Para Lisbeth Zurita hablar de su hijo Enisael Job Contreras Zurita, todavía le produce el mismo dolor que el primer día que desapareció hace dos años.
Entre el llanto y la voz entrecortada la mujer se pregunta una y otra vez con frustración quién tendrá información sobre su paradero, pues los sucesos de su desaparición fueron muy extraños y nadie ha sabido decirle con exactitud qué fue lo que pasó.
Si quieres tener acceso ilimitado a toda la información de La Opinión, apóyanos haciendo clic aquí: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion
La última llamada que la madre recibió de Enisael Job se dio a finales de julio del 2019, en esos momentos su hijo se encontraba en Cúcuta buscando trabajo y se dirigía a Puerto Santander, en medio de una oportunidad laboral.
“En esos años yo vivía en Ciudad Bolívar (Venezuela) y él en Mérida. Vivía de comprar comida en Colombia y vender en Venezuela porque por la crisis no había mucho, pero después le salió una oferta para ir a unas minas en Inírida, Guanía y se fue a probar suerte”, explicó ella.
Allí, Enisael vivió una tortuosa experiencia según recordó su madre, pues las condiciones de trabajo eran pésimas y la carga laboral demasiado extensa, lo que enfermó al hombre por meses dejándolo agonizante en algunos momentos, pues era tan malo el pago a los mineros, que habían días en los que no comía nada.
“Lo sacaron de allá en un vuelo humanitario hasta Bogotá y menos mal porque era horrible, le salieron llagas en las manos, casi no podía dormir, comer y estaba sin dinero. Luego de estar unos días en Bogotá, decidió volver a Cúcuta en donde había trabajado años atrás y contaba con varios conocidos”, dijo Lisbeth Zurita.
El hombre, que hoy tiene 27 años, tenía la intención de ir a Puerto Santander porque había trabajado vendiendo y comprando celulares en ese municipio por meses, conociendo a muchas personas del sector que lo estimaban, pero al parecer, nunca llegó a su destino.
Conozca: Asesinada una mujer en el corregimiento de Aguas Claras de Ocaña
“Él me llamó al llegar a Cúcuta y me dijo que iba a ir a ese local, y después de unos tres días ya no volvió a hablar conmigo. Primero pensé que estaba de fiesta o con alguna mujer, pero pasaban los días hasta que se volvieron meses. Estoy desesperada porque no sé qué le pasó, es mi niño y no deberían dejar a una madre sin decir nada. Es muy inhumano”, aseguró.
Todos los días y noches, Lisbeth se encomienda a Dios en oraciones por la salud de su hijo y a veces se sueña con él, normalmente lo ve cargando un peso muy grande pidiéndole auxilio, sin embargo cada que se despierta vuelve a recordar la triste realidad.
“No he parado de buscarlo y mi familia tampoco. Otro hijo mío ha ido a Cúcuta muchas veces, ha hablado con conocidos y hasta viendo jóvenes en condición de calle sin mucha suerte. Es como si se lo hubiera tragado la tierra, sus amigos no pudieron darnos buena información y hasta en los listados de presos o desaparecidos de Medicina Legal hemos indagado, pero no está su nombre”, explicó con tristeza.
Ella en su necesidad de obtener respuestas ha puesto la denuncia en la Fiscalía, la Seccional de Investigación Criminal de la Policía (Sijín), fundaciones y hasta en la Guardia Nacional Bolivariana. Sumado a esto creó una página en Facebook que utilizó para que las personas que lo hayan visto le avisaran por mensaje.
“Muchas personas han intentado extorsionarme por información, otras si han sido ángeles que están pendientes ayudándome a buscarlo. Respecto a las teorías de su paradero, me han dicho que lo tiene la guerrilla, los paracos, que está en estado de drogadicción en la calle, otros que lo vieron en Tibú, pero nadie puede demostrarme lo que dice”, manifestó.
Además lea: Ama de casa fue asesinada de un disparo en la cabeza
Agobiada de la preocupación, la madre es muy temerosa de su futuro, pues era una persona muy inocente que “no tenía mucha malicia o maldad en su corazón”. En más de una ocasión, según su mamá, Enisael dejó de comer o ponerse ropa por regalársela a otras personas que a su criterio la necesitaban más.
“Solo quiero tener tranquilidad en mi corazón y poder dormir bien, eso es lo más duro. A las personas que lo tienen, si es el caso, que se les ablande el corazón y me dejen hablar con él porque sé que está con vida. Pero yo espero que esté por lo menos en condición de calle, porque al menos así podría salvarlo de ese mundo y llevarlo a casa”, concluyó la mujer.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion