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Enfrentados a sí mismos
Es cierto, hay millones de colombianos que dependen de salir a las calles para acceder a servicios básicos.
Viernes, 3 de Abril de 2020

Como si la naturaleza quisiera mostrar los alcances de la hipercomunicación humana, el aislamiento obligatorio es una reacción al exagerado contacto en nuestra vida diaria. 

La rápida propagación de la COVID-19 obligó al estado colombiano a decretar un retiro obligatorio de nuestros hábitos. Y aunque al humano del siglo XXI le parezca un caos permanecer en su hogar durante semanas, hace unos siglos no hubiera sonado tan desesperante. El hombre moderno sale de su casa todos los días.

Las consecuencias mundiales del virus se han anunciado insistentemente a través de los medios. Pero, ¿Qué tan discutido ha sido el impacto de este aislamiento para cada uno de nosotros?. Esta reclusión incide en cada individuo tan pertinentemente, que sus beneficios en prevención del virus se quedan cortos.  En el entorno social tan acelerado que viven grandes urbes como Bogotá, unas semanas de pausa y soledad pueden beneficiar la salud mental de sus habitantes.

Tres semanas de aislamiento, por ahora, es la oportunidad que no hubiéramos visto llegar sin una situación de emergencia. Reinventarnos, ahorrando tiempos de transporte, sin contaminar, y en nuestro hogar, es reconstruir nuestros hábitos alrededor de una relación más cercana con nosotros mismos. Suena a vacaciones obligadas en casa. 

La presión permanente a la que vivimos expuestos dentro de diferentes espacios públicos, ya sea por trabajo, ocio o necesidad, puede significar una carga excesiva para nuestra tranquilidad. Nuestra hipercomunicada sociedad nos lleva a excesos que fomentan reacciones incómodas como la ansiedad o el estrés. Este aislamiento forzoso es la oportunidad de enfrentarse a sí mismo, para reinventarnos en búsqueda de una paz individual.

Los humanos tendremos que cuestionar el funcionamiento de nuestra economía, no sólo para la evasión del virus, sino también en el manejo de nuestros recursos personales para vivir en equilibrio. La innovación tecnológica, al tiempo que nos ha traído excesos, nos permite tener, y crear, herramientas para evitar desplazamientos físicos desgastantes. Por ejemplo, nos vemos obligados a conocer los beneficios del teletrabajo. 

Encontrar un ambiente cómodo de trabajo y ocio dentro de mi hogar, es la mayor contribución que podemos hacer a la crisis económica y sanitaria. La racionalización de nuestros recursos nos ofrece la posibilidad de innovar frente a la crisis. Esto podría resultar en una humanidad más eficiente en su trabajo y con el medio ambiente.   

Es cierto, hay millones de colombianos que dependen de salir a las calles para acceder a servicios básicos. Para ellos, vivir estrictamente el aislamiento no es una opción. Poder sustituir los lugares de nuestras responsabilidades diarias por nuestra vivienda, es un privilegio. Garantizar el abastecimiento de servicios básicos a una sociedad enclaustrada, pareciera un nuevo reto, un poco bizarro, para los humanos.      

Los monjes contemplativos de la Orden de los Cartujos, fundada hace mil años, viven prácticamente en total aislamiento de la sociedad. En silencio, oración y la soledad de sus celdas. Parecería imposible que alguien pudiera vivir voluntariamente, y estando cuerdo, en esas condiciones. No obstante, ¿Por qué no arriesgarse a contemplar la belleza de la propia compañía?    

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