La discriminación ha acompañado siempre a la música vallenata. Recordemos que en sus inicios, cuando sus protagonistas eran analfabetos , no podían ingresar a los centros sociales de la aristocracia valduparense. A la entrada del club Valledupar había un letrero que advertía que el lugar estaba vetado para los acordeonistas porque el instrumento de origen germánico , a mediados del siglo pasado, era interpretado por vaqueros y agricultores, casi todos de ancestros africanos o indígenas.
El evento de difusión y promoción, ideado por Rafael Escalona Martínez y Consuelo Araújo Noguera, denominado Festival de la Leyenda Vallenata, y que comenzó en 1968 , parece que fue concebido para los acordeonistas y compositores cesarenses o guajiros, porque en los primeros años, fueron excluidos por los jurados de turno juglares de la talla de Andrés Landero.
No son pocas las canciones que se escribieron y grabaron para protestar contra las persecuciones y discriminaciones de las personas encargadas de escoger a los reyes , tanto de la ejecución del acordeón como la composición de paseos, merengues, sones o puyas, oriundos de los departamentos sabaneros de Bolívar, Córdoba, Sucre , incluso del Atlántico.
En ese entonces, a nadie se le ocurriría que un músico cachaco como Beto Jamaica fuera coronado como rey vallenato, pero para el acordeonista bogotano las cosas habían cambiado y también había desaparecido el sesgo regionalista que le imponían algunos miembros del jurado calificador, que entre otras cosas, poco sabían de música vallenata.
Dentro de las grandes paradojas que rodean a los directivos del festival, en cabeza del hijo de la cacica, Rodolfo Molina Araújo, de manera inexplicable fueron excluidos de los acostumbrados homenajes que se ofrecían cada año los juglares y músicos que han contribuido a la expansión del vallenato tradicional y en cambio escogieron a Carlos Vives , dejando de lado al tri rey Alfredo Gutiérrez Vital y al cantante Jorge Oñate, verdaderos baluartes del hermoso género musical vernáculo.
Nadie puede desconocer la calidad humana del artista samario y las cualidades que tiene como cantante, y por supuesto de la internacionalización de algunas de las mejores canciones vallenatas , incluidas en varios álbumes titulados clásicos de la provincia, y de las regalías que reciben los juglares o sus familias , ¿pero será que la obra del autodenominado Rebelde del acordeón carece del mérito necesario, cuando él se encargó de difundir la música vallenata por casi todo el territorio nacional, a partir de los años sesenta del siglo anterior?
Algo similar ocurre con el cantante pacífico (oriundo de Las Paz), Jorge Oñate, que con su hermosa y varonil voz interpretó páginas imperecederas del vallenato costumbrista y romántico, que cautivaron a los jóvenes de Colombia en la década de los setenta de la centuria pasada. Sin embargo nunca se le ha hecho un reconocimiento por parte de dicha fundación.
Remontándonos a tiempos más antiguos, ¿por qué razón nunca les brindaron un homenaje a los integrantes de Bovea y sus Vallenatos, especialmente al cantante atanquero Alberto Fernández, que por fortuna todavía vive, y cuando estaban vivos julio Bovea y Ángel Fontanilla?
Algo parecido podríamos preguntar sobre los sobrevivientes de Los Playoneros del Cesar, que el año pasado perdieron al gran cantautor Rafael ‘Wicho’ Sánchez , pero que todavía conservan a Isaac Carrillo Vega y al acordeonista Ovidio Granados
¿Cuáles serán las razones que tienen los integrantes de la junta directiva de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata para excluir o discriminar a estos músicos de los homenajes que debieron recibir en vida y por sus invaluables aportes al sostenimiento y divulgación del vallenato narrativo y romántico? .
Y mientras que la Unesco tendió un salvavidas a la música vallenata tradicional, la fundación ha hecho poco o nada, por el contrario, en el suntuoso parque de la leyenda, programa presentaciones con artistas foráneos que no tienen nada que ver con el folclor musical del antiguo Valle de Upar, y que se llevan casi todo lo que produce cada festival.
Reiteramos la inquietud: ¿qué pecado tan grande cometieron Alfredo Gutiérrez y Jorge Oñate para que sean discriminados por la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata?