Amables lectores: Desde el gobierno anterior cuando se impuso a la fuerza un acuerdo de paz, que el pueblo por medio del referendo había rechazado, se fracturó al país y quedó políticamente enfrentado.

Ningún tema queda marginado de esta división. Nada se discute sin que aparezcan los alineamientos en bandos. Cualquier tema, sin importar su trascendencia, genera de inmediato un alto grado de polarización. Ningún asunto genera consenso y ni la pandemia ha servido de amalgamiento para cerrar filas buscando mejorar la efectividad de las medidas. Esta crisis de la salud ha sido utilizada como elemento electoral. Si alguien desea posesionarse electoralmente para los comicios del año próximo la crisis económica originada en la pandemia es la plataforma de lanzamiento para lograr este objetivo.

Mientras algunos piensan en sus intereses políticos de muy corto plazo, el país se debate en una crisis delicada. Los rebrotes del virus no han permitido estabilizar el proceso de reactivación, unido a la crítica situación fiscal. Miles de ciudadanos día a día enfrentan la realidad de salir a trabajar con el riesgo de contagio a cambio de conseguir lo necesario para sobrevivir. El virus parece ser más fuerte que las organizaciones de salud de los países. En Colombia la mezquindad del liderazgo político impide reconocer la gravedad del desafío y de pensar como nación y no como partido. Algunos miembros de la clase política creen que mientras peor le vaya al país y al presidente, mejor les irá a ellos. Cualquier argumento les es útil para debilitar la acción institucional.

Hablan de que la nueva reforma tributaria se enfoque en el 1% de los más ricos del país olvidándose que Colombia tiene los mismos 4 millonarios de hace 30 años. Se calcula en 8000 personas las que tienen un patrimonio superior a 5000 millones de pesos. No se debe olvidar que los impuestos los paga el producto, no lo hacen ni los ricos ni los pobres. Todos esos gastos fiscales se contabilizan como un costo de producción y se aumenta el precio de venta. No tiene sentido que en el país se ubique en estratos 4, 5 o 6 a una persona que vive con un ingreso de 4 o 5 millones.

Ante lo expuesto, se debe aplicar el sabio criterio de que los bienes son para solucionar males. Estoy de acuerdo con lo expresado por el empresario Mario Hernández cuando afirma que el Gobierno debería vender el 10% de Ecopetrol además de las acciones que tiene el Estado en ISA y el gran volumen de bienes que han sido expropiados a la mafia y que están disponibles y que realizar estas acciones podría producir un ingreso superior a los 40 billones de pesos.

La búsqueda de recursos debe ser integral y no solo acudir al bolsillo del ciudadano ya sea empleado o un empresario que produce empleo. Los senadores y representantes tienen salarios de más de 30 millones de pesos mensuales. Se deberían rebajar el ingreso como lo hicieron muchos empleados y ejecutivos para ayudar a superar la crisis económica sufrida por sus respectivas empresas. Estos políticos están abusando del pueblo. Es necesario reducir el número de congresistas. 

El sector empresarial ve el futuro con una incertidumbre total. La gente no quiere invertir y mucho menos si le aumentan los impuestos. Los empresarios deben participar en las soluciones, si estas traen pérdida de dinero se deben considerar como una inversión para sostener las empresas y el empleo en estos momentos de crisis. Se debe simplificar el régimen tributario y fortalecer la DIAN para presionar a los evasores.

Recordemos lo dicho con gran sapiencia por Jean Baptiste Colbert, ministro de Finanzas de Luis XIV: “El arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso buscando obtener la mayor cantidad de plumas con la menor cantidad de graznidos del animal”.

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