A la enorme cantidad de motocicletas que hay en la ciudad, una por cada cuatro habitantes, aproximadamente, hay que sumarle las pocas y estrechas calles, y lo más grave, la manera como las conducen, pareciera que no existe un código de tránsito, porque los controles son escasos o nulos, y el alto índice de accidentalidad aumenta de manera vertiginosa, como los propios vehículos.
Dentro de los hechos insólitos que acontecen en la circulación de motos, los conductores no respetan las señales de tránsito, pasan los semáforos en rojo, adelantan por la izquierda, exceden la velocidad y se parquean donde les provoca.
Las faltas anteriores se quedan corticas con las modalidades adoptadas por los jóvenes motociclistas: transitan de noche, por vías perimetrales o céntricas, con las lámparas apagadas o inservibles, y para desenfrenar su adrenalina, paran los vehículos en la llanta trasera, al frente de los semáforos o de las mismas cámaras de seguridad.
Es tanta la complacencia o indiferencia de las autoridades, que en los reportes de los operativos, nunca incluyen sanciones a los peligrosos conductores, no obstante los accidentes fatales que han provocado.
En los recorridos que hago como peatón por los estrechos sardineles hacia el parque 29 de Mayo, me acompañan los sobresaltos y los temores de que los veloces vehículos se desvíen hacia donde caminamos, o en el peor de los casos, que los malabaristas no logren controlar las pesadas máquinas cuando hagan las demostraciones de vértigo e irresponsabilidad.
¿Por qué será que la secretaría de tránsito y movilidad nunca se pronuncia en los medios radiales y televisivos, donde les sobran los espacios, sobre tales atropellos y amenazas contra la integridad de los ciudadanos?
¿Cuál será la razón por la que los agentes de tránsito (policías) nunca aplican comparendos a los infractores anteriores y solo les interesan los requisitos que no representan peligro para la ciudadanía, como los documentos en regla y hasta los cascos (seguridad pero para los motociclistas)?.
En los puentes festivos recientes se ha complicado la movilidad por la gran cantidad de carros y motos que se desplazan por la ciudad, nos imaginamos que ocurrirá en plenas festividades decembrinas y carnavales , si no programan un plan de contingencia, como restringir el ingreso de automotores al centro, obligar a conducir con velocidad prudente, y por supuesto, sin consumir licores o drogas alucinógenas.
Dentro de todos los males que aquejan el tránsito en esta ciudad, el que no tiene similar o copia en cualquier parte del país, sin lugar dudas es la moda que han impuesto los muchachos motociclistas de apagarle las luces cuando se trasladan en las noches a gran velocidad por las calles y carreteras.
¿Será que están esperando que ocurra una tragedia, por ejemplo, que el papá que maneje el carro familiar sea embestido por uno de esos locos motociclistas, y que no tenga como eludir el accidente ni la muerte de su esposa, hijos y la propia? .
Y se sabe que este problema no es solo de Ocaña, este es un mal generalizado de Colombia, pero habrá en otra parte de nuestro territorio tanta anarquía de los motociclistas?