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¡Pobres papás!
Hasta el año pasado la fiesta del Padre era algo muy especial en nuestro amplio calendario festivo. Digo hasta el año pasado, porque en éste,  las cosas fueron distintas, en perjuicio de nuestra muy bien ganada fama de hombres de bien, merecedores de todo reconocimiento y festejo. En esto de las fiestas de los progenitores, no nos ha ido muy bien a los hombres. Durante mucho tiempo en el mundo sólo se habló de la fiesta de la Madre, como si el hombre no interviniera en el proceso creativo.
Lunes, 23 de Junio de 2014
Hasta el año pasado la fiesta del Padre era algo muy especial en nuestro amplio calendario festivo. Digo hasta el año pasado, porque en éste,  las cosas fueron distintas, en perjuicio de nuestra muy bien ganada fama de hombres de bien, merecedores de todo reconocimiento y festejo.

En esto de las fiestas de los progenitores, no nos ha ido muy bien a los hombres. Durante mucho tiempo en el mundo sólo se habló de la fiesta de la Madre, como si el hombre no interviniera en el proceso creativo.

Éramos mirados como un cero a la izquierda. Homenajes, rosas, regalos, serenatas, todo para las madres. Nadie se acordaba (ni los poetas, ni los maestros de escuela, ni los músicos) de los abnegados y sacrificados maridos, que también hacemos el oficio de papás. Fue necesario que los comerciantes ¡tan queridos ellos! sacaran la cara por nosotros y sacaran sus trapitos a la venta para nuestro bien y algo de ellos.

Sucede lo mismo con el llamado Día de la mujer. Alguien se inventó esa fiesta y el mundo revolotea alrededor de ellas, que todo se lo merecen. Puede ser cierto, pero los hombres también merecemos alguito. Nos tocó, con el permiso del Papa, pegárnosle a la fiesta de San José, al que hemos convertido en patrono de los papás, patrono de los casados, patrono de los jefes de hogar, patrono de los trabajadores, patrono de los abuelitos y patrono de los hombres. ¡Pobre José! No sé cómo puede dar a basto para tanto patronazgo y para cumplir con tantas peticiones.

Pero este año, la cosa se nos puso todavía más peluda. Por una parte, a los cerebros de la Registraduría Nacional se les ocurrió meter la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el segundo domingo de junio, fecha que con tanto esfuerzo habíamos logrado para ser destinado a nuestro día, el de los papacitos. Como si fuera más importante un presidente de la república que un papá, nos corrieron a otro domingo, con lo que muchos hijos y esposas tuvieron el pretexto de no saber la fecha exacta y pasar de agache la celebración.

Por si fuera poco, el Mundial de fútbol de este año acabó de tirarse en la fiesta, pues los pocos, poquísimos recursos, que en la familia se destinaban para darle un almuercito decente al papá y unos calzoncillos y unas medias, este año se dedicaron a la compra de cerveza para la celebración de los goles de Colombia, a la compra de un televisor de pantalla gigante para ver los partidos y a engordar la polla que se arma con cada partido que se disputa en Brasil. ¡De malas, los papás!  

Ahora sólo nos queda esperar que el año entrante y los venideros mejore la situación. Rogarle a Dios que en el 2015 no se vaya a cruzar la fiesta del Padre con las elecciones de gobernadores, y que no haya campeonatos deportivos en esa fecha. ¡Otro año con celebración a medias no resistimos!

Y ojalá que la UMO (Unión de maridos oprimidos) y la OPA (Organización de papacitos) tomen cartas en el asunto. De lo contrario, pasaré mi carta de renuncia a la segunda, de la cual formo parte.  ¡Queda, pues,  el mundo notificado!
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