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Editorial
El despertar de una ciudad
El voto de opinión se impuso dándole la victoria a un candidato que logró derrotar a la maquinaria política.
Lunes, 28 de Octubre de 2019

Cúcuta dio ayer una de las lecciones más importantes de su historia reciente. Por primera vez en muchos años, el voto de opinión se impuso dándole la victoria a un candidato que con una campaña cívica, austera y creativa, logró derrotar a la maquinaria política. 

Jairo Yáñez, empresario de la arcilla avalado por el Partido Alianza Verde, logró, en solo tres meses, movilizar a la ciudadanía en torno a una propuesta de cambio, llevada a varios rincones de la ciudad a través del megáfono, elemento que se convirtió en el símbolo de su propuesta de derrotar la corrupción y de representar de manera digna, ética y moral los intereses de los cucuteños. 

Y aunque muchos dudaron del efecto que pudiera producir una campaña sin maquinaria, sin estructura política y sin muchos recursos, en una ciudad acostumbrada a entregar mercados, cemento y hasta dinero a cambio de los votos, el resultado sorprendió y dejó claro el deseo de cambio. 

 La derrota de Jorge Acevedo, quien aspiraba al cargo de alcalde por tercera vez (en dos ocasiones distintas también había aspirado al Congreso) y aparecía hasta la última semana como favorito en las encuestas, demostró el cansancio de la ciudadanía con el continuismo que representa la figura de Ramiro Suárez, el poder en la sombra durante la última administración y quien ha manejado la ciudad desde la cárcel, donde paga una condena por homicidio.

A pesar de contar con la maquinaria de la administración municipal y de partidos tradicionales como La U y Cambio Radical, además de poderosos financiadores, la derrota de Acevedo también deja claro que la ciudadanía castigó la falta de capacidad para revertir los difíciles indicadores que tiene Cúcuta en temas sensibles como desempleo, informalidad, seguridad, competitividad y la falta de políticas claras en temas como migración, espacio público y desarrollo territorial. 

La derrota de Acevedo también demostró que el voto de opinión sí pesó y que, contrario a lo que se ha creído históricamente, en zonas como Atalaya y en comunas como la 6, 7 y 8, donde se mueve la maquinaria de los votos, decidieron confiar en un proyecto político distinto. 

El gran reto para el nuevo alcalde será conformar un gobierno técnico que le ayude a organizar la casa; saber trabajar con un Concejo de oposición y conciliar con el sector minoritario de los verdes que no apoyó su candidatura.  Una ventaja es que no tendrá que repartir puestos, pues en su campaña no hizo compromisos.  

En la Gobernación, la llegada de Silvano Serrano representa el continuismo del grupo político de William Villamizar, quien demuestra con este triunfo su poder electoral en el departamento. 

Serrano no solo se impuso en todos los municipios de Norte de Santander, sino que además superó por más de 90 mil votos la cifra con la que se eligió Villamizar hace cuatro años. Trabajar con un alcalde que en campaña fue muy crítico de las formas tradicionales de la política en la región, será uno de sus retos. 

Las elecciones del 27 de octubre pasarán a la historia como aquellas que demostraron el despertar de una ciudad; una ciudad que se cansó de estar rezagada y que vio en ‘el viejito del megáfono’ una oportunidad para enderezar el rumbo y  recuperar la decencia y la dignidad.

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