos.
Recobrar el tiempo perdido
Leidy Gómez, esposa de Yeison Martínez, agradeció a Dios y a las personas y entidades que estuvieron mediando para la liberación de su ser querido.
La mujer aseguró que desde que conoció la prueba de supervivencia sintió tranquilidad, pero al reencontrarse con su esposo, con el que tiene tres hijos, siente que ahora sí está completa su felicidad.
“Ahora mi vida está completa, es una alegría inmensa. Ahora vamos a recuperar el tiempo perdido, unirnos más, tener esa unión familiar más latente que antes”, dijo Gómez.
En el momento del secuestro, Martínez Tapia estaba conduciendo un carrotanque que transportaba agua para la comunidad del sector Palmeras del Mirador, en la zona rural de Tibú.
