La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Región
Policías del Catatumbo, entre fusiles y poca comida
La presión de las guerrillas en algunos municipios de Norte de Santander mantiene a la Policía alejada de la comunidad.
Image
Andrés Julián González
Andrés Julián González Pardo
Sábado, 7 de Mayo de 2016

Luis Fernando* lleva 15 años de servicio en la Policía y desde hace siete meses se dedicó a cocinarles a sus compañeros de estación, en un municipio del Catatumbo asediado por la presión de las guerrillas que delinquen en esta zona de Norte de Santander.

Su habilidad para cocinar le dio el cargo de ‘ranchero’, como lo denominan sus ‘cursos’, debido a que la población civil no les vende comida ni víveres a los policías para evitar ser señalada por los grupos armados ilegales como colaboradores de la fuerza pública.

“A uno le toca aprender a cocinar y a sobrevivir con lo poco que tenemos en la estación”, dijo el uniformado.

Luis Fernando, al igual que los demás policías de su estación, duerme con su uniforme puesto y su fusil, que no deja de limpiar cada día, como almohada; siempre están alerta a cualquier ataque de la guerrilla que, al parecer, es el ‘pan’ de cada día.

Precisamente estos ataques que últimamente se hacen a través de la modalidad de francotirador contra la fuerza pública, han generado que los policías no puedan salir a patrullar en los pueblos como se acostumbra, porque se convierten en el blanco apetecido por los guerrilleros.

En los momentos en que no están prestando vigilancia, los policías limpian sus armas, leen un libro y tratan de distraerse conversando entre ellos, siempre dentro de las instalaciones de la estación.

El pasado 3 de abril, mientras el comandante de la estación de Policía de El Tarra, el intendente Javier Vanegas Sarmiento, de 42 años, patrullaba con un grupo de 30 uniformados entre soldados y policías, fue asesinado por un francotirador del Ejército de Liberación Nacional (Eln).

Un solo disparo en el pecho acabó con la vida de Vanegas, quien era natural de Sabana de Torres. El uniformado era casado y dejó tres hijos; llevaba 19 años de servicio en la Policía.

“Se siente impotencia al ver que los bandidos nos alejan de la comunidad, pero cada día nos esmeramos por ganar confianza en los pueblos”, aseguró Luis Fernando.

El alcalde de Hacarí, Milciades Pinzón, dijo recientemente que tuvo que ayudar a los policías de su municipio con un dinero para que pudieran comprar víveres en Ocaña, porque en las tiendas de Hacarí no les venden nada a los uniformados.

“Se les pudo colaborar para que mitigaran el hambre; es una situación preocupante, porque en las tiendas no les venden por temor”, dijo Pinzón.

Ocho días pasaron los uniformados casi sin comer nada, porque no conseguían alimentos. La situación se tornó tan complicada, que una tercera persona tuvo que intermediar para hacer llegar el mercado a la estación.

El alcalde aseguró que históricamente los grupos armados ilegales y las guerrillas tienen el dominio de la población.

“Para nadie es un secreto que aquí dominan los grupos ilegales, en el Catatumbo tenemos tres grupos al margen de la ley”, afirmó.

Dijo que esta situación también se convierte en un problema para las administraciones, pues la alteración del orden público distancia a la comunidad de la fuerza pública, generando una brecha social que genera preocupación.

A pesar de esto, Pinzón aseguró que considera importante la presencia de la Policía en Hacarí y que mantiene contacto con el comandante de la Policía de Norte de Santander (Denor), coronel Jhon Jairo Aroca, para analizar la situación de la institución en el municipio.

“El 99 por ciento de los que vivimos en Hacarí somos gente buena, que queremos el progreso; este es un municipio hospitalario que a pesar de la violencia y la discriminación, sigue adelante con el anhelo de buscar la convivencia en paz”, dijo Pinzón.

Entre tanto, el coronel Aroca aseguró que San Calixto y Hacarí son los dos municipios en donde más se han presentado situaciones adversas para sus hombres por la presión que ejercen las guerrillas en la población.

Reconoció que es comprensible que la comunidad sienta terror por las advertencias de los grupos armados ilegales, pero agregó que gracias a los trabajos sociales con la población se han tejido alianzas importantes para recuperar la relación entre las instituciones del Estado y la comunidad azotada por la violencia en Norte de Santander.

“Es un trabajo continuo, de todos los días; se están logrando cosas y ya hay gente que nos está dando información precisa, gente cansada de ser utilizada como escudo por estos grupos ilegales”, dijo el oficial.

Aroca aseguró que sus hombres continuarán cumpliendo con la Constitución colombiana, brindando seguridad y acompañamiento a la población en estos municipios.

El comandante de la Denor explicó que a través de un plan estratégico con el Ejército Nacional se trata de contrarrestar el accionar criminal de las guerrillas en los municipios del Catatumbo y mitigar los ataques con francotirador, la gran preocupación en estos momentos.

Los acercamientos

La Policía busca afianzar constantemente la relación con la comunidad a través de actividades sociales que generan confianza y respeto.

En el corregimiento Las Mercedes de Sardinata, la institución entregó kits escolares y zapatos a los niños de familias pobres para que iniciaran clases este año.

En San Calixto, un policía se disfraza de payaso y hace funciones para los niños de la zona.

Y en El Tarra, un grupo de policías se encarga de embellecer la escuela del municipio sembrando flores.

(*) Nombre cambiado.

Temas del Día