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Economía en La Parada marcha al ritmo de Venezuela
En los últimos seis años la crisis venezolana ha impactado directamente en la dinámica comercial en Villa del Rosario: nuevos trabajos, formas de hacer negocio y ganarse el pan.
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Rafael Sulbarán
Rafael Sulbarán
Domingo, 27 de Junio de 2021


Ricardo González  salió en el 2014 de Barquisimeto, en el centro occidente de Venezuela, rumbo a Medellín haciendo escala en Cúcuta. En San Antonio selló su pasaporte, tomó un taxi en la avenida Venezuela y cruzó.  En ese tiempo la dinámica en la frontera era totalmente distinta, “no había personas caminando en el puente, todo estaba despejado”, dijo el un ingeniero venezolano que ahora vive en Cúcuta.

Es que el ambiente en Villa del Rosario y en La Parada, primer sector de este punto fronterizo con Venezuela era otro. “Recuerdo que cuando regresé de vuelta a Venezuela veía a las personas con billetes en las manos ofreciendo cambio de pesos a bolívares, algunos vendían comida, pero no más. Y claro, cerca estaban los locales de cambio, de resto no había tanta actividad  como ahora”, agregó.

Todo esto cambió en 2015. Con las medidas luego de la reapertura, nuevas formas de trabajo salieron a flote, la dinámica del comercio y el intercambio monetario tuvo una nueva moneda: el dólar, que mueve la mayoría de las transacciones. La crisis venezolana se ha estampado como parte del paisaje imborrable. “Regresé en 2017 y quedé sorprendido, no reconocía el lugar. Mucha gente de aquí para allá con maletas, carga de comida, sacos, gente caminando a tu lado ofreciendo un servicio”, expresó Ricardo que trabaja en una empresa de computación.

¿Pero por qué se dio este cambio? ¿Cómo ha sido la dinámica de la economía en este sector? Son varios los motivos, pero hay algo que salta a simple vista: la cantidad de gente.

La población en La Parada ha crecido en los últimos seis años. El cierre de los pasos fronterizos con Norte de Santander marcó el inicio de la crisis migratoria venezolana, lo que ha incidido directamente en la densidad poblacional y por supuesto, esto ha impactado la economía local que ha hecho una transformación.

Para el año 2012 la población en el municipio era de 80.497 habitantes según datos del DANE. En 2021, cálculos de la Secretaría de Gobierno de Villa del Rosario muestran aproximadamente que 160 mil personas habitan la región, entre los cuales hay entre 40 y 50 mil migrantes venezolanos.

La población colombiana supera los 110 mil. Sacando la calculadora, nos damos cuenta que el aumento ha sido considerable. De estos, solo en La Parada hay más de 11 mil pobladores, de los cuales el 97,2 por ciento son migrantes venezolanos, según la Primera Caracterización de La Parada descrita en un estudio realizado por la Fundación Nuevos Horizontes Juveniles (Funhojuv) y la Universidad del Rosario.

“Claramente esto ha impactado en la manera de cómo se vive acá, la población en Villa del Rosario se duplicó en unos pocos meses.Una gran transformación ha vivido el municipio y eso es algo totalmente visible”, expresó Ezequiel Acuña, secretario de Gobierno de Villa del Rosario.

Una de las nuevas formas de trabajo apareció con el cierre de los puentes: los caleteros.


Entonces todos estos cambios han traído una nueva forma de trabajar, de hacer negocio y empresa dentro de lo formal y lo informal. Decenas de nuevos establecimientos han aparecido en el paisaje, destacando los pequeños supermercados que están casi apilados uno al lado del otro y que siempre están llenos, abasteciendo en su mayoría, a compradores venezolanos que cruzan las trochas. Otro de los negocios más comunes son las casas de cambios, de los que generan mayor empleo en el sector.

También nuevos oficios empezaron a germinar en medio de ese trajín migratorio: los caleteros. Cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el cierre del puente Simón Bolívar el paso por las trochas incrementó, sirviendo la escena a las personas que cobran por llevar mercancía en sus espaldas.

En 2016 el puente fue reabierto parcialmente, ya que solo se permitió el paso peatonal, dándole bienvenida a nuevos flujos migratorios y a una economía del día a día que encontró en La Parada un sitio perfecto para estacionarse.

José Rodríguez llama la atención con su puesto de empanadas que vende en un combo con jugo de panela y limón. Con el kiosco lleno conversa cómo ha logrado levantar a su familia en medio del caos fronterizo. “La Parada sin Venezuela no es nada”, dijo.

Como evidencia de esto se están la “cuarentena radical” o la semana “flexible”, medidas que aplica el gobierno de Maduro para combatir la COVID-19. “Claro, fíjate cómo hoy está de lleno”, agregó José.

Hay más movimiento cuando es flexible en Venezuela porque la gente circula sin problemas, en cambio cuando es radical muchas veces cierran los caminos.  “Durante la semana radical me aburro en la casa, tengo que buscar algo qué hacer porque no hay trabajo”, contó un caletero que le compró una empanada a José.      

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Durante la semana flexible más actividad se evidencia en La Parada.


Otro cambio luego de la COVID

La aparición de la COVID-19 impactó con un golpe certero la actividad económica obligado por el nuevo cierre en marzo de 2020, pero esta vez con una población mucho mayor que hace cinco años. José ya se encontraba en La Parada cuando llegó la pandemia. “No puedo negar que nos pegó a todos, desde el que vende pañitos hasta el más adinerado de los comerciantes de comida y víveres”. Contó José que la pandemia le obligó a cambiar de estrategia: antes vendía arepas en las noches, pero la circunstancia le obligó a inclinarse por trabajar de día exclusivamente. “Y muchos acá tuvieron que hacerlo, porque, a pesar de la cuarentena, la gente seguía llegando”, exclamó José.

Sus palabras se refieren exactamente a la cantidad de migrantes que no pudieron retornar a Venezuela y se quedaron trabajando en lo que sea, vendiendo lo que sea, llevando por las trochas lo que sea.

“Y claro, como hay tanta gente, mucha demanda y poca oferta, todo el mundo vive alcanzado”. José analiza lo que la Caracterización de La Parada afirma: “Las personas gastan más dinero  del que ganan”. En promedio, una persona en La Parada gana al día 17 mil 254 pesos, mientras que gasta unos 17 mil 308 pesos. Esto sumado a que en la zona los precios están inflados, “Vivir en La Parada es más costoso que en otras partes de Colombia”, resume la caracterización.

Pero eso a José no le afecta ya que su negocio va bien, “pero solo eso: me alcanza, hay poco margen para ahorrar y montar el negocio en un local”.

“Acá podemos vivir, reunir, pero no es para criar una familia, por eso cuando tenga lo suficiente, me iré con lo reunido y lo que aprendí de los negocios acá”, dijo.

La realidad en La Parada parece difícil de revertir, por lo menos mientras dure la situación de dificultad en Venezuela, pero “tal vez en el futuro veremos todo al revés, de aquí para allá como antes”, finalizó Ricardo.

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