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¿Por qué somos tan leguleyos?
~Los profesionales de muchas áreas del país, los estudiantes, las amas de casa, los jóvenes emprendedores y sobre todo los extranjeros que pretenden invertir en este país estamos cansados de tanta ley. Si necesitamos disminuir los índices de embarazos en adolescentes, creamos una nueva ley.~
Sábado, 9 de Noviembre de 2013
~Los profesionales de muchas áreas del país, los estudiantes, las amas de casa, los jóvenes emprendedores y sobre todo los extranjeros que pretenden invertir en este país estamos cansados de tanta ley. Si necesitamos disminuir los índices de embarazos en adolescentes, creamos una nueva ley.~ Los profesionales de muchas áreas del país, los estudiantes, las amas de casa, los jóvenes emprendedores y sobre todo los extranjeros que pretenden invertir en este país estamos cansados de tanta ley. Si necesitamos disminuir los índices de embarazos en adolescentes, creamos una nueva ley. Si se quiere institucionalizar la ‘agua panela’ como bebida nacional por excelencia -lo cual ya es lo suficientemente absurdo-, tramitamos un proyecto legislativo en el Congreso. Y ni qué decir de llevar a cabo soluciones pragmáticas para problemas cotidianos como la movilización, el acceso al agua potable, la educación o la violencia de género. La insensatez colombiana nos ha llevado a crear más de 1500 leyes desde 1991, lo cual, es demasiado.

Al año se expiden alrededor de 150 leyes, y para qué, si los que deben conocerla y aplicarla a su favor -los ciudadanos- no la conocen, los que saben y deben interpretarla lo hacen según los intereses que estén en juego, y los que deben aplicarla no lo hacen correctamente. Evidentemente, tenemos inflación legislativa, sin embargo, este no es el problema aquí. Claro que debe pensarse una estrategia para dejar de crear tantas leyes y sobre todo, que ni siquiera cumplen sus objetivos; pero el verdadero problema es lo que esto causa en la vida diaria de los colombianos.

Tenemos tanto desconocimiento sobre los marcos y acuerdos normativos que creemos que son la solución mágica para todos nuestros aprietos. O si no, ¿por qué se está tramitando un proyecto que reforme la Ley 100? La respuesta es sencilla: Porque creemos -y nos hacen creer- que una nueva ley es lo que necesita el sistema de salud en Colombia.

Una Ley Ordinaria no tiene la capacidad de hacer frente a diversas cuestiones del sector salud. No es capaz de dar un giro positivo a la insostenibilidad financiera que allí se registra, ni trabaja en las condiciones laborales de los profesionales de este rubro -que son actualmente críticas-, no evita la corrupción, ni garantiza la transparencia en los procesos de elección de personas en altas jerarquías del sistema; así como no puede vigilar que el sistema de prestación de servicios sea digno, competente, y sobre todo, humano.

Salud-Mía, Mi-Plan, los Gestores y la organización por áreas de gestión son recursos que pretende implementar la ley, sin tener en cuenta dónde se verán sus consecuencias. Esta reforma es un gran ejemplo de lo leguleyos que somos, sin conocer las leyes, sin conocer su intencionalidad, su fondo y sobre todo, sus verdaderos ‘gestores’; quienes realmente se van a beneficiar con su aprobación y aplicación.

Es interesante ver lo que la Urna de Cristal del gobierno, en su portal en línea plantea para resolver nuestras dudas sobre este Proyecto de Ley. Sin embargo, cuanto más investiguen y más se informen sobre lo que la reforma planea, peor se ve el asunto. Entre menos dudas, y mayor claridad, lo abominable puede verse mejor.

Así que, reitero, una reforma legislativa no traerá la solución. Quizás una limpieza -y no social, ojo- de las manzanas podridas del sistema de salud pueda cambiar un poco las cosas, una investigación exhaustiva de los fondos que diariamente se pierden, una reestructuración en la forma en que se vienen (des)atendiendo a los pacientes o una inversión de capital humano y financiero para evitar el colapso puedan ser la solución. Pero otra ley, seguro que no.

Hay que tratar de no ser tan reduccionistas y pensar a todo momento en leyes, o si no, muy pronto habrá más leyes que ciudadanos.
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