Viernes, 28 de Febrero de 2014
El ímpetu, las ganas, el entusiasmo, la berraquera, la garra o la mística es ese comportamiento que escasea en los seres humanos y que da al traste con muchos buenos proyectos , es decir , como se dice popularmente, “hay mucha gente que es puro sudor y peos”.
Padecen de esto, aquellos obreros que solo hacen, y a medias, lo que se les manda, los empleados públicos que viven lagarteando y chismoseando sin prestar un servicio de calidad, los políticos cuyas energías se centran en hablar popó y engañar a la gente con sus buenos propósitos, para luego dejarlos colgados de la brocha, los profesionales de la salud que se mecanizan en la prestación de sus servicios y casi ni miran al paciente por andar pegados a la pantalla del computador, etc.
Es como si la gente no le imprimiera amor a lo que hace, como si la capacidad de servicio estuviera supeditada únicamente al dinero fácil y a montones sin valorar ni respetar al ser humano. Ni que hablar de los profesores que hacen su trabajo por salir del paso, sin importarles si sus alumnos aprenden o se motivan a investigar acerca de la materia.
De allí que pasan por la vida de muchísimos estudiantes sin pena ni gloria y dejando una mala imagen en la sociedad y ante los ojos de Dios. No mate su pasión y berraquera haciendo cosas que no le gustan, o de mala gana porque eso idiotiza.
Si no es capaz de adaptarse a esa situación por cualquier razón, mejor renuncie, no viva quedando mal con los demás porque eso va deteriorando cada vez más su imagen y se enferma, no haga las cosas porque le tocan o porque la necesidad tiene cara de perro, mejor cambie el chip.
Y usted empresario, director o jefe, actúe rápido y despréndase de aquellos que no le imprimen mística a su trabajo, relación etc. Usted no está obligado a cargar ese bulto tan pesado, especialmente si no se deja ayudar.
Los que de verdad le imprimen entrega y amor a la ejecución de sus tareas y compromisos de manera permanente son aquellas que vibran con energía buena en todo lo que se comprometen y gozan genuinamente en su fuero interno la experiencia de ser útil, y todo eso les permite destacarse ante los demás de su misma especie, sin hacer ningún esfuerzo, ni torpedear a nadie, lo que los diferencia de los otros es el amor, el buen genio y la naturalidad que siempre le imprimen a
todo lo que hacen, sin alardear, ellos son los triunfadores, y desafortunadamente por ello, generan envidia en los demás, en los resentidos y fracasados , pero ni los amilanan ni les paran bolas.
La berraquera que usted le imprima a cualquier proyecto o tarea que emprenda, es el principal ingrediente para el éxito, para alcanzar los objetivos trazados. Sin esas ganas, o con ellas pero solo a medias, o a raticos, los resultados serán negativos y no cubrirán las expectativas de nadie.
Mediocridad es lo que abunda por doquier, mucha gente, de todo tipo hace solo lo que les toca, rápido y de mala gana, no aprovechan su trabajo para crecer, ni como espacio terapéutico para liberar tensiones, hacer amigos y servir para algo bueno realmente. Por eso, todo aquel que se sale de ese círculo lánguido, estampándoles pasión a todas sus acciones, son los que hacen la diferencia, y por ende triunfan y construyen su felicidad integralmente.
No obstante, no se trata de irse al otro extremo, el del exceso de pasión y mística a una causa, puesto que puede terminar enfermo o en el fanatismo, y todos sabemos las consecuencias funestas que éste trae, no olvide que primero está su salud y equilibrio.
Tiene sentido que apelemos a hacer una revisión de nuestras actitudes para darnos cuenta y aceptar de que hay qué hacer alguna modificación de ellas para no seguir emitiendo esas acciones o comportamientos de pereza, sobradez, desidia o apatía que usted produce, o atacar su autoengaño que no le permite aceptar que tiene actitudes negativas hacia la pasión, que se equivoca y que por tanto vive amargado(a) haciéndole daño también a los demás.
Padecen de esto, aquellos obreros que solo hacen, y a medias, lo que se les manda, los empleados públicos que viven lagarteando y chismoseando sin prestar un servicio de calidad, los políticos cuyas energías se centran en hablar popó y engañar a la gente con sus buenos propósitos, para luego dejarlos colgados de la brocha, los profesionales de la salud que se mecanizan en la prestación de sus servicios y casi ni miran al paciente por andar pegados a la pantalla del computador, etc.
Es como si la gente no le imprimiera amor a lo que hace, como si la capacidad de servicio estuviera supeditada únicamente al dinero fácil y a montones sin valorar ni respetar al ser humano. Ni que hablar de los profesores que hacen su trabajo por salir del paso, sin importarles si sus alumnos aprenden o se motivan a investigar acerca de la materia.
De allí que pasan por la vida de muchísimos estudiantes sin pena ni gloria y dejando una mala imagen en la sociedad y ante los ojos de Dios. No mate su pasión y berraquera haciendo cosas que no le gustan, o de mala gana porque eso idiotiza.
Si no es capaz de adaptarse a esa situación por cualquier razón, mejor renuncie, no viva quedando mal con los demás porque eso va deteriorando cada vez más su imagen y se enferma, no haga las cosas porque le tocan o porque la necesidad tiene cara de perro, mejor cambie el chip.
Y usted empresario, director o jefe, actúe rápido y despréndase de aquellos que no le imprimen mística a su trabajo, relación etc. Usted no está obligado a cargar ese bulto tan pesado, especialmente si no se deja ayudar.
Los que de verdad le imprimen entrega y amor a la ejecución de sus tareas y compromisos de manera permanente son aquellas que vibran con energía buena en todo lo que se comprometen y gozan genuinamente en su fuero interno la experiencia de ser útil, y todo eso les permite destacarse ante los demás de su misma especie, sin hacer ningún esfuerzo, ni torpedear a nadie, lo que los diferencia de los otros es el amor, el buen genio y la naturalidad que siempre le imprimen a
todo lo que hacen, sin alardear, ellos son los triunfadores, y desafortunadamente por ello, generan envidia en los demás, en los resentidos y fracasados , pero ni los amilanan ni les paran bolas.
La berraquera que usted le imprima a cualquier proyecto o tarea que emprenda, es el principal ingrediente para el éxito, para alcanzar los objetivos trazados. Sin esas ganas, o con ellas pero solo a medias, o a raticos, los resultados serán negativos y no cubrirán las expectativas de nadie.
Mediocridad es lo que abunda por doquier, mucha gente, de todo tipo hace solo lo que les toca, rápido y de mala gana, no aprovechan su trabajo para crecer, ni como espacio terapéutico para liberar tensiones, hacer amigos y servir para algo bueno realmente. Por eso, todo aquel que se sale de ese círculo lánguido, estampándoles pasión a todas sus acciones, son los que hacen la diferencia, y por ende triunfan y construyen su felicidad integralmente.
No obstante, no se trata de irse al otro extremo, el del exceso de pasión y mística a una causa, puesto que puede terminar enfermo o en el fanatismo, y todos sabemos las consecuencias funestas que éste trae, no olvide que primero está su salud y equilibrio.
Tiene sentido que apelemos a hacer una revisión de nuestras actitudes para darnos cuenta y aceptar de que hay qué hacer alguna modificación de ellas para no seguir emitiendo esas acciones o comportamientos de pereza, sobradez, desidia o apatía que usted produce, o atacar su autoengaño que no le permite aceptar que tiene actitudes negativas hacia la pasión, que se equivoca y que por tanto vive amargado(a) haciéndole daño también a los demás.