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Realpolitik cucuteña
Creo que durante los cuatro años que llevo escribiendo aquí he dejado claro que no tengo favoritos. Hablo acerca de política, por supuesto. Las movidas, jugadas y pases que se hacen en Cúcuta por el poder son impresionantes y en algunos casos aterradoras. Personajes de cualquier partido -o de ninguno- van y vienen con proyectos y comisiones y todo lo demás, todo, por el poder.
Sábado, 21 de Marzo de 2015
Creo que durante los cuatro años que llevo escribiendo aquí he dejado claro que no tengo favoritos. Hablo acerca de política, por supuesto. Las movidas, jugadas y pases que se hacen en Cúcuta por el poder son impresionantes y en algunos casos aterradoras. Personajes de cualquier partido -o de ninguno- van y vienen con proyectos y comisiones y todo lo demás, todo, por el poder. Por eso creo que no tengo favoritos, y si me preguntan a título personal diría que el partido con el que me siento menos inconforme es Cambio Radical; pero de ahí, nada.

Todos hemos visto cómo se han manejado las alcaldías de la ciudad desde oficinas en Bogotá, casas de viejos conocidos, y hasta desde la cárcel. Al parecer, este no va a ser un período distinto. Es cierto que Ramiro Suárez, confinado y sin sus aparatos tecnológicos -con los que le hablaba a las masas hace un par de meses- ha puesto, pone y pondrá alcaldes.

El hombre tiene mucho poder por lo que sabe, obviamente no me refiero a conocimientos académicos, por el problema en qué está metido y porque de ahí pueden salir muchos salpicados si no hay colaboración. Por eso es que Ramiro pone alcaldes, pone votos y manda.

Sin embargo, en Cúcuta no hay Realpolitik, es decir, política destinada a aspectos concretos y necesidades prácticas. Aquí no se presta atención al avance, al progreso y los intereses de la  ciudad. Aquí no hay pragmatismo ni de izquierda ni de derecha, por eso no tengo favoritos ni trato de convencer a nadie de que vote por tal o cual político.

Después del lloriqueo de Pedro Durán en el comunicado con el que daba a conocer lo que ya todos sabíamos: que el Partido Liberal no avaló su candidatura a la alcaldía, quedó muy claro para dónde va Cúcuta. Más allá de si la gestión de Durán ha sido o buena o no, era obvio que no iba a ser postulado como alcalde, y mucho menos que podría ganar; porque él no tiene la voracidad de otros políticos y porque ha mostrado que sus cartas juegan en cualquier bando.

Quedamos en mano del Partido Liberal nuevamente, el cual no me representa ni nos ha representado como cucuteños en mucho tiempo, confiando que el destino de la ciudad esté más orientado a la Realpolitik que al pago de favores. Pero bueno, soñar no cuesta nada. Así como soñó Durán que iba a ser alcalde, nosotros también podemos soñar que Cúcuta va a tener un líder idóneo y gestor; que no se le deba a nadie.

Los seres humanos sí que tenemos unos sueños ridículos, ¿no?
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