Viernes, 31 de Agosto de 2012
La guerra es una invención de la mente humana; y la mente humana también puede inventar la paz. Winston Churchill
Tras el informe de Telesur sobre la posible firma de un acuerdo de paz del gobierno con la Farc en la Habana, cuya instalación se haría en Oslo (Noruega) el próximo 5 de octubre y más tarde se trasladaría a Cuba, se confirmó el anuncio hecho días atrás por el expresidente Álvaro Uribe.
Ante las inquietudes expresadas por los empresarios, la clase política y la ciudadanía a través de los diferentes medios, el presidente Santos, en una intervención relámpago, comunicó a los colombianos sobre los encuentros llevados a cabo en Cuba con representantes de la Farc, así como la voluntad expresada por el Eln para participar en estos diálogos. El mandatario aclaró que se trabajará con base en la experiencia del pasado para evitar cometer los mismos errores y que no habrá tregua por parte de las fuerzas armadas en la persecución de quienes atenten contra la paz. De acuerdo a los ataques registrados en estos días, parece que de parte de la guerrilla tampoco hay tregua.
Este anuncio ha despertado reacciones encontradas. De un lado están quienes consideran que solo debe haber negociación cuando la guerrilla deponga las armas y cesen los atentados contra la infraestructura y la población, y del otro quienes consideran que la paz negociada es más barata que la paz lograda por la fuerza derrotando al enemigo. Por ejemplo, de los $185.5 billones del presupuesto nacional del año entrante, 22 billones (12%) irán para la guerra, desatendiendo frentes tan importantes como la educación y la salud.
Entre los argumentos a favor de una paz negociada sobresalen los cuantiosos daños ocasionados por el incremento de los ataques dados a conocer por los diferentes medios de comunicación. Según información suministrada por el presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería de Petróleos, Hernando Barrero, dada a conocer a través del periódico El Economista (agosto 30), el promedio de atentados a la infraestructura entre los años 2008 y 2010 fue de 32 y en el 2011 llegó 87. Entre enero y junio de este año van 67 y se considera que pueden llegar a 130. Esto preocupa a empresarios, inversionistas extranjeros y a la población que coloca los muertos dejando viudas y huérfanos. ¿Cómo se les dirá a quienes pierden sus hijos?
La guerra la sufrimos los colombianos y de ella escapan solo quienes tienen la oportunidad de salir. Pero estos anuncios de una posible paz negociada han despertado el apoyo de la Unión Europea, Estados Unidos, la Organización de los Estados Americanos, la ONU y países hermanos. Eso es energía positiva. La paz ha sido el sueño de los colombianos en los últimos cincuenta años, su rescate será lento y costoso, habrá nuevos impuestos para tal fin. Pero ante una guerra tan cara, la felicidad nos va a parecer barata.
El atreverse a jugársela por tan noble fin le ha representado al presidente Santos el aumento de 3 puntos en su favorabilidad y el respaldo de más del 60 por ciento de los colombianos
Tras el informe de Telesur sobre la posible firma de un acuerdo de paz del gobierno con la Farc en la Habana, cuya instalación se haría en Oslo (Noruega) el próximo 5 de octubre y más tarde se trasladaría a Cuba, se confirmó el anuncio hecho días atrás por el expresidente Álvaro Uribe.
Ante las inquietudes expresadas por los empresarios, la clase política y la ciudadanía a través de los diferentes medios, el presidente Santos, en una intervención relámpago, comunicó a los colombianos sobre los encuentros llevados a cabo en Cuba con representantes de la Farc, así como la voluntad expresada por el Eln para participar en estos diálogos. El mandatario aclaró que se trabajará con base en la experiencia del pasado para evitar cometer los mismos errores y que no habrá tregua por parte de las fuerzas armadas en la persecución de quienes atenten contra la paz. De acuerdo a los ataques registrados en estos días, parece que de parte de la guerrilla tampoco hay tregua.
Este anuncio ha despertado reacciones encontradas. De un lado están quienes consideran que solo debe haber negociación cuando la guerrilla deponga las armas y cesen los atentados contra la infraestructura y la población, y del otro quienes consideran que la paz negociada es más barata que la paz lograda por la fuerza derrotando al enemigo. Por ejemplo, de los $185.5 billones del presupuesto nacional del año entrante, 22 billones (12%) irán para la guerra, desatendiendo frentes tan importantes como la educación y la salud.
Entre los argumentos a favor de una paz negociada sobresalen los cuantiosos daños ocasionados por el incremento de los ataques dados a conocer por los diferentes medios de comunicación. Según información suministrada por el presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería de Petróleos, Hernando Barrero, dada a conocer a través del periódico El Economista (agosto 30), el promedio de atentados a la infraestructura entre los años 2008 y 2010 fue de 32 y en el 2011 llegó 87. Entre enero y junio de este año van 67 y se considera que pueden llegar a 130. Esto preocupa a empresarios, inversionistas extranjeros y a la población que coloca los muertos dejando viudas y huérfanos. ¿Cómo se les dirá a quienes pierden sus hijos?
La guerra la sufrimos los colombianos y de ella escapan solo quienes tienen la oportunidad de salir. Pero estos anuncios de una posible paz negociada han despertado el apoyo de la Unión Europea, Estados Unidos, la Organización de los Estados Americanos, la ONU y países hermanos. Eso es energía positiva. La paz ha sido el sueño de los colombianos en los últimos cincuenta años, su rescate será lento y costoso, habrá nuevos impuestos para tal fin. Pero ante una guerra tan cara, la felicidad nos va a parecer barata.
El atreverse a jugársela por tan noble fin le ha representado al presidente Santos el aumento de 3 puntos en su favorabilidad y el respaldo de más del 60 por ciento de los colombianos