Una voz que retumbaba en todos los escenarios artísticos se apagó hace casi 8 años ante el accionar de un menor de edad, que sin medir las consecuencias, presionó el gatillo de un arma de fuego y asesino a Yesid Manzano Carrascal, maestro de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña.
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Ese adolescente nunca imaginó que en ese instante cortó el delgado hilo de la vida de uno de los artistas más completos de la provincia de Ocaña. Este hijo de la partera Raquel Carrascal y del artesano Neftalí Manzano desde temprana edad comenzó a mostrar en el naciente barrio Juan XXIII los destellos de una fulgurante carrera que fue abruptamente interrumpida por el frustrado hurto de su motocicleta en el sector El Ramal.
De acendrado pensamiento socrático fue un fiel intérprete de la mayéutica clásica donde enseñaba a los jóvenes artistas a pensar de una manera diferente. A paso lento, pero certero dejó una huella imborrable en los caminos de la pintura, escultura, declamación, artes dramáticas, canción protesta y composiciones escritas que nacían en lo más profundo del alma, manifiesta su esposa Beatriz Ibarra.
“Era un comprometido con el arte desde su ser mismo, justo y trasparente en sus acciones de vida, de gran presencia escénica en la intención gestual, cumplía el deber universal del quehacer y ser de un artista integral”, anota la compañera de mil batallas en las tablas, poetisa Bexy Amparo Mendoza Cuadros.
El maestro, de 49 años de edad, gozaba de gran popularidad por la sencillez y estilo de vida centrado en la justicia social, soñaba con un mundo equitativo, lleno de oportunidades.