Emporio económico del pasado
Es importante destacar que a finales del siglo XVII y comienzos del siglo XXVIII, etapa inicial del desarrollo agrícola de Ocaña, se caracterizaron los cultivos de maíz, caña y trigo en la región.
Durante la época colonial, se establece un molino hacia el sur occidente de la ciudad a orillas del río en su margen izquierda. La técnica de la estructura se caracterizaba por utilizar el rodendu hecho en madera, rueda que propulsa la estructura que con sus peldaños y aspas hacían girar cuando el agua era desviada a su favor para que cayera en ella y moviera una de sus muelas o piedras que estaban fija al soporte. El trigo y el maíz eran cultivados en Pueblo Nuevo, Buenavista y Cimaña, indican testimonios históricos.
El Molino de agua en Ocaña funcionó hasta finales del siglo XVIII. La fabricación alcanzaba a surtir la demanda local e incluso, a ser exportado hacia la costa atlántica, según se desprende los documentos históricos.
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En 1910, el sector del molino se convirtió en balneario público y persistió como lugar de esparcimiento hasta finales de la década de 1970. Allí se construyeron unos cubículos recubiertos de cerámica que tenían una canaleta de guadua a través del cual llegaba caudalosa el agua limpia del río.
Los fines de semana, este lugar se colmaba de visitantes que disfrutaban de un saludable baño y merendaban en una tienda bien surtida que estaba en el lugar. En 1950, en la parte superior del terreno, en una explanada, se construyó también una piscina.
Los últimos propietarios de la hacienda donde funcionó el complejo industrial fueron: Pascual Gentil, familia Duque en 1965, luego la casona la compró el señor Bolmar Alsina, y el último propietario fue el señor Manuel Julián Sarabia. La principal vía de acceso siempre fue un puente hamaca el cual debe recuperarse como parte del inmueble.