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Frontera
La gasolina colombiana mueve los motores de la frontera en Venezuela
En San Antonio y Ureña han proliferado los puestos callejeros que ofrecen el combustible, ante la mirada impasible de las autoridades.
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Eilyn Cardozo
Sábado, 30 de Octubre de 2021
vendedores ambulantes ofrecen gasolina embotellada

Su mayor rendimiento y accesibilidad han abierto un mercado sustentable a la gasolina colombiana en la frontera de Venezuela.  Foto: La Opinión

 

Al recorrer la Avenida Venezuela, en San Antonio del Táchira, y la vía que desde allí lleva hasta la vecina población de Ureña en la frontera venezolana, asombra ver la inmensa cantidad de pequeños puestos callejeros que ofrecen la gasolina colombiana.

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Cientos de envases que alguna vez contuvieron bebidas gaseosas, ahora son llenados con el combustible que, desde Colombia, pasa por las trochas hacia territorio venezolano.

Y es que en San Antonio y Ureña, las estaciones de servicio que deberían surtir al público se encuentran cerradas, solamente una estación en San Antonio y otra en Ureña son las que reciben combustible de manera periódica, pero la escasez es tal, que sólo llegan gandolas a estos pueblos fronterizos una vez al mes y lo que llega resulta insuficiente para atender la demanda.

A consecuencia de ello las calles se observan desiertas, los carros parecen haber desaparecido, incluso las motos son escasas. La gente, en su mayoría, se mueve a pie o en bicicleta y al transporte público también le cuesta abastecerse para mover a los ciudadanos de frontera entre San Antonio y Ureña, -separadas por menos de 7 kms.- o hacia otros lugares.

Recientemente, durante una reunión de transportistas en Ureña, los afectados expusieron que a duras penas les cumplen el cupo de 70 litros mensuales de gasolina subsidiada; lo que no alcanza ni para una semana de trabajo, por lo que para poder trabajar, recurren al uso de gasolina colombiana.

Cuestión de políticas

 

Gasolina en San Antonio.

En San Antonio y Ureña han proliferado los puestos callejeros que ofrecen el combustible. Foto: La Opinión

 

Para el ex presidente de la Cámara de Comercio de San Antonio, José Rozo, la mala situación por las políticas impuestas desde Caracas y el cierre fronterizo, acabaron con el empleo formal, y gran parte de las familias de San Antonio y Ureña que antes trabajaban en las fábricas o en el comercio, ahora viven de la venta de combustibles en las calles, o frente a sus propias casas.

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“El éxodo venezolano, registra un aproximado de 10 mil personas por municipio (Bolívar y Ureña), esto también pesa en la informalidad laboral y el sub empleo”, explicó el dirigente gremial.

Acota que el parque automotor de la frontera se ha reducido significativamente pues la gente opta por vender sus vehículos, tanto porque deciden irse del país, como para comprar alimentos y medicinas. “también hay quién los vende como chatarra a los deshuesaderos, que los pican y los llevan para Colombia”, explicó.

Según Rozo, economista de profesión, “la población fronteriza está cada vez más cerca del abismo de la pobreza, y busca sobrevivir en la informalidad, a la cual las han lanzado las políticas ruinosas y hambreadoras del régimen de Caracas”.

Prefieren la colombiana

 

Los mototaxistas, pero también el transporte público dependen de la gasolina que pasa por las trochas para poder trabajar.

Los mototaxistas, pero también el transporte público dependen de la gasolina que pasa por las trochas para poder trabajar. Foto: La Opinión. 

 

El combustible que se vende y se compra en el eje fronterizo, es colombiano, prácticamente en cada esquina hay una venta de gasolina, a 3.000 pesos el litro. Venden también venezolana a 2.500, pero esta tiene menor demanda.

“Preferimos comprar la colombiana es de mejor octanaje, la venezolana que venden en la estación habilitada es de muy mala calidad, daña las bujías de los carros”, dijo uno de los clientes en estos puestos improvisados de la Avenida Venezuela, mientras abastecía su vehículo.

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Henry Ruiz es moto taxista a la caza de servicios a un costado de la Aduana de San Antonio. Dijo que la gasolina venezolana sólo la ve una vez al mes y le toca pagarla “cara”, es decir, aprecio internacional, fijado en Venezuela en 50 centavos de dólar.

“Toca moverse con la colombiana, dos litros por seis mil pesos, y para uno poder trabajar bien hay que comprar dos potes, o sea, cuatro litros diarios, que equivalen a 12 mil pesos”, explicó. Una carrera corta en moto taxi, dentro del casco urbano de San Antonio, vale dos mil pesos.

Jorge Luis Celis trabaja en un carro de cinco puestos que anteriormente movilizaba pasajeros entre Cúcuta y San Antonio, y ahora lo hace de San Antonio hacia San Cristóbal, asegura que los más de 1,300 vehículos que integran las 11 líneas de transporte trabajan con gasolina colombiana. “se consigue por todos lados”. Sueña con que la frontera se abra al paso vehicular, para poder trabajar entre uno y otro lado. “Así uno podría echar gasolina en Cúcuta sin problemas y hasta le sale más barato”, exclamó.

Parte del negocio

 

El número de vehículos que circula por las calles de San Antonio y Ureña ha disminuido drásticamente debido a la escasez de combustible.

El número de vehículos que circula por las calles de San Antonio y Ureña ha disminuido drásticamente debido a la escasez de combustible. Foto: La Opinión

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Al hacer el recorrido entre San Antonio y Ureña, es imposible dejar notar que los puestos de venta del combustible de contrabando se alternan con las alcabalas de la Guardia Nacional. Al preguntar sobre la situación, y si las autoridades “molestan” a lo vendedores, la respuesta fue consistente. Ellos también forman parte del negocio.

La ONG FundaRedes, viene denunciando desde hace varios años la cooperación entre los cuerpos de seguridad venezolanos y los grupos irregulares que controlan las trochas de la frontera. Mackler García, director (e) de la organización, dijo que en sus archivos reposan testimonios de ex militares que aseguran haber trabajado de la mano con la guerrilla del ELN en el contrabando de combustible entre Venezuela y Colombia.

*Marcos vende gasolina en la vía a Ureña y al confesar que este negocio está en manos de irregulares, pidió no revelar su identidad. Asegura que el suministro es constante y que no hay escasez cuando de gasolina colombiana se trata.

“Eso pasa por las trochas, la gente se encarga de que no nos falte, y aquí gracias a Dios se vende bastante, porque como la venezolana casi no está llegando, la gente la busca mucho”, dijo mientras abastecía un vehículo en plena vía pública.

 

Cientos de trochas a lo largo de la frontera sirven de corredores para el contrabando de gasolina, controlado por grupos irregulares.

Cientos de trochas a lo largo de la frontera sirven de corredores para el contrabando de gasolina, controlado por grupos irregulares. Foto: La Opinión

 

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