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De Cúcuta a República Dominicana, una ruta de explotación sexual
La Opinión conoció cómo muchas cucuteñas y venezolanas son llevadas a esa isla del Caribe por las redes de trata de personas.
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Domingo, 16 de Octubre de 2022


Entre la playa, la brisa, el mar y la rumba de República Dominicana se esconde un ‘lado oscuro’ que atrapa a propios y visitantes, en el que Cúcuta es protagonista, a pesar de estar a 1.231 kilómetros de distancia. Aunque las autoridades locales y extranjeras conocen esta situación, es muy poco lo que hacen para controlarla.


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Desde hace más de cinco años, ese paraíso turístico se convirtió en un ‘fortín’ para las redes de trata de personas y explotación sexual. Allá, según ha logrado conocer La Opinión, llevan a un gran número de mujeres que viven en la capital de Norte de Santander y su área metropolitana para explotarlas sexualmente. La gran mayoría de ellas son engañadas con falsas ofertas de trabajo.

“Son muchas las redes de trata de personas y de explotación sexual que hay en la capital de Norte de Santander buscando mujeres incautas, entre ellas venezolanas, que luego de convencerlas se las llevan para República Dominicana, pero también tienen otros destinos como Panamá, Perú, Bolivia, México, Costa Rica y España”, aseguró una fuente judicial.

Agregó: “una vez tienen a las víctimas en esos lugares, las encierran en residencias, hostales u hoteles que a duras penas llegan a tener dos estrellas. Les quitan los documentos y les dicen que deben quedarse ahí a esperar que les llegue ‘trabajo’ para que empiecen a pagar lo que deben por ese viaje. Algunos de esos clientes van a donde ellas están o sino las jóvenes son llevadas a discotecas, bares o a los sitios que son esperadas. Son estructuras muy bien organizadas y peligrosas”.

Un relato revelador

Precisamente, este medio conoció el testimonio de una joven que estuvo en esa isla de Centroamérica como ‘dama de compañía’, pero que, según ella, lo hizo, porque quería experimentar, y que jamás fue captada por una de esas tantas redes de explotación sexual que hay en Cúcuta. Sin embargo, esta mujer sí alcanzó a ver cómo funciona este negocio ilegal.

“Las cucuteñas que van a República Dominicana lo hacen buscando plata como ‘damas de compañía’. A mí ya me habían dicho cómo era eso, pero yo decidí hacerlo sola, sin buscar a nadie, pues esa gente esclaviza a las mujeres que llevan. A principio de junio, cuando terminé un trabajo, una amiga me contó cómo era eso allá, entonces decidí ir a probar”, contó María Paula*.


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Añadió: “mi amiga me dijo que uno podía cobrar por una hora 4.000 pesos dominicanos, que vienen siendo 80 dólares. La verdad uno va es para hacer plata y mandar para acá. Allá también hay una página web que ayuda a encontrar clientes, uno tiene que pagar 25 dólares, al mes, y monta fotos sensuales, pone nombres ficticios y da un número de teléfono para que llamen”.

Pero las redes también tienen a un grupo de hombres conocido como ‘presentadores’, que son los que cuadran las citas con las víctimas, mostrando fotos sensuales de ellas, cobrándoles a cada una de ellas 10 o 20 dólares, dependiendo el tiempo.
 

El pasado 4 de agosto en República Dominicana se llevó a cabo una operación contra una red de explotación sexual.

Foto tomada de un medio digital de República Dominicana


“Por un servicio por fuera del hotel se cobra 7.000 pesos dominicanos, lo que vendría siendo 130 dólares ($570.000), pero de eso hay que descontar, 1.000 pesos dominicanos para el uber, por el transporte y la espera, y 1.000 para el ‘presentador’, al final solo le quedan a uno 5.000 (93 dólares - $408.000)”, explicó la joven.

Pero esas víctimas de las redes también son sometidas a estar con hombres por días. “Cuando sale un cliente que lo quiere a uno por días, pagan mínimo 400 dólares, diariamente. Ahí es donde uno como independiente se cuadra, pero esas niñas que son obligadas por las redes les queda muy poco dinero”.


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El hotel –según María Paula*- les cobra mensualmente 24.000 pesos dominicanos, 446 dólares ($1.960.000). “Uno se queda en una habitación pequeña, que no tiene ni ventanas, solo una cama y baño, a veces los clientes llegan ahí y uno los atiende. Muchas mujeres tienen hasta una cocineta ahí para preparar sus alimentos y así se ahorra más dinero”.

Los fines de semana, que empiezan desde el jueves, es donde estas mujeres son más usadas para la explotación sexual. “Las discotecas y bares buscan a las colombianas, porque además de Cúcuta, van de Bogotá, Medellín y Cali, así como venezolanas. A todas les dan cortesía, pues saben que ellas atraen muchos hombres, entonces les sirven una botella de whisky, comida y una hookah (pipa de agua) para que fumen”, comentó la joven cucuteña

Los conductores de Uber también se benefician de ese negocio, porque la gran mayoría de ellos son los que llevan a las mujeres a todas partes para reunirse con los clientes y “en muchas ocasiones ellos son los que nos cuidan, pues cuando ven que se pasa el tiempo que uno les dice, nos escriben al WhatsApp a preguntarnos si estamos bien, sino, entran al sitio y nos sacan”, señaló María Paula*.

La explotación de esta jóvenes es tal, que las redes obligan a cada una de ellas a tener por lo menos cinco relaciones diarias y sus clientes son turistas de Estados Unidos, Haití y China entro otros, porque saben que ellos llevan dinero para gastar.

Pero también, muchos narcos que viven en esa isla contratan a esas mujeres y se las llevan a fincas, donde permanecen tres o cinco días con ellas, pagándoles grandes cantidades de dinero. “Ellos pueden llegar a pagar entre 1.000 y 2.000 dólares por día”.

María Paula* también reveló que, “esa gente (red de trata) le cobra a cada una de las mujeres 4.500 dólares, por llevarlas hasta República Dominicana engañándolas con una supuesta oferta de trabajo. Las obligan a estar con hombres y para que cumplan, les quitan los pasaportes y el dinero que van ganando, en muchas ocasiones no las dejan salir de sus habitaciones, si no tienen un cliente”.

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Este relato es muy revelador y confirmaría lo que todas las organizaciones defensoras de derechos de las mujeres vienen denunciando, en cuanto a que Cúcuta y el área metropolitana son un gran punto de partida de la trata de personas y de explotación sexual y que las acciones por parte de las autoridades son casi nulas.

Victoria Argoty, miembro de la corporación Mujer, Denuncia y Muévete, aseguró que esta es una problemática muy compleja y peligrosa de investigar, “porque quienes trafican mujeres y se están lucrando con la prostitución son mafias muy poderosas, por eso las organizaciones que indagamos sobre esto y a las víctimas, que son sobrevivientes, nos toca cuidarnos muchísimo, porque las amenazas son constantes”.


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Según la defensora de los derechos de la mujer, esa corporación ha atendido 10.000 mujeres en los últimos talleres de salud sexual y reproductiva en zona de frontera, en Cúcuta y el área metropolitana, de las cuales muchas de ellas están en situación de migración, no solo venezolanas, sino otras que vienen de diferentes municipios, y más o menos el 75% de ellas les manifestaron haber estado en condición de prostitución, al menos una vez, y el 50% de ellas están siendo actualmente explotadas sexualmente.

Y precisamente, la Defensoría del Pueblo también se ha dedicado a indagar sobre esta situación, encontrando que en la capital de Norte de Santander, Villa del Rosario, Puerto Santander y Los Patios hay numerosos casos de trata de personas y de explotación sexual. Sin embargo, muchas de las víctimas no denuncian por miedo.

Una fuente extraoficial le contó a La Opinión que ante las autoridades se han denunciado solo cuatro casos, este año, pero que por lo menos habría un centenar de hechos. “Por lo menos se sabe que una niña fue sacada con engaños de su casa en Villa del Rosario y luego de unas semanas, la mamá la ubicó en Perú, donde era explotada sexualmente, pero nadie ha querido denunciar formalmente, entonces eso dificulta todo”.

