Las líneas de cruceros de Estados Unidos están impacientes por zarpar desde Florida en julio tras el alto de la pandemia, pero el gobernador de este estado les impide exigir las pruebas de vacunación que necesitan para hacerlo y ninguna de las partes da su brazo a torcer.
Florida "es la capital mundial de los cruceros", dice Doug Parker, editor del medio especializado Cruise Radio. "Sería una gran decepción si no se ponen de acuerdo".
Si ninguno cede, "los barcos tendrían que empezar a zarpar de otros puertos que los acepten, porque ellos están tratando de hacer lo correcto".
La trascendencia del debate quedó en evidencia el jueves, cuando se informó que dos personas dieron positivo al covid-19 en el Celebrity Millennium, que navegó por islas del Caribe esta semana con 95% de los pasajeros vacunados. Era el primer crucero en zarpar en Norteamérica desde que se levantó la prohibición de navegar.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) autorizaron en mayo el reinicio de los cruceros, pero recomiendan que más del 95% de las personas a bordo estén vacunadas. De lo contrario, los protocolos sanitarios son estrictos.
Las líneas anunciaron entonces las fechas de sus primeros cruceros con población vacunada, pero en otros destinos fuera de Florida.
La razón es que el gobernador Ron DeSantis firmó ese mismo mes, en nombre de la "libertad individual", una ley que impide a las empresas exigir a sus clientes una prueba de vacunación.La medida entra en vigor el 1 de julio, justo cuando los cruceros quieren reiniciar operaciones.
"Mientras por un lado el gobernador DeSantis dice que quiere recuperar los empleos y el turismo, por el otro lado es su peor enemigo, porque les está impidiendo pedir esa prueba", dice Parker.
Pero "nuestra política estatal es nuestra política estatal", insiste el gobernador.
Según sus críticos, la suya es una decisión política para atraer el voto de los simpatizantes del expresidente de Donald Trump en Florida ante su posible carrera por la reelección en 2022.
Un calendario confuso
El resultado de la pulseada entre DeSantis y las tres principales líneas de cruceros del mundo --que tienen sede en Miami-- es un calendario con confusas y cambiantes medidas sanitarias.
Carnival pedirá la vacunación para zarpar desde Texas, pero no ha dado detalles sobre una salida agendada el 4 de julio desde Miami.
Este lunes, Norwegian Cruise Line --que ya había amenazado con abandonar los puertos de Florida del todo-- desafió directamente al gobernador al informar que exigirá pruebas de vacunación en todos sus cruceros, incluidos los que salgan del "estado del Sol".
"Estamos en comunicación con su equipo [de DeSantis] para ofrecer una experiencia segura a nuestros pasajeros cuando zarpemos de la capital mundial de los cruceros", dijo su CEO, Frank Del Rio.
Mientras, Royal Caribbean Group decidió lo opuesto. Había anunciado que exigiría estas pruebas a pasajeros y tripulantes, pero el viernes pasado se desdijo. Ahora "recomienda fuertemente" la vacuna y someterá a "otros protocolos" a quienes no la tengan.
El primer crucero en zarpar de Florida será uno de Celebrity Cruises (parte de Royal Caribbean), desde Fort Lauderdale el 26 de junio. Antes saldrá uno "de prueba", el 20 de junio, desde Miami.
"Es confuso", dice Jim Walker, un abogado marítimo en Florida cuyo blog, Cruise Law News, reportó día a día la tragedia de los cruceros varados en altamar por la pandemia el año pasado.
La vuelta al mar "es inconsistente; son declaraciones dispersas, donde cada compañía intenta resolver un problema de manera diferente".
Infecciones en el Caribe
"La impresión que tiene el público es que las líneas de cruceros no están tomando las medidas adecuadas para enviar el mensaje de que los barcos son seguros", dice Walker, señalando una encuesta de CruiseCritic.com según la cual el 80% de los potenciales pasajeros prefieren viajar en barcos que pidan una prueba de vacunación.
El abogado alerta además que los barcos que no exijan prueba de vacunación pueden provocar brotes en las comunidades portuarias de las islas del Caribe, que no tienen el mismo acceso a la vacuna que los estadounidenses.
"Francamente, pocas líneas de cruceros expresan preocupación sobre esta posibilidad", dice el abogado. "Y a los fans de los cruceros no parece importarles si infectan a la gente de las Bahamas".
"Es imprudente, peligroso e irresponsable", añade.
La industria de los cruceros es fundamental para Florida, que depende del turismo para subsistir: genera 9.000 millones de dólares al año y emplea a 160.000 personas, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, en inglés).
Desde que los viajes fueron suspendidos en marzo del año pasado, cuando la pandemia avanzaba por el mundo, Florida perdió 5.600 millones de dólares.
Las dos partes "tienen mucho que perder", dice Parker.