Algunos temas de la agenda pública colombiana son abordados con prejuicios y mucho sentido común. Lo anterior está relacionado con la política antidroga, según el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) la cantidad de hectáreas sembradas ha sido 69.000 y 96.000 en 2014 y 2015 respectivamente, este aumento ha generado varias conjeturas sobre el fracaso de la política antidroga, que pueden simplificarse en las siguientes: 1) la aspersión es el método más eficaz para reducir las hectáreas de cultivo; 2) un aumento en Colombia del consumo de cocaína y basuco, y en Estados Unidos y 3) la dificultad que generará para la implementación de los acuerdos de paz.
Hace poco el profesor Hernando Zuleta director Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas – CESED- de la Universidad de los Andes publicó un trabajo, intitulado Coca, Cocaína y Narcotráfico, donde pone en tela de juicio muchas de las hipótesis planteadas. El profesor muestra que “no hay correlación estadísticamente significativa entre erradicación (aérea y manual) y área cultivada, las fumigaciones aéreas no tienen un efecto significativo en el cultivo de coca, la erradicación manual… parece tener un efecto negativo, aunque poco robusto, sobre el área cultivada”, en el caso de la aspersión tiene dos problemas adicionales, es ineficiente, ya que su costo por hectárea era mayor que el precio de mercado de la hoja de coca sembrada, y las conflictivas relaciones entre Estado – Comunidad (municipios cocaleros).
¿Qué sería lo más efectivo? la evidencia muestra que son las incautaciones y la destrucción de infraestructura. Según las estimaciones “un centro de procesamiento de cocaína destruido reduce el cultivo de coca en cerca de 10 hectáreas. Igualmente, las incautaciones de base de coca reducen los cultivos. En particular, un kilogramo adicional de base de coca incautado provoca una reducción de aproximadamente 0,17 hectáreas en un municipio”.
Para responder a las otras dos conjeturas, según el profesor Zuleta y las estimaciones de Cote “no hay evidencia de que el proceso de paz haya tenido un efecto en el área cultivada” y de acuerdo con cifras del DNP “el mercado interno representa cerca del 20% del mercado total y resulta difícil explicar, por esta vía, un aumento del área cultivada... 2. No existe evidencia de un aumento en el consumo interno de cocaína” y en el caso de Estados Unidos “el aumento del consumo de cocaína… está concentrado en un grupo etario y en algunos estados”.
Lo más importante del estudio del profesor Zuleta son dos cosas; la primera, “la inconveniencia de utilizar los cultivos de coca como indicador del éxito o fracaso de la lucha contra las drogas” aunque es importante para el control territorial de los grupos al margen de la ley. La segunda idea, es que cualquier tipo de política antidrogas debe pensarse en términos de estrategia de desarrollo integral, (provisión de bienes públicos, financiación de proyectos productivos, proyectos de generación de empleo, etc) ya que “los municipios cocaleros son, en promedio, más pobres que el resto de municipios”, sus ingresos tributarios son bajos, como también su conectividad y el desarrollo institucional, por ende, el éxito de la política antidrogas estará mediada, no solo por el tipo de método de erradicación o lucha, sino por un gran inversión social con enfoque de desarrollo integral y territorial.