Sexo, drogas y amenazas

La explotación sexual también lleva a sus víctimas a meterse en el consumo de drogas, “porque muchas de esas niñas prefieren estar drogadas cuando les toca estar con esos hombres para soportar todo lo que les hacen. Muchas de ellas dicen que en ese estado no sienten nada y es como si estuvieran en un trance para no recordar nada”, explicó *María Paula.
 
“Las redes o clientes inducen a las mujeres a las drogas, pues les pagan por consumir tusi, cocaína o heroína, recibiendo 10 dólares por cada vez que lo hacen”. Pero a raíz de eso, es que muchas de las víctimas se vuelven adictas y es ahí donde sus victimarios se aprovechan más de ellas.

“También muchas de ellas consumen drogas para soportar ese ambiente en el que se vive, porque no todas están bien psicológicamente. Hablando con algunas de estas jóvenes me decían que tenían un hogar disfuncional, donde son víctimas de maltrato o hasta sus mismas mamás las inducen a la prostitución, pues como no tienen recursos económicos y no encuentran trabajo, terminan en ese mundo. Las historias de cada una de ellas son crueles”, comentó la cucuteña.

También sostuvo que el riesgo que corren las mujeres allá es muy grande, pues si una de ellas se niega a acceder a las pretensiones de algún dominicano o cliente, es amenazada de muerte. “Ese es el problema de nosotras las colombianas, que somos muy apetecidas allá y cuando alguno de esos tipos se enamora de uno, se sufre, yo vi muchos casos de esos, en los que varias de ellas tenían que esconderse o hasta tratar de huir”.

Victoria Argoty explicó que muchas de las víctimas también son violentadas sexualmente en sus casas o tienen problemas familiares que las llevan a quedar sumergidas en ese mundo.

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Foto tomada de un medio digital de República Dominicana.

Esta situación también es aprovechada por las redes que se especializan en engañar a las jóvenes, diciéndoles que serán contratadas para cuidar niños o hacer aseo u otras actividades y terminan es prostituyéndolas, “además, esas personas terminan conociendo dónde viven, quiénes son sus familiares, todo su entorno y así presionan y amenazan a las víctimas para que accedan a la explotación sexual”.


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Una integrante de la Fundación Frida Kahlo, que se dedica a trabajar con mujeres víctimas de trata de personas, también explicó que hay casos en los que les dicen a las víctimas que es para prostituirse y les prometen unas condiciones buenas, “pero al llegar a esos países todo es diferente, por ejemplo no tienen libertad de salir de los apartamentos o casas, pues siempre les retienen los documentos y les hacen pagar fuerte sumas de dinero por el viaje”.

Un final traumático

Y a todo eso que experimentó María Paula* se le sumó un gran susto que vivió a raíz de un operativo que llevaron a cabo las autoridades de República Dominicana. “La Policía llegó el 4 de agosto, tipo película ‘Pablo Escobar’, tumbando puertas y ‘armados hasta los dientes’. Nos hicieron tirar al piso y nos gritaban que manos en la cabeza, luego comenzaron a decir que no nos preocupáramos, que todo estaba bien, que ellos sabían que éramos víctimas, ahí fue cuando comenzamos a preguntarle que víctimas de qué, no entendíamos nada”.

Pero nadie les respondió, solo les decían que ya estaban bien, que las llevarían a otra parte. Las cosas se tornaron más confusas cuando les quitaron los documentos, celulares y todo lo que tenían. Luego María Paula* y las jóvenes que se estaban quedando en la misma residencia donde ella se hospedaba, fueron sacadas y llevadas a otro sitio.

“Nos llevaron a una casa de segundo piso, de color blanco, con rejas grises por todos lados, que está ubicada en la Avenida Ortega y Gasset con calle 37. Allá nos encontramos como 60 mujeres, de todas ellas, puedo decir que 40 eran cucuteñas, que no pasan de los 21 años. Hablando con ellas me enteré que están allá porque acá (Cúcuta) no conseguían trabajo o sus mamás las obligan a irse para que consigan dinero, o porque han sido violadas y tuvieron hijos a muy temprana edad, por lo que esas redes de explotación sexual se aprovechan de ellas”, manifestó María Paula*.

Añadió: “allá se ve mucho la trata de personas. La gran mayoría de mujeres son obligadas a estar en ese mundo. Por eso, la redada que hizo la Policía era para buscar los que mandan en ese mundo, entre los que hay varios cucuteños que manejan a esas niñas, sin importarles nada, como también hay haitianos y de otras nacionalidades”.

El sitio donde tenían a esta gran cantidad de jóvenes era como un lugar de paso que es vigilado por la Policía, pues, según la cucuteña, siempre permanecían dos uniformados custodiándolas.

“A quienes estábamos ahí solo nos permitían hacer dos llamadas al día, una en la mañana y otra en la noche, de cinco minutos. Para poder hablar, tocaba poner el alta voz y no se podía decir nada en clave, porque todo lo que se decía era escuchado por los policías”, indicó la joven cucuteña.


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En medio de ese susto que tenía, María Paula* decidió usar su celular, que tenía escondido desde el día que fue agarrada en la redada. Para el 12 de agosto, ocho días después del operativo, llamó al consulado de Colombia en República Dominicana y al hablar con uno de los funcionarios, se enteró que hasta ese momento no les habían notificado nada a las autoridades colombianas, por lo que le aseguraron que iniciarían las indagaciones.

La joven cucuteña al ver que en el consulado no les dieron una ayuda inmediata, se desesperó y decidió tomarse una copa de cloro, pues sabía que intoxicándose sería llevada a una clínica y podría encontrar un argumento para que la dejaran libre.

Además, ella consideró que fue un error haber llamado desde su celular al consulado, pues cuando los funcionarios colombianos se comunicaron con las autoridades dominicanas, se dieron cuenta que ellas tenían un teléfono no autorizado y de inmediato llegaron los policías a requisarlas y al encontrarle el aparato, se lo quitaron y la castigaron.

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Foto tomada de un medio digital de República Dominicana.

“Yo no tomé mucho cloro, pero sabía que me sacarían de una. Los policías me llevaron a una clínica a que me atendieran, allá no paraba de llorar y me mandaron con una psicóloga, ahí las autoridades me empezaron a preguntar muchas cosas y yo les dije que tenía una responsabilidad en Cúcuta, con mi universidad y mi familia”, argumentó María Paula*.

Y fue así como luego de demostrar que estudiaba en una universidad en Cúcuta, las autoridades dominicanas la dejaron salir de su país, pagándole los pasajes y entregándola a las autoridades colombianas como una víctima más de la explotación sexual en esa isla del Caribe.

Desde que sucedió ese operativo hasta la fecha, todas las jóvenes víctimas habrían sido regresadas a su lugar de origen. Sin embargo, 17 personas fueron capturadas y enviadas a prisión por hacer parte de una presunta red de trata de personas y explotación sexual, en la que estaría una cucuteña involucrada y es señalada de ser la pareja sentimental de uno de los líderes, a quien la identifican como ‘Juliana’.

*Nombre cambiado por protección de la víctima.

Poca acción por parte de las autoridades cucuteñas

Tras conocer este caso de lo vivido por la cucuteña en República Dominicana, se consultó con varias organizaciones defensoras de derechos humanos de las mujeres y todas coincidieron en asegurar que en Norte de Santander no hay interés para frenar esa problemática de trata de personas y de explotación sexual.

“Para nadie es un secreto que la Policía y el resto de autoridades están permeadas por todo tipo de mafias que mueven dinero, entonces no hacen nada para evitar esto y terminan siendo parte de las redes”, sostuvo Victoria Argoty.


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La representante de la Fundación Frida Kahlo agregó: “acá en Cúcuta no ha servido de nada la Secretaría de Género, por lo menos Frida Kahlo, que es la fundación que está trabajando la trata de personas, no recibe ningún apoyo por parte del gobierno local”.

Y uno de los principales argumentos que los entes de control les dan a estas organizaciones por la falta de investigaciones y para que no insistan en estos hechos, es que no tienen recursos suficientes para atenderlas.

“Lo peor de todo es que el poquito dinero que tienen se lo gastan en unas simples campañas que no sirven para nada. Acá las víctimas no tienen un apoyo económico, además, no existe ninguna ruta de atención. Todo es tan folclórico que pareciera que no les importa nada de eso. Si no fuera por las ayudas de organizaciones internacionales, este fenómeno pasaría desapercibido”, sostuvo una fuente extraoficial.

Webcam y redes sociales

Otra situación que ha agudizado la explotación sexual en Cúcuta y el área metropolitana son los sitios webcam y las redes sociales, por eso le están pidiendo a las autoridades mayor atención a esos fenómenos.

Según la representante de la corporación Mujer, Denuncia y Muévete, “en este tema de explotación sexual entran las modelos webcam, muchos piensan que como es telemático y por internet, no pasa nada y no es así. Esas mujeres son víctimas de esas mafias, pues a quienes están en eso les piden una gran cantidad de horas frente a una cámara y la remuneración económica que reciben nunca es digna”.

Por eso, para Victoria Argoty esos actos ejercen una violencia sobre el cuerpo de las mujeres, así se cuente con su consentimiento, porque siempre hay una coerción por la falta de dinero o por la violencia.

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Foto tomada de un medio digital de República Dominicana.

Para ella es claro que a esto no se le puede llamar trabajo sexual, “porque si vemos hay víctimas que son asesinadas por rehusarse a cumplir con esa explotación y esto no tiene nada de digno”.

La Opinión pudo establecer que hay sitios webcam donde tienen a mujeres trabajando hasta 17 horas y les dan solo una comida al día.

Además, las organizaciones defensoras de los derechos humanos también han podido establecer que muchas jóvenes y niñas son engañadas por medio de redes sociales, donde crean perfiles falsos y poco a poco van enredando a las víctimas, hasta atraparlas y llevándolas al exterior, donde son explotadas sexualmente.

Lo que tiene la Policía

Para la Policía Metropolitana de Cúcuta esta problemática se da por las necesidades de las personas, porque la gran mayoría de mujeres cae en esas redes, precisamente, creyendo que van a solucionar el tema económico, y no es así.


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“Sabemos que hay gente especializada en buscar esas mujeres para ofrecerles trabajos donde les prometen unas comodidades económicas, pero que a la final son engañadas y llevadas a otros países. Tenemos casos en los que niñas y adolescentes también son engañadas por medio de las redes sociales, donde les ofrecen dinero, premios o regalos, por adultos que se hacen pasar como menores de edad para crear un vínculo afectivo y cuando ya tienen atrapadas a sus víctimas las inducen en la explotación sexual”, aseguró el mayor Jayson Guzmán, comandante de la seccional de Protección e Infancia y Adolescencia.

Ante eso, el oficial señaló que en este tema se deben vincular los padres de familia para que ejerzan un control estricto sobre las redes sociales.

El alto mando también explicó que la Policía Metropolitana de Cúcuta tiene dos grupos especializados que se encargan de controlar la trata de personas y la explotación sexual. “Con Infancia y Adolescencia tenemos una campaña que es ‘Abre tus ojos’ para ver todo el entorno de los menores de edad, por eso vamos a los planteles educativos a dar charlas para la prevención de esos riesgos en el ámbito sexual, que nos ha ayudado a detectar muchos casos para intervenir”.

Añadió: “Con turismo, que es el otro grupo especializado, manejamos la campaña ‘Ojos en todas partes’, que busca involucrar a la comunidad para que haga parte del control que queremos ejercer en las terminales terrestres y aéreas, para verificar las personas que llegan a nuestra región. Además, tenemos controles en los hospedajes de la ciudad con un apoyo institucional, porque este escenario es muy apetecido por las redes de trata de personas y explotación sexual”.

El mayor Guzmán manifestó que en estos momentos no tienen casos relevantes en los que estén relacionadas esas redes, pues el más reciente se dio hace tres o cuatro meses cuando capturaron a dos hombres y una mujer implicados en explotación sexual con menores de edad.

Sin embargo, cualquier información sobre estos delitos se puede alertar a la Policía a las líneas telefónicas 155, 122 y 141.

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