~Es un saludo a la bandera, como decimos de manera coloquial en Colombia cuando nos referimos a una decisión, de carácter legal o no, que no surtirá efecto alguno, porque nada más al tomarla ya se sabe que nunca será aplicada o que, en el mejor de los casos, será eludida por quienes deben someterse a ella.~ Es un saludo a la bandera, como decimos de manera coloquial en Colombia cuando nos referimos a una decisión, de carácter legal o no, que no surtirá efecto alguno, porque nada más al tomarla ya se sabe que nunca será aplicada o que, en el mejor de los casos, será eludida por quienes deben someterse a ella.

Y una de esas decisiones es la anunciada por el gobierno de Venezuela, de cerrar la frontera con Colombia todas las noches entre 10 y 5 de la mañana, como medida para enfrentar el contrabando de combustibles y alimentos subsidiados, que adquirió ya características de asunto de Estado en ambos lados de la frontera.

El cierre de las fronteras internacionales es de competencia exclusiva de los jefes de Estado, y salvo excepciones muy raras, los países vecinos son informados; no hacerlo es considerado un acto inamistoso. Por eso, el cierre que comienza esta noche, fue acordado entre los presidentes Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos en la reunión que los mandatarios sostuvieron la semana pasada en Cartagena.

Los argumentos de Venezuela son de mucho peso: en lo que va corrido del año, ese país ha decomisado 40 millones de litros de gasolina y 21.345 toneladas de alimentos básicos subsidiados, destinados a abastecer a los más pobres de ese país y cuya escasez ha sido parte de los argumentos de la oposición y su protesta.

Sin embargo, y a pesar de la buena intención de la medida, la experiencia indica que nada significativo ocurrirá con el contrabando, como tampoco nada de consideración sucederá con el comercio bilateral autorizado. De ordinario, la carga se moviliza de día, y esa ha sido una constante en la mayoría de las fronteras, sin excluir esta, porque los servicios de aduanas por lo general cesan en la noche.

El contrabando, para el que está dirigida esta medida, muy seguramente no sufrirá trastorno alguno de significación, por cuanto las trochas seguirán abiertas y las mafias ni siquiera se inquietarán. Continuarán operando, como si nada, ya que saben, como las autoridades, que por los puentes y pasos autorizados, pese a la intensidad del paso de personas y autos, el cruce de mercancías no tiene mucha relevancia para las estadísticas del contrabando.

De la medida busca beneficiarse Colombia, pero eso también quedará en el papel. Los impuestos, que son la razón de si una mercancía es legal o no, tampoco llegarán con el cierre: el contrabandista lo es, precisamente, porque elude el pago de impuestos.

Quizás haya algún perjuicio para algunos venezolanos que estudian en este lado de la frontera, y para otros que trabajan en un país y viven en el otro. Pero, en este caso, el interés general de sanear el comercio y de frenar el crimen está por encima del interés particular de unos cuantos.

El cierre, en realidad, será inocuo, es decir, de nada servirá. Pero, tal vez, el presidente Santos lo aceptó y compartió a cambio de algún beneficio para el país. No hay que olvidar que Venezuela es uno de los países más comprometidos con el proceso de diálogo que se desarrolla en La Habana, y que la influencia de Maduro y su gobierno revolucionario sobre las Farc puede generarle dividendos a Santos.

Ya la medida está tomada y esta noche comienzan a aplicarla. Pero, ante su inutilidad, que ya se prevé, quizás hubiera sido mejor no tomarla. Habrá que mirar los resultados para un análisis más concienzudo de la misma.