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¿Quién está envenenando los cóndores?
En los Santanderes 34 cóndores habitan en los páramos de Almorzadero y Santurbán. Colombia tiene 64 aves de este tipo que están en la categoría de peligro crítico y cercanos a la extinción.
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Roberto Ospino
Sábado, 12 de Junio de 2021

El cóndor, la ave carroñera más grande del mundo que surca los cielos y habita en las montañas andinas de Colombia y de suramérica, está a punto de desaparecer de la faz de la tierra.

Son muchas las causas que tienen en peligro de extinción al animal que en Colombia se le tiene como emblema en el Escudo Nacional.

Aunque habitan en zonas entre los 1.800 y 5.200 metros sobre el nivel del mar, no se escapan de la acción directa de algunos seres humanos que los consideran una amenaza, porque muchas veces se alimentan de pequeños animales domésticos.

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Los casos más recientes de muertes ocurrieron hace un par de semanas, en donde primero encontraron a dos individuos en el municipio del Cerrito (Santander) donde, al parecer, consumieron alguna presa envenenada.

El hecho, que se produjo en el páramo de Almorzadero, encendió las alarmas.

De inmediato, los integrantes de la Asociación Campesina Coexistiendo con el Cóndor (Acamco), funcionarios de la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS), de la Alcaldía del Cerrito, Cuerpo de Bomberos, del parque Jaime Duque y las organizaciones Neotropical y Sonora iniciaron la búsqueda de la carroña envenenada y hallaron otro cóndor juvenil en estado de intoxicación en el sector del Mortiño (Cerrito) y los restos de una carroña que podría ser la posible causa de las muertes.

Mientras el animal fue traslado a Málaga (Santander) para recibir atención especializada, los cuerpos de los cóndores muertos fueron enviados a Medellín donde un equipo forense veterinario de la Corporación Universitaria Remington efectúo la exploración externa inicial de análisis toxicológico, muestras cloacales, de cavidad oral, radiografías y demás procedimientos de necropsia forense.

Esas experticias permitirán conocer los resultados de toxicología que establecerán las causas de la muerte de los individuos.

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En alerta

Para la bióloga María Alejandra Parrado Vargas, investigadora de la Fundación Neotropical, la situación es alarmante porque los cóndores hacen parte de una especie que a nivel de Colombia y suramérica está en la categoría de peligro crítico y cercana a la extinción.

La experta recordó que en febrero de este año se llevó a cabo el primer censo del cóndor en el país que dio como resultado 64 individuos, aproximadamente.

“En donde mayores registros se alcanzaron fue al norte de la cordillera oriental, que corresponde a Santander y Norte de Santander, con 34 animales”, indicó.

Sobre el accionar de estas grandes aves, aseguró que se consideran depredadores oportunistas; pero que esas acciones ocurren de maneras esporádicas y no son frecuentes como se quiere hacer ver para justificar las posibles causas de las muertes por envenenamiento.

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De acuerdo con la defensora ambiental, en esa región del páramo existen depredadores naturales como los pumas y los perros silvestrados que fueron introducidos por el hombre.

“Por esta razón, la gente ha venido generando una persecución hacia los cóndores y es posible que les hayan instalado cebos tóxicos para eliminarlos o también para acabar con los pumas y perros”, sostuvo.

Con las carroñas envenenadas llegan a morir muchas especies que se congregan a comer de manera comunitaria.

La investigadora recordó que son lamentables estos sucesos, porque desde 2016 se adelantan procesos de educación ambiental y de evaluaciones de conflictos cóndor-humano a lo largo del área de influencia del páramo de Almorzadero.

La bióloga explicó que es oportuno iniciar un proceso que abarque programas regionales de conservación en la región oriental de Colombia, teniendo en cuenta que los cóndores de Norte de Santander son los mismos que frecuentan los picos de Santander y posiblemente de la Sierra Nevada de Santa Marta.

En la región

Alberto Peña, biólogo de la Universidad de Pamplona y colaborador de la Fundación Neotropical, quien desde hace varios años ha estado observando el comportamiento de los cóndores en la vereda Tencalá, Chitagá, Silos, Cácota, Mutiscua y Cáchira, considera que es triste que todavía se presenten hechos que atentan contra una especie protegida.

Para él estas regiones, que hacen parte de los páramos de Almorzadero y Santurbán, le han permitido mantener observaciones periódicas de individuos que se desplazan de un lado a otro.

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Para el profesional de la biología, los cóndores son indispensables para el medio ambiente porque limpian de animales en descomposición a los ecosistemas de alta montaña o páramos.

También evitan la contaminación de los entornos y reducen al máximo la proliferación de patógenos o enfermedades que ponen en riesgo a los demás animales y a los seres humanos.

Peña recordó que los cóndores empiezan la etapa de reproducción a los ocho años con un solo huevo que después repiten cada tres.

El periodo de incubación es de 60 días y cuando nace el polluelo permanece casi dos años en el nido para alzar el vuelo.

En torno a la labor que adelanta en estas zonas de Norte de Santander, explicó que consisten en campañas educativas con estudiantes, docentes y campesinos sobre la importancia de cuidar estas especies que son únicas en el mundo.

También, considera que las entidades y corporaciones ambientales del departamento tienen el compromiso de desarrollar programas de conservación del cóndor andino.

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