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Ministros, súperministros y minimistros
El presidente Santos es un verraco. Y ahora que lo escribo, me entra la duda: ¿verraco o berraco? ¿con b de burro o con v de vaca? Lo uno o lo otro, lo que quiero decir es que se salió con las suyas cuando se le formó el problemonón por el reparto de los Ministerios. El asunto se le complicaba porque estaba de por medio la promesa del Presidente: “Ayúdeme, que si gano, lo nombro Ministro”. Y la palabra de un presidente no es cualquier palabra. Es sagrada. Como la del Papa. -¿Seguro, me nombra Ministro?
Miércoles, 27 de Agosto de 2014
El presidente Santos es un verraco. Y ahora que lo escribo, me entra la duda: ¿verraco o berraco? ¿con b de burro o con v de vaca? Lo uno o lo otro, lo que quiero decir es que se salió con las suyas cuando se le formó el problemonón por el reparto de los Ministerios. El asunto se le complicaba porque estaba de por medio la promesa del Presidente: “Ayúdeme, que si gano, lo nombro Ministro”. Y la palabra de un presidente no es cualquier palabra. Es sagrada. Como la del Papa.

-¿Seguro, me nombra Ministro?

-Jurado –decía el Presidente, entornando los párpados y con sonrisa de satisfacción.

Le ayudaron unos.  Se voltearon otros.  Se acomodaron los más.  Y ganaron. Pero entonces le tocaba cumplir. Lo prometido es deuda, decían los viejos. ¿Qué hacer?  No habiendo cama para tanta gente, la solución era hacer más camas.

Y en estas me acuerdo de cuando mi abuelo Cleto Ardila cumplió cien años. Le hicimos fiesta. Calculamos que entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, nos  reuniríamos  unas ochenta personas. Llegaron ciento noventa y siete, alegando ser de la familia. Los identificamos, cédula en mano, rastreando genealogías y apellidos. No podíamos admitir colados. Llegaron hijos desde Boyacá, nietos desde Santander, bisnietos desde Arauca y desde la Costa, tataranietos desde la zona paisa. ¡Claro! El abuelo había sido arriero y quedaron Ardilas por todos los caminos. Sin contar los que llegaron de Venezuela. Tuvimos que darles cabida a todos los que llegaban al jolgorio. Metíamos de a tres por cama, alquilamos colchonetas, mandamos a hacer catres, nos prestaron esteras. Pero nadie, ninguno que tuviera algún rastro de Ardila en la sangre, se quedó por fuera de los cinco días de festejos.

Por eso digo que Santos es un be verraco. Logró acomodar a todos los que llegaron a  pedir la paga. La solución fue salomónica: Como no hubo colchón para todos, a muchos les dio estera. Nombró superministros a unos pocos y a otros los nombró miniministros. No quiere decir que todos quedaron contentos. No. La condición humana es insaciable. El reparto no debía ser sólo por apellidos o grupos o partidos, sino también por regiones. La cosa no fue fácil, pero parece que ya los ánimos se calmaron. Otros cargos habrá para nuevos repartos.

Menos mal que con nosotros se portó bien. “Si gano, la frontera tendrá Ministerio” nos dijo. Era su palabra.  Palabra de Presidente. Y aquí la metieron toda. Dicen que la mermelada corría, como corre el Pamplonita en época de invierno. Porque en verano el Pamplonita se seca. Ojalá a la mermelada no le llegue el verano.

El hombre cumplió, porque la frontera le cumplió. No podemos quejarnos. Ahora tenemos nuestro vocero, al pie de la oreja de Juanpa, para lo que sea. Ahora Juanfer podrá tomarnos de la mano y meternos por la puerta de atrás para que podamos llegar a pedirle cositas al Presidente. Cualquier bobada: El acueducto de Cúcuta, la represa del Cínera, la doble calzada a Bucaramanga, el nuevo aeropuerto, la nueva Terminal de trasportes, el despeje de  la frontera sin cierres  diurnos ni nocturnos, el Metro y una máquina tapadora de huecos. O al menos, una pala.
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