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Dios los cría y ellos...
Hay dos sentimientos que unen a los seres humanos: el amor y el odio. Y como en Colombia todo es posible, estamos viendo la aparición de esos sentimientos, protagonizados nada menos que por dos expresidentes, a quienes ahora une la antipatía profunda contra una persona que fue ministro de ellos dos pero que decidió volar solo, sin permiso, lo que los dos personajes no han soportado, por aquello de que en el país del sagrado corazón no es permitido que nadie piense o actúe sin licencia.
Viernes, 31 de Enero de 2014
Hay dos sentimientos que unen a los seres humanos: el amor y el odio. Y como en Colombia todo es posible, estamos viendo la aparición de esos sentimientos, protagonizados nada menos que por dos expresidentes, a quienes ahora une la antipatía profunda contra una persona que fue ministro de ellos dos pero que decidió volar solo, sin permiso, lo que los dos personajes no han soportado, por aquello de que en el país del sagrado corazón no es permitido que nadie piense o actúe sin licencia. Y el actual presidente, Juan Manuel Santos, decidió hacer la paz sin tener en cuenta a sus dos antecesores, ilustres voceros de la extrema derecha, quienes consideran un irrespeto que quien fuera su subalterno decidiera buscar contactos y negociaciones con la guerrilla que lleva más de 50 años amargándonos la vida.

Nadie en sus cinco sentidos pensó que fuera posible un acercamiento entre dos personajes que se habían lanzado, en el pasado reciente, fuertes ataques, precisamente por su posición con respecto a  la organización subversiva fundada por Tirofijo. Es más: Álvaro Uribe basó su campaña electoral en los ataques a Andrés Pastrana, a quien acusó de entregar a las Farc 42.000 kilómetros de territorio, una superficie superior  a varios países europeos. Nadie pensó que después de los ataques fuera posible que los dos personajes fumaran la pipa de la paz. Sobre todo porque Pastrana odia profundamente todo lo que tenga que ver con Ernesto Samper, en tanto que Uribe militó en las filas del samperismo hasta el punto de que fue una de sus fichas en Antioquia.

Pero en política nada está escrito. Viejos rivales han firmado la paz para alcanzar algún objetivo común. En épocas pretéritas, el general Obando se amistó con el general Mosquera para tumbar al gobierno de ese momento. Posteriormente, Alzate y Ospina se unieron contra Laureano Gómez.y apoyaron el golpe de estado de Rojas Pinilla. Los ejemplos a lo largo de nuestra accidentada historia patria abundan y son ejemplo de que los colombianos podemos esperar a ver hasta lo más absurdo.

Por ahora, Pastrana y Uribe –el agua y el aceite- han acordado pactar una alianza con miras a las elecciones de este año en las que el segundo de ellos encabezará una lista para Senado, con la ilusión de elegir unos 50 parlamentarios, lo que le daría el manejo del Congreso, en tanto que el segundo hostiga con saña todo lo que huela a samperismo, inclusive periodistas que han cometido el pecado de ser amigos del simpático Ernesto, un dicharachero político, acusado de relaciones con el cartel de Cali, que habría financiado su campaña para la primera magistratura.

Pastrana, a pesar de haber sido elegido como mandatario, no ha podido abandonar sus odios y ha perseguido a todos los periodistas que fueron amigos de su enemigo, a los cuales ha hecho despedir de su trabajo, utilizando para ello sus contactos con viejos socios, incluyendo los propietarios de empresa de televisión. Es un hombre de odios eternos, lo mismo que Uribe, cuya antipatía por la guerrilla comunista ha hecho temer por la posibilidad de un atentado personal, el cual fue condenado de antemano por el presidente Santos, quien dijo que, en caso de que ello ocurriera, se acabarían los diálogos en Cuba. A ambos sólo los une ahora la animadversión contra el actual ocupante del Palacio de Nariño, al cual seguramente le están haciendo hasta maleficios. Pero ahora se han unido para hacer males.

Los periódicos están hablando de ‘’alianzas’’ de la extrema derecha, que quiere oponerse a los acuerdos con la subversión, que pondrían fin a la más larga guerra civil que ha afrontado nuestro sufrido país, víctima del fanatismo político, de la dominación de castas políticas y económicas, que se han enriquecido con los carteles de la contratación  y el narcotráfico  y de la corrupción, que ha permeado todos los estamentos, empezando por la política y las organizaciones armadas.

¿Qué proponen los ilustres aliados de la derecha? No se sabe porque en sus declaraciones no hacen claridad sobre sus intenciones. Lo único que se saca en claro es que quieren derrotar la reelección del presidente Santos, quien cuenta con el apoyo de varios partidos, empezando por los dos tradicionales, que se han apresurado a ofrecerle sus votos. No hay que olvidar que el presidente da muchos puestos y contratos, en tanto que le oposición no ofrece nada. Sólo soledad y desempleo y eso lo saben bien los dos aliados, que en el poder dieron hasta notarías. GPT     
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