Cuarenta metros de manguera y dos baldes acompañan a Irma Contreras cada tarde. Su misión, o más bien su vocación, es regar, podar y sembrar plantas en el separador de la avenida 17 de Siglo XXI y Torcoroma 2.

Esta tarea la repite desde hace 4 años, y aunque ya perdió la cuenta de cuantos árboles ha plantado, pinos, veraneras, ecsoras, y lirios son sus plantas preferidas.

“Las ganancias de mi vivero las tengo invertidas acá”, dice sonriente mientras señala la hilera verde que adorna la calzada de 500 metros.

Solo le compraron los pinos. El dinero para el resto de plantas salió de su bolsillo.

Contreras dijo que pese a que algunas vecinas se le han unido a la tarea de regar y podar, ninguna ha tenido continuidad en esta labor. El impulso de jardineras no les dura más de dos meses.

Al otro extremo de la ciudad, en el parque de La Virgen en Comuneros, Agustín García es el jardinero voluntario del parque.

Mientras termina de sembrar cuatro palmas que un vecino le regaló para adornar el parque, dice que ya completa 33 años en esta labor.

A sus 79 años no le ha perdido el gusto a sembrar, regar y podar las plantas del parque que adoptó.

Unos 100 árboles son su mayor tesoro. La mayor parte del día se la pasa en el parque. Cuando no está en casa su familia ya sabe a donde buscarlo.

García asegura que siempre soñó con tener un gran jardín, y pese a que en su casa solo tiene dos árboles materializó su sueño en el parque de Comuneros.

“Acá tengo unas flores muy bonitas que me regaló Adolfo; a él también le gusta la jardinería”, explica  García la referirse a un vecino de la Primera Etapa.

Su afirmación es muy cierta. Desde el 2010,  Jesús Adolfo Estrada Silva ha plantado 250 árboles y flores en el Paseo Rojo y Negro.

Con una botella plástica y unos galones de agua riega durante cuatro horas a sus mirtos chinos, pomarrosos, entre otras 45 especies vegetales.

A Estrada lo impulsa el deseo de dejarles un ambiente mejor a sus hijos al tiempo que embellece de colores las calles que recorre a diario.

Igual convicción tiene Luis Antonio Guerrero, quién desde hace tres años es el jardinero del parque de Claret.

Además de podar y regar las plantas existentes creó una pequeña huerta de plantas frutales a un extremo del parque, al tiempo que invita a sus vecinos a sembrar sus propios árboles.

Para Guerrero las plantas son fuente de amor, paz y armonía, y la jardinería una labor de corazón, dedicación y mucha responsabilidad con el planeta.