Es paradójico que mientras los desmovilizados de las Farc hablan del incumplimiento de los acuerdos de paz, uno de sus más influyentes cabecillas, Iván Márquez, permanece en la clandestinidad en una clara muestra de violación a los compromisos.
Quienes fueron reconocidos como líderes de la otrora organización alzada en armas, como es el caso de Márquez, deberían estar encabezando las iniciativas que buscan reincorporar a la vida civil a los excombatientes. Lo más grave es que envió mensajes que podrían motivar a los desmovilizados a continuar en guerra. Así se puede interpretar cuando manifiesta que fue un error dejar las armas antes de asegurar la reincorporación política y social de los guerrilleros.
Son varios los desaciertos en sus declaraciones, como el hecho de apoyar las políticas dictatoriales de Nicolás Maduro en Venezuela. Falta saber si las afirmaciones de Márquez son de carácter personal o están respaldadas por otros líderes de esa organización, incluso del partido de la Farc. Sería pertinente conocer un pronunciamiento oficial de ese movimiento político frente a la situación de Márquez y el respaldo al gobierno de Nicolás Maduro.
Todas estas consideraciones podrían ser tomadas en cuenta por la justicia como evidencias en su contra por no cumplir los pactos de La Habana, que fueron válidos para levantar las órdenes de captura y cargos por decenas de delitos cometidos durante su vida guerrillera. Gracias a esos acuerdos puede gozar de libertad sin persecución alguna, sin embargo los deberes asumidos de manera concomitante con sus derechos, no están siendo honrados. Incluso la JEP tiene la potestad de excluir de la jurisdicción especial a Iván Márquez con suficientes argumentos por su falta de compromiso con las obligaciones asumidas en el proceso.