Viernes, 28 de Febrero de 2014
Algunos colegas periodistas están descubriendo que el agua moja. De un tiempo para acá se inventó una nueva variedad en los medios de comunicación, algo que le dio un nuevo aire al periodismo, que se había dedicado únicamente a contar crímenes, como los del doctor Mata, que ahora van a salir en televisión, y a las actividades de los políticos que buscaban una curul. Pero, siguiendo las modas de Estados Unidos, se trajo el ‘’periodismo de investigación’’, dedicado sobre todo a descubrir los chanchullos en el sector público. Al principio se destaparon muchas cobijas y se supieron las proezas de algunos funcionarios, que se robaban hasta los ceniceros de las oficinas, pero después se dejó de lado la idea, ante los problemas que ocasionaron algunas publicaciones. La moda estuvo congelada varios años aunque de vez en cuando se descubría algún chanchullo, de los llamados ‘’serruchos’’, que le han costado inmensas sumas al erario público, afectado por la falta de honradez de funcionarios de todos los pelajes.
Hace poco tiempo los bogotanos fueron sorprendidos por el descubrimiento del denominado ‘’carrusel de las contrataciones’ en el cual resultaron involucrados nada menos que el alcalde capitalino, Samuel Moreno Rojas, nieto de un ex presidente, y su hermano, un senador elegido por el Polo y quien había sido también alcalde de Bucaramanga. Los dos hermanos, ayudados por un grupo de contratistas, se apoderaron de inmensa suma, dicen que un billón de pesos, destinada a distintas obras en la sufrida capital, que no ha podido recuperarse todavía del accionar de la ladrona cuadrilla que se metió al bolsillo un cerro de dinero. Otros altos funcionarios, el personero y el contralor distritales resultaron untados. Y no fue de miel.
El origen del carrusel fue, obviamente, el arrume de dinero que la administración distrital había destinado, entre otras cosas, a la reconstrucción de la averiada malla vial, que se encuentra casi destruida por la presencia de millones de vehículos y la falta de mantenimiento. Se supo que el cartel, encabezado por contratistas ávidos de dinero, se habían confabulado para robarse los recursos destinados a la construcción de calles, puentes y todo tipo de obras públicas, utilizando para el efecto distintas trapisondas y avivatadas, como si aquí no existiera ningún tipo de justicia. En alguna oportunidad, le señalé al contralor de turno que el remedio para acabar con la corrupción era acabar con el dinero. Una solución imposible en este país, aunque factible en un régimen comunista. Claro está que también se podía conseguir gente honrada pero eso es casi imposible: hasta en la China comunista han hallado bandidos, con la diferencia de que allá los llevan al paredón y no les dan la casa por cárcel. Ojalá aquí se
pudiera hacer lo mismo.
El consejo no fue atendido y en consecuencia, siguió la corrupción en todos los campos de la administración pública. Ahora le llegó el turno al ejército, cuyos recursos económicos son inmensos:
Llegan a 27 billones anuales, suma que despierta la ambición de cualquiera. Conozco un personaje que regaña a un amigo que ocupó buenos cargos en el gobierno por no haberse atrevido a robar. Así es de frágil la moral de los cacos, que se roban hasta el papel higiénico de las oficinas y le meten la mano a cuanto negocio se hace en la administración. Parecería que la gente honrada se acabó y sólo siguen en las nóminas los pillos redomados. A otro amigo que nombraron en cargo público no le aconsejaron ser honrado sino que se atrevieron a señalarle que aprovechara ‘’su cuarto de hora’’. Ese consejo lo han atendido muchos si le creemos a las grabaciones que la revista Semana reveló sobre charlas entre un coronel que estaba preso y varios generales, algunos de los cuales acaba de poner en la calle el presidente Juan
Manuel Santos. La decisión provocó, obviamente, las críticas del expresidente Álvaro Uribe quien olvidó que en su momento, él ordenó el retiro en una sola tanda de una decena de generales de la Policía, acusados de complicidad con las chuzadas a varias personalidades.
La última proeza de los ladrones tuvo como escenario nada menos que el ejército. Allí se descubrió chanchullo que obligó a sacar de la institución a seis generales, empezando por el comandante de las Fuerzas Armadas. Fueron retirados también el comandante del Ejército y dos generales de la Policía, uno de ellos el único pastuso en servicio y director de prisiones. Es obvio que un presupuesto de 27.7 billones anuales provoca a muchos, pues debe tenerse en cuenta que en el peor de los casos las comisiones pueden llegar al diez por ciento, casi tres billones de pesos, suma con la que se compran muchas conciencias.
P.D. A riesgo de que el presidente Maduro nos acuse de conspiradores, se debe señalar que es increíblemente absurdo que en Venezuela no haya papel higiénico, leche ni harina. Pero si han tenido petróleo para regalarle a Cuba, Bolivia y Argentina. Ojalá no nos busquen pleito para justificar la compra de chécheres rusos. GPT
Hace poco tiempo los bogotanos fueron sorprendidos por el descubrimiento del denominado ‘’carrusel de las contrataciones’ en el cual resultaron involucrados nada menos que el alcalde capitalino, Samuel Moreno Rojas, nieto de un ex presidente, y su hermano, un senador elegido por el Polo y quien había sido también alcalde de Bucaramanga. Los dos hermanos, ayudados por un grupo de contratistas, se apoderaron de inmensa suma, dicen que un billón de pesos, destinada a distintas obras en la sufrida capital, que no ha podido recuperarse todavía del accionar de la ladrona cuadrilla que se metió al bolsillo un cerro de dinero. Otros altos funcionarios, el personero y el contralor distritales resultaron untados. Y no fue de miel.
El origen del carrusel fue, obviamente, el arrume de dinero que la administración distrital había destinado, entre otras cosas, a la reconstrucción de la averiada malla vial, que se encuentra casi destruida por la presencia de millones de vehículos y la falta de mantenimiento. Se supo que el cartel, encabezado por contratistas ávidos de dinero, se habían confabulado para robarse los recursos destinados a la construcción de calles, puentes y todo tipo de obras públicas, utilizando para el efecto distintas trapisondas y avivatadas, como si aquí no existiera ningún tipo de justicia. En alguna oportunidad, le señalé al contralor de turno que el remedio para acabar con la corrupción era acabar con el dinero. Una solución imposible en este país, aunque factible en un régimen comunista. Claro está que también se podía conseguir gente honrada pero eso es casi imposible: hasta en la China comunista han hallado bandidos, con la diferencia de que allá los llevan al paredón y no les dan la casa por cárcel. Ojalá aquí se
pudiera hacer lo mismo.
El consejo no fue atendido y en consecuencia, siguió la corrupción en todos los campos de la administración pública. Ahora le llegó el turno al ejército, cuyos recursos económicos son inmensos:
Llegan a 27 billones anuales, suma que despierta la ambición de cualquiera. Conozco un personaje que regaña a un amigo que ocupó buenos cargos en el gobierno por no haberse atrevido a robar. Así es de frágil la moral de los cacos, que se roban hasta el papel higiénico de las oficinas y le meten la mano a cuanto negocio se hace en la administración. Parecería que la gente honrada se acabó y sólo siguen en las nóminas los pillos redomados. A otro amigo que nombraron en cargo público no le aconsejaron ser honrado sino que se atrevieron a señalarle que aprovechara ‘’su cuarto de hora’’. Ese consejo lo han atendido muchos si le creemos a las grabaciones que la revista Semana reveló sobre charlas entre un coronel que estaba preso y varios generales, algunos de los cuales acaba de poner en la calle el presidente Juan
Manuel Santos. La decisión provocó, obviamente, las críticas del expresidente Álvaro Uribe quien olvidó que en su momento, él ordenó el retiro en una sola tanda de una decena de generales de la Policía, acusados de complicidad con las chuzadas a varias personalidades.
La última proeza de los ladrones tuvo como escenario nada menos que el ejército. Allí se descubrió chanchullo que obligó a sacar de la institución a seis generales, empezando por el comandante de las Fuerzas Armadas. Fueron retirados también el comandante del Ejército y dos generales de la Policía, uno de ellos el único pastuso en servicio y director de prisiones. Es obvio que un presupuesto de 27.7 billones anuales provoca a muchos, pues debe tenerse en cuenta que en el peor de los casos las comisiones pueden llegar al diez por ciento, casi tres billones de pesos, suma con la que se compran muchas conciencias.
P.D. A riesgo de que el presidente Maduro nos acuse de conspiradores, se debe señalar que es increíblemente absurdo que en Venezuela no haya papel higiénico, leche ni harina. Pero si han tenido petróleo para regalarle a Cuba, Bolivia y Argentina. Ojalá no nos busquen pleito para justificar la compra de chécheres rusos. GPT