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El impacto de la COVID-19 en pacientes con osteoporosis
El núcleo familiar y el médico de cabecera, juegan un papel aún más importante en el apoyo y atención del adulto mayor diagnosticado con osteoporosis en tiempos de coronavirus.
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Viernes, 4 de Junio de 2021

A nivel mundial, cada 3 segundos alguien sufre una fractura en un hueso como resultado de la osteoporosis y, además, se estima que 1 de cada 3 mujeres con 50 años o más, están expuestas a una fractura por osteoporosis, según la Fundación Internacional de la Osteoporosis (IOF).

Debido a la pandemia, el sistema de salud ha presentado retrasos en la atención a pacientes con patologías crónicas no transmisibles como la osteoporosis, por otro lado, el miedo al contagio ha generado la interrupción en el seguimiento y tratamientos de los pacientes que sufren esta enfermedad. Adicional se han presentado mayores factores de riesgo como el sedentarismo, los malos hábitos alimenticios y la poca exposición al sol para obtener vitamina D.

Es importante resaltar que, la osteoporosis no genera ningún tipo de riesgo de infección o complicaciones por COVID-19. Por lo tanto, es indispensable formar conciencia colectiva y recalcar que todo paciente que requiera de un manejo y seguimiento constante con su médico, debe asistir y retomar su tratamiento, con el fin de evitar futuras complicaciones.

“La articulación de las múltiples posibilidades de atención, como lo es la telemedicina y la atención en casa a través del médico de cabecera, pueden facilitar el seguimiento a aquellos pacientes que no puedan ser atendidos en los centros médicos debido a los picos de la pandemia”. aseguró la Doctora Sandra Espitia, Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria de la Universidad de la Sabana.

Si bien es cierto que el envejecimiento es un proceso natural del ser humano, con el tiempo se presentan condiciones de prevalencia en las personas mayores como lo es la osteoporosis, una enfermedad que puede llegar a producir algún nivel de incapacidad y necesidad de apoyo. Debido a que esta enfermedad es una condición que puede llegar a generar limitaciones funcionales en el paciente, por lo general la participación del núcleo familiar juega un papel importante en el cuidado, ya que regularmente son el principal apoyo para atender la salud del adulto mayor.

Es por esta razón que, es indispensable contar con el acompañamiento del médico familiar para comprender el compromiso que el  rol del cuidador en el hogar implica, aprender sobre las medidas que se deben adaptar en el día a día para prevenir incidentes y, brindar las mejores condiciones de vida para el paciente, y tener un contexto más amplio de las causas, efectos y posibles tratamientos de esta enfermedad, con el fin de brindar las mejores condiciones en términos de salud física y mental.

En estas situaciones, dónde se limita el acceso a los servicios de salud por prevenir nuevos contagios, el médico familiar al ser Médico de Cabecera, podría evaluar la mejor forma de hacer una transición del tipo de medicamentos que parecieran claramente indicados por los factores de riesgo, pero que la forma de dispensación o vía de administración configurara un riesgo adicional. En ese caso, se pueden tomar en cuenta los factores sociales que individualmente pueden beneficiar más a un paciente con el tipo de tratamiento indicado, complementando lo ya instaurado y en articulación con las demás especialidades médicas, buscando generar Integralidad en el manejo.

“La consciencia en familia es fundamental para prevenir accidentes en casa, no solo se debe centrar en el tratamiento brindado por el médico familiar, sino también en crear espacios adecuados que permitan que la persona se sienta lo más funcional e independiente, incluso con las limitaciones que conlleva la osteoporosis”, aseguró la Doctora Espitia.

Se recomienda implementar una serie de rutinas desde el hogar para mantener al adulto mayor activo y sano, tales como: 

·         Proporcionar una ingesta adecuada de productos con calcio y vitamina D.

·         Exposición al sol de 10 a 15 minutos al día.

·         Ejercicio físico de forma regular.

·         Potenciar una postura adecuada.

·         Adecuación del entorno del paciente, para prevenir caídas.

·         Evitar el consumo de tabaco y alcohol.

·         Visitas regulares con el médico tratante.

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