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Cúcuta
Alma de Colombia, el programa de radio más antiguo en Cúcuta
Un grupo de músicos profesionales y empíricos lleva más de 50 años transmitiendo en vivo. Esta es su historia.
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Helena Sánchez
Sábado, 23 de Abril de 2016

La vida de un grupo de hombres está en la música; lo es todo: alegría, melancolía, discusiones, la llave de ingreso a un estudio de grabación, el sueño de crear un gran festival que evoque las canciones tradicionales de los sonidos emblemáticos de Colombia, y la certeza de saber que la tierra, toda, puede estar en una partitura.

Jorge Zafra, Jaime Meneses, José Laguado, Alberto Capacho, Rafael Cárdenas, Jorge Contreras, Jesús Acevedo, Germán González, Antonio Reyes y Antonio Barrera son músicos y compositores, arreglistas e improvisadores de la música andina colombiana y de todo tipo de música que suene a tradición y cuente bellas historias.

Barrera es el único sobreviviente del grupo original que por 54 años se ha dedicado a transmitir en una cabina de radio, en vivo, la música del país, relatando anécdotas y fusionándose con tiples, guitarras, percusión, trompeta y saxofón, instrumentos que poco a poco se han integrado para brindar a sus oyentes horas interminables de resonancias y folclor.

“Los tengo incluidos para participar en el Récord Guiness como el grupo más antiguo y único en esta actividad en Latinoamérica y, probablemente, en el mundo”, dice Miguel Ángel Estévez, su operador en el control master de la emisora de la Universidad Francisco de Paula Santander (Ufps) desde donde llevan cinco años haciendo su transmisión cada sábado, al mediodía, durante dos horas.

Estévez es el único controlador que les gusta para manejar la consola. Los comprende y vive fascinado con sus locuras y bromas, porque este grupo de ‘cuchachos’ no para de reír en cada emisión.

Sin embargo, la seriedad y el control llegan con cada interpretación porque ese es el momento en el que la vida entera cobra sentido, con los recuerdos de los compositores y la búsqueda de la entonación exacta y sentida.

Cada obra, cada pentagrama es un homenaje al país, y a los hombres que describen un paisaje o un amor en letras emblemáticas.

La historia

Como la belleza de su oficio, la historia es larga. Según el relato de Barrera, que es retransmitido fielmente por Acevedo, “una tarde fresca, el 6 de enero de 1958, a eso de las 4 de la tarde, se encontraban reunidos en la casa que administraba Alejandro Contreras, algunos amigos que gustaban de la buena música: la colombiana”.

“En ese entonces estaba recién llegado a Villa del Rosario Ramón Rodríguez Gómez, como locutor de la emisora La Gran Colombia”, dice. “Mientras iba a pagar un recibo de la energía encontró a los hermanos Isidoro y José Miranda, Ciro Rodríguez y el reconocido maestro y compositor Antonio Barrera”.

Como era de su agrado, “y un sentir placentero para Ramón Rodríguez, trajo su guitarra y en esa tarde inolvidable se unieron Fernando Jaimes -o como le decían su amigos, ‘Cabeza de Hacha’-, y Ramón Granados, con su hermano Chepe, a poner un toque picante de humor”.

Después de la tertulia, Rodríguez propuso crear un programa radial de música que sería transmitido por la emisora, aprovechando que él era el locutor.

Todos aceptaron la idea y su primer programa, a las 8 de la noche, se llamó Ecos de Colombia.

Duró poco más de una hora y luego salió al aire dos veces por semana, jueves y domingos, patrocinado por varias empresas de la región cuando se creó la Vuelta a Colombia en bicicleta.

Barrera se inspiró en este acontecimiento deportivo para componer la canción ‘Juega la Media’, usada como fondo en la trasmisión de la vuelta que partía de Villa del Rosario.

Desde entonces, Barrera no ha parado, y hoy suma más de 380 composiciones en honor a Norte de Santander, a su natal Cucutilla, y al país. Actualmente reside en Venezuela y tras el cierre de la frontera, se dificultó su paso hacia Colombia por haber extraviado la cédula colombiana, por lo que asiste ocasionalmente a la Ufps.

Durante ocho años, el programa se emitió desde Villa del Rosario; luego cambió de nombre y lugar pasando por La Voz de la Gran Colombia, La Voz del Norte, Radio Guaimaral, Radio Reloj, para regresar a La Voz del Norte hasta cuando murió Rodríguez, el fundador.

“Ahí el grupo tuvo una crisis”, recuerda Meneses, el trompetista. “Entre seis personas había que pagar el arriendo del espacio que valía 450 mil pesos; ninguno aguantaba…”

De nuevo en La Voz del Norte, el programa cambió su nombre por Aires de mi Tierra, en homenaje al conjunto de planta que así se llamaba.

Un buen día, Acevedo pensó que la emisora de la Ufps sería una buena alternativa para mitigar gastos y lo fue. Emisora nueva, vida nueva, y un nuevo bautizo para denominarse Alma de Colombia, como grupo y programa.

Maravillas con siete notas

Al salir de la emisora se reúnen en una acera, a pocos pasos de la Universidad. Ya los conocen en el Samán de Oro y les prestan sillas para resguardarse bajo la sombra de los árboles, y siguen tocando hasta que el cuerpo aguante.

“Es maravilloso lo que se hace con solo siete notas, ¿no?”, pregunta Laguado con su saxofón colgado al cuello, mientras Meneses habla de lo importante que sería para ellos lograr apoyo para hacer un concierto semanal en las escuelas de Cúcuta, y dar a conocer la música que es el alma de Colombia.

Algunas personas que viven en los alrededores los buscan en las tardes para tener el concierto gratuito, al aire libre.

“Nos preguntan que si el otro sábado venimos y acá llegan a acompañarnos”, comenta Laguado. “Nos invitan algo de beber, conversamos y recordamos”.

Y, ¡claro que regresan cada sábado! En todo caso, llevan 54 años sin dejar de hacerlo y sin detener su sinfonía de vida en cada sitio en el que encuentran inspiración.

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