La figura fantasmagórica
Los celadores afirman que en las noches oscuras surge su imponente silueta proveniente del más allá, una corriente helada penetra en los huesos de los transeúntes quienes se muestran confundidos ante la penitencia encomendada por el sacerdote.
La misión no es fácil de cumplir, ya que los escogidos con el dedo señalador de la muerte, deben ingresar al centro del cementerio, escarbar entre las tumbas, hallar el cáliz y copones de oro de propiedad de la iglesia católica, devolverlos a la catedral de Santa Ana y regresar por los doblones, listones y barras doradas escondidas entre los restos humanos de muchos años.
Los osados busca tesoros podrán acceder a las monedas que le sobraron al monje, luego de patrocinar la campaña admirable del Libertador Simón Bolívar. Vestigios históricos señalan que el sacerdote tuvo el honor de recibir al prócer de la independencia en la punta del Llano y lo llevó hasta la catedral de Santa Ana para coordinar la gesta emancipadora, indica el presidente de la Academia de Historia de Ocaña, Luis Eduardo Páez García.
En febrero de 1813 tomó la determinación de aportar parte de su riqueza en la campaña libertadora. La decidida participación en la independencia le mereció el enojo de Pablo Morillo quien ordenó la confiscación de los bienes como insurgente.
El padre Buceta desesperado ante esa situación corrió a los terrenos cercanos al río Tejo y sin pensarlo dos veces enterró los elementos de la iglesia y las morrocotas de oro para salvarlos de la codicia de los realistas.
Para evitar el fusilamiento huyó hacia la ciudad de Santa Marta en donde lo sorprendió la muerte el 8 de octubre de 1817. Quedaba entonces algo pendiente en el municipio de Ocaña y su alma en pena no descansará hasta que se extraiga la última moneda enterrada en las riberas del río Tejo.
Como los predios pertenecían al sacerdote fallecido, parte de los terrenos fueron utilizados para la construcción del cementerio a principios del siglo pasado.
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Y las bóvedas además de sepultar aún más el tesoro del padre Buceta, aleja las esperanzas de encontrar el oro para que el sacerdote descanse en paz.