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Caminantes en el Darién
La ruta ahora se dirige al norte del continente e implica atravesar caminando el inquebrantable Tapón del Darién.
Miércoles, 12 de Octubre de 2022

“El periodismo consiste esencialmente en decir ‘Lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”. La frase se le atribuye a Chesterton y puede entenderse de dos formas: como una crítica al periodismo de lo inútil; o como un reconocimiento al periodismo que muestra los hechos que nadie ve o que nadie quiere ver. 


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Voy a usar la segunda interpretación de la frase para resaltar el escrito de Julie Turkewitz en The New York Times. Podría ser un artículo más sobre un tema que los medios de comunicación cubren a diario. Pero no lo es. El artículo pone de presente el cambio de dirección en la ruta de los migrantes provenientes de Venezuela. La ruta ahora se dirige al norte del continente e implica atravesar caminando el inquebrantable Tapón del Darién para llegar a Panamá, y desde allí seguir hacia Estados Unidos.

Además de los relatos, el reportaje presenta como pruebas las fotos de Federico Ríos. Allí se pueden ver a familias en una selva en la que no ha podido entrar la ingeniería con sus carreteras. De hecho, el Darién es el único lugar en donde se interrumpe la carretera que sale desde Alaska y atraviesa todas las Américas hasta llegar a Tierra del Fuego en Argentina. 


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¿Cuáles son las razones para migrar y arriesgar la vida ante la naturaleza? La respuesta es categórica y la da Félix Garvett, uno de los caminantes: “necesito un futuro para mis hijos”. En esa frase está enmarcada la experiencia de quien ya atravesó la mitad de su vida y concluyó que las personas, cualquiera que sea su condición, tienen derecho a un futuro. Así de sencillo y difícil de cumplir. La frase de Félix no lo cobija tanto a él como a los que vienen. Su visión es de largo plazo y está centrada en quienes están comenzando a vivir las durezas del mundo.

Los gobiernos de Colombia y Venezuela han decidido reconstruir las relaciones que se rompieron durante varios años. Era un paso necesario. Sin embargo, las condiciones de las personas migrantes no pueden minimizarse. La diplomacia colombiana no puede ser complaciente con la atroz idea de que el éxodo venezolano es un invento de los “países enemigos”. Lo peor que le puede pasar al gobierno colombiano es desconocer las realidades de 6.805.209 personas venezolanas que abandonaron su país en los últimos años.

Hace pocos días se dijo desde Venezuela que la migración en la selva del Darién “es un cuento”, desconociendo el drama humanitario de quienes atraviesan las montañas de Colombia y Panamá. Para ese tipo de personas está dirigido el periodismo de Turkewitz y Ríos, y la frase de Chesterton. Para quienes se niegan a ver los hechos, para quienes no se enteran, para quienes se conforman con la versión de la realidad que se acomoda a su mundo y para quienes, viendo el dolor de sus hermanos, niegan todo lo que contraríe sus prejuicios.

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