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El caso del servicio colectivo
Sería imposible pasar por alto una de las noticias que más impacto laboral ha causado en la semana que pasó. No pretendo ubicarme en una orilla ni en la otra, pero sin ser “camaleón” es prudente observar el caso desde varios puntos de vista.
Sábado, 29 de Septiembre de 2012
Sería imposible pasar por alto una de las noticias que más impacto laboral ha causado en la semana que pasó. No pretendo ubicarme en una orilla ni en la otra, pero sin ser “camaleón” es prudente observar el caso desde varios puntos de vista.

Desde el año 1986 un imprudente alcalde, dio vida jurídica a un servicio que se prestaba tímidamente por el perímetro de ciudad pero con el paso de los años, las rutas y automotores se fueron ampliando vertiginosamente así como crece toda la informalidad. El problema ha sido ignorado por todos, absolutamente todos los sucesores del creador del problema pero por causas aún desconocidas prefirieron ignorar una situación social que alberga miles de conductores de los cuales depende el sustento de otros miles de familias.

El titular del periódico La Opinión del día de ayer Cúcuta, con los mayores niveles de desempleo, es escalofriante puesto que si se cumple la orden judicial de prohibir el servicio informal, sumado al insignificante número de visitantes que realizan sus compras en la ciudad, estaríamos frente a un callejón bastante complejo de salir.

Por otra parte, las empresas legalmente constituidas han puesto de conocimiento del burgomaestre su clara intención de cubrir las rutas que actualmente son atendidas tanto por los mototaxis como por los colectivos, pero a decir verdad no veo muy claro el cumplimiento de estos porque se aproxima la chatarrización de cientos de unidades que han rodado por más de tres décadas y el único perjudicado sería el usuario que tiene que soportar las incomodidades del servicio formal que no cubre las expectativas del pasajero en toda su extensión y como debería ser.

Si se trata de cumplir un fallo judicial, es probable que sean muchos los fallos que han sido ignorados y también muchas las normas que no se cumplen ni se han cumplido en décadas porque cada candidato a la alcaldía presuntamente se compromete con el servicio público autorizado, con el transporte informal, con los motociclistas y a veces con los tres y por eso es que se observa la inclinación de la ley para un lado, burlando el símbolo de justicia que apunta el equilibrio que nunca ha existido en materia de transporte público.

Es indudable que el alcalde Ramírez quiere poner la casa en orden pero para ese logro no puede haber intermitencia de las decisiones tal como se ha podido apreciar con respecto a la hora zanahoria par los menores que se han convertido en los mejores clientes de establecimientos nocturnos, la vías controladas para la circulación de motocicletas o la última estrategia de apoyo al Cúcuta Deportivo, cerrando la Avenida Los Libertadores para que los ciudadanos observen el partido aspecto que riñe con los principios de la movilidad porque se trata del trauma vehicular de la arteria más importante de la ciudad y de seguro que los inchas no celebran con agua de panela ni agua saborizada sino por el contrario con aguardiente y cerveza para luego salir a toda velocidad a incomodar a demás ciudadanos que debemos soportar esas “actividades lúdicas”+ que tampoco son permitidas por las normas de tránsito.

El caso de la informalidad debe atenderse socialmente y con paso prudente porque hay problemas igual de importantes que aún no han sido atendidos con la misma celeridad.
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