Domingo, 12 de Octubre de 2014
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Poder participar de la construcción de los manuales de convivencia
escolar, y generar espacios para la solución pacífica de los conflictos,
según lo contempla la Ley 1620 del 15 marzo de 2013, hizo que tanto
estudiantes como padres de familia, exalumnos y líderes comunales, se
interesaran en crear y proponer propuestas para mitigar la violencia
escolar y garantizar un ambiente de sana convivencia en las aulas de
clase.~
jennifer.rincon@laopinion.com.co

Poder participar de la construcción de los manuales de convivencia escolar, y generar espacios para la solución pacífica de los conflictos, según lo contempla la Ley 1620 del 15 marzo de 2013, hizo que tanto estudiantes como padres de familia, exalumnos y líderes comunales, se interesaran en crear y proponer propuestas para mitigar la violencia escolar y garantizar un ambiente de sana convivencia en las aulas de clase.
La Opinión consultó con los cucuteños cuáles serían sus propuestas para actualizar el manual de convivencia escolar, que entre otras cosas, será más participativo e incluirá actividades de promoción y prevención del matoneo.
Estas fueron algunas de las propuestas:
Garantizar el buen trato entre estudiantes, docentes y administrativos (vigilantes, aseadoras), será primordial para que el manual de convivencia pueda funcionar a cabalidad, dicen los consultados.
La igualdad de derechos y deberes y la equidad entre la comunidad estudiantil serán la base sobre la cual se debe trabajar la construcción del manual.
“Con un buen trato en las aulas, la rectoría, el patio de descanso y hasta la caseta, se da el primer paso para que el manual funcione”, dijo Mariela González, estudiante. “Sin respeto y equidad las normas y estrategias planteadas nunca funcionarán y volveremos a lo mismo”.
Para Jessica Cárdenas, personera estudiantil, el buen trato parte desde el momento en que se entra al aula de clase, y el docente debe ser ejemplo de ello.
“Los profesores deben apuntarle más al diálogo que al castigo. Si un alumno comete una falta antes de corregir con un castigo o una anotación en el observador, se debe escuchar porqué reaccionó de manera violenta ante determinada situación”.
El diálogo y la concertación deben ser la base para la resolución del conflicto desde las aulas ya que esto determinará la manera cómo los estudiantes resuelvan sus diferencias en el hogar.
La integración de los padres de familia en la construcción del manual de convivencia y en las actividades escolares, es primordial para asegurar la resolución de conflictos y ambiente sano en las aulas.
Para Milena Trillos, el ejemplo empieza en casa y los padres deben mostrar su compromiso en la construcción de estrategias de convivencia y participar de las actividades programadas para mostrarles a sus hijos cuál es el camino correcto.
La consolidación de la Escuela de Padres, que permite intercambiar conocimientos y experiencias de sana convivencia, marcará la ruta de cómo reprender y enseñar a sus hijos sin llegar a los golpes o las malas palabras, claves para la construcción de buenos hábitos desde el hogar.
La construcción del manual de convivencia no debe ser rígida y fija, por el contrario debe estar en constante movimiento y adaptarse a los ambientes y situaciones de los estudiantes.
Para Vicente Prada, las normas establecidas en el manual deben adaptarse a las condiciones del contexto del estudiante, porque no se puede generalizar un caso para tener un correctivo si no se analiza previamente el porqué de la acción o reacción del escolar.
“El manual debe ser una herramienta de construcción colectiva que se enriquezca con propuestas de los estudiantes, los padres, el vecino, el vendedor de helados”, dijo Gloria Fernández, madre de familia. “Toda la comunidad debe ser participe porque es un tema de interés público”.
Prada manifestó que el hecho de que sean los mismos estudiantes quienes ayuden a poner las reglas del juego, hace que se empoderen con estos compromisos, y se identifiquen con las normas y pautas allí planteadas.
Generar espacios de integración alternativos diferentes al escenario académico, donde los estudiantes puedan interactuar y divertirse sin temor a irrumpir reglas y protocolos, es otra de las propuestas de la comunidad.
“Las reglas no son para niños. Debemos enseñarles a convivir y respetar las opiniones y diferencias de los demás desde otros escenarios”, dijo David Umaña, padre de familia.
Umaña asegura que los espacios alternos permiten generar mayor interacción entre los menores y ayudan a facilitar un diagnóstico de convivencia escolar. En estos escenarios es donde realmente se puede conocer en detalle el porqué de los malos comportamientos de algunos estudiantes.
Actividades lúdicas, recreativas y deportivas, son la herramienta para la construcción de escenarios de paz y sana convivencia.
La institucionalización de la Semana de la Paz y la Convivencia en los colegios, es la alternativa que plantea Juan David Caicedo, estudiante de once grado.
Caicedo plantea que la ejecución de una actividad de este tipo, que involucre propuestas culturales y artísticas relacionadas con temas de paz y convivencia, permite que los escolares se apropien y se identifiquen con estas temáticas.
La implementación de la Cátedra de la Paz, contemplada en Ley 174 de 2014, que obliga a las instituciones educativas (desde preescolar hasta educación superior) a consolidar un espacio para el aprendizaje, la reflexión y el diálogo sobre la cultura de la paz y el desarrollo sostenible, es otro de los ítems que deben quedar plasmados en el manual, aconsejó Elizabeth Luna.
El manual tiene que ser socializado ante la comunidad estudiantil y debe ser puesto en un lugar visible de manera más creativa y menos rígida para que los estudiantes se interesen en él.
“Así como los estudiantes saben de memoria sus derechos también tienen que ser conscientes de sus deberes”, dijo Luna.
Entre las estrategias de divulgación de derechos y deberes de los estudiantes, los encuestados resaltaron que deben socializarse por medio de actividades lúdicas, obras teatrales u otra expresión artística que capture la atención de niños y jóvenes.
Para padres de familia y estudiantes más allá de plantear faltas tipo 1, 2 y 3, y sus respectivos correctivos, el manual debe enfocarse en un 70% a la prevención y mitigación de la violencia.
Mientras que algunos ya están siendo partícipes de la actualización del manual, declarado obsoleto tras 20 años de existencia, otros se preparan para aportar sus ideas y estrategias para construir colectivamente un escenario de paz desde las aulas.
La inclusión de nuevos actores en la elaboración de los manuales garantiza mayor aceptación por parte de la comunidad y mayor reconocimiento.

Poder participar de la construcción de los manuales de convivencia escolar, y generar espacios para la solución pacífica de los conflictos, según lo contempla la Ley 1620 del 15 marzo de 2013, hizo que tanto estudiantes como padres de familia, exalumnos y líderes comunales, se interesaran en crear y proponer propuestas para mitigar la violencia escolar y garantizar un ambiente de sana convivencia en las aulas de clase.
La Opinión consultó con los cucuteños cuáles serían sus propuestas para actualizar el manual de convivencia escolar, que entre otras cosas, será más participativo e incluirá actividades de promoción y prevención del matoneo.
Estas fueron algunas de las propuestas:
El buen trato como eje
Garantizar el buen trato entre estudiantes, docentes y administrativos (vigilantes, aseadoras), será primordial para que el manual de convivencia pueda funcionar a cabalidad, dicen los consultados.
La igualdad de derechos y deberes y la equidad entre la comunidad estudiantil serán la base sobre la cual se debe trabajar la construcción del manual.
“Con un buen trato en las aulas, la rectoría, el patio de descanso y hasta la caseta, se da el primer paso para que el manual funcione”, dijo Mariela González, estudiante. “Sin respeto y equidad las normas y estrategias planteadas nunca funcionarán y volveremos a lo mismo”.
Para Jessica Cárdenas, personera estudiantil, el buen trato parte desde el momento en que se entra al aula de clase, y el docente debe ser ejemplo de ello.
“Los profesores deben apuntarle más al diálogo que al castigo. Si un alumno comete una falta antes de corregir con un castigo o una anotación en el observador, se debe escuchar porqué reaccionó de manera violenta ante determinada situación”.
El diálogo y la concertación deben ser la base para la resolución del conflicto desde las aulas ya que esto determinará la manera cómo los estudiantes resuelvan sus diferencias en el hogar.
Padres comprometidos
La integración de los padres de familia en la construcción del manual de convivencia y en las actividades escolares, es primordial para asegurar la resolución de conflictos y ambiente sano en las aulas.
Para Milena Trillos, el ejemplo empieza en casa y los padres deben mostrar su compromiso en la construcción de estrategias de convivencia y participar de las actividades programadas para mostrarles a sus hijos cuál es el camino correcto.
La consolidación de la Escuela de Padres, que permite intercambiar conocimientos y experiencias de sana convivencia, marcará la ruta de cómo reprender y enseñar a sus hijos sin llegar a los golpes o las malas palabras, claves para la construcción de buenos hábitos desde el hogar.
Construcción constante y flexible
La construcción del manual de convivencia no debe ser rígida y fija, por el contrario debe estar en constante movimiento y adaptarse a los ambientes y situaciones de los estudiantes.
Para Vicente Prada, las normas establecidas en el manual deben adaptarse a las condiciones del contexto del estudiante, porque no se puede generalizar un caso para tener un correctivo si no se analiza previamente el porqué de la acción o reacción del escolar.
“El manual debe ser una herramienta de construcción colectiva que se enriquezca con propuestas de los estudiantes, los padres, el vecino, el vendedor de helados”, dijo Gloria Fernández, madre de familia. “Toda la comunidad debe ser participe porque es un tema de interés público”.
Prada manifestó que el hecho de que sean los mismos estudiantes quienes ayuden a poner las reglas del juego, hace que se empoderen con estos compromisos, y se identifiquen con las normas y pautas allí planteadas.
Actividades alternas
Generar espacios de integración alternativos diferentes al escenario académico, donde los estudiantes puedan interactuar y divertirse sin temor a irrumpir reglas y protocolos, es otra de las propuestas de la comunidad.
“Las reglas no son para niños. Debemos enseñarles a convivir y respetar las opiniones y diferencias de los demás desde otros escenarios”, dijo David Umaña, padre de familia.
Umaña asegura que los espacios alternos permiten generar mayor interacción entre los menores y ayudan a facilitar un diagnóstico de convivencia escolar. En estos escenarios es donde realmente se puede conocer en detalle el porqué de los malos comportamientos de algunos estudiantes.
Actividades lúdicas, recreativas y deportivas, son la herramienta para la construcción de escenarios de paz y sana convivencia.
La institucionalización de la Semana de la Paz y la Convivencia en los colegios, es la alternativa que plantea Juan David Caicedo, estudiante de once grado.
Caicedo plantea que la ejecución de una actividad de este tipo, que involucre propuestas culturales y artísticas relacionadas con temas de paz y convivencia, permite que los escolares se apropien y se identifiquen con estas temáticas.
La implementación de la Cátedra de la Paz, contemplada en Ley 174 de 2014, que obliga a las instituciones educativas (desde preescolar hasta educación superior) a consolidar un espacio para el aprendizaje, la reflexión y el diálogo sobre la cultura de la paz y el desarrollo sostenible, es otro de los ítems que deben quedar plasmados en el manual, aconsejó Elizabeth Luna.
Reconocimiento de derechos y deberes
El manual tiene que ser socializado ante la comunidad estudiantil y debe ser puesto en un lugar visible de manera más creativa y menos rígida para que los estudiantes se interesen en él.
“Así como los estudiantes saben de memoria sus derechos también tienen que ser conscientes de sus deberes”, dijo Luna.
Entre las estrategias de divulgación de derechos y deberes de los estudiantes, los encuestados resaltaron que deben socializarse por medio de actividades lúdicas, obras teatrales u otra expresión artística que capture la atención de niños y jóvenes.
Para padres de familia y estudiantes más allá de plantear faltas tipo 1, 2 y 3, y sus respectivos correctivos, el manual debe enfocarse en un 70% a la prevención y mitigación de la violencia.
Mientras que algunos ya están siendo partícipes de la actualización del manual, declarado obsoleto tras 20 años de existencia, otros se preparan para aportar sus ideas y estrategias para construir colectivamente un escenario de paz desde las aulas.
La inclusión de nuevos actores en la elaboración de los manuales garantiza mayor aceptación por parte de la comunidad y mayor reconocimiento